Por Flor Maillard
El feminismo es un árbol que ha crecido desde la Revolución Francesa con la primera ola, y en los últimos dos siglos ha tomado mayor fuerza. No obstante, este feminismo germinó de una visión occidental, blanca y privilegiada que ha propuesto múltiples dilemas a la lucha.
Hoy día, somos testigos de sociedades divididas por múltiples ideologías, a tal grado que dentro del mismo activismo se presentan quiebres polarizantes. Uno de ellos es el feminismo trans-excluyente.
En primera instancia, su cometido es definir a la mujer a partir del sexo. Bajo esta perspectiva, se revelan múltiples disyuntivas que se distancian de lo que busca la lucha feminista: liberación, equidad, igualdad y respeto entre géneros. ¿Cómo se puede derribar el sistema patriarcal del cual hemos sido subyugados desde el nacimiento si se mantienen las mismas reglas que lo sustentan? Entremos de lleno.
El feminismo trans-excluyente parte desde el binarismo sexual, declarando que la mujer es mujer por tener vagina y el hombre es hombre por tener pene. Esto ha ayudado a construir una identidad, al igual que una manera de subordinar a la diferencia.
Gerda Lerner, historiadora feminista, en su libro La creación del patriarcado, habla de cómo el sistema patriarcal le quitó la identidad, el pasado y la historia de la mujer. En los últimos siglos, la lucha ha intentado desprenderse de que su único valor sea el placer y procrear niños, volviéndose sujetos con los mismos derechos y aptitudes que los hombres, deconstruyendo lo que es ser mujer, su identidad.
En los años sesenta, con la segunda ola del feminismo y el movimiento Black Power, surge el feminismo radical, el cual analiza la sexualidad y el género como relaciones de poder del sistema patriarcal.
Es importante mencionar que la semilla de este movimiento no es borrar al hombre, sino al patriarcado, aunque hay activistas como Robin Morgan, que justifican la misandria por el trato que han recibido las mujeres. De este movimiento es que surge el feminismo trans-excluyente, que retoma ideales del patriarcado en el que el sexo es lo que determina el género; por lo que borra las identidades de las personas trans, no binarias e intersexuales.
El borrar y excluir las identidades de género se asemejan a la otredad, concepto acuñado por Edward Said en su libro Orientalismo. Este concepto es una forma de ver a una civilización, sociedad o grupo de personas, inferior.
Es un sistema de dominación en el que lo exterior de un grupo se muestra como algo salvaje (en este caso el exterior es la diversidad sexogenérica). La otredad no solamente ha sido impuesta hacia las personas trans; anteriormente también la tuvieron las mujeres negras, lesbianas, o cualquier otra que no fuera blanca y heterosexual.
La mujer trans no busca absorber la feminidad; por el contrario, pone entre dicho a la feminidad homogénea impuesta por el sistema patriarcal, amplía lo que es el género y las experiencias, fluyendo con la diversidad de la feminidad. El sexo ya no determina qué eres, porque la persona es mucho más que una bolsa de carne y hueso.
Es importante mencionar que en leyes y derechos se les reconozca a las personas sin importar género y no cerrarse al binarismo de género porque, si no, se excluirá a diferentes identidades de género de sus derechos. Por ejemplo, el aborto; si solamente se pusiera que las mujeres tienen derecho, ¿dónde dejan a los hombres trans y personas no binarias. Es por ello que explorar el uso de los términos de personas gestantes o personas menstruantes no está mal ya que incluye a un grupo mayor que el de sólo un género.
Es un rompecabezas que se debe cuidar para no volver a caer en ideologías que lastimen al ser humano.
Veamos cómo se retrata el feminismo en los medios con una película feminista que rompió récord en el 2023: Barbie. El filme muestra una tierra en la que no existe el patriarcado y donde las “Barbies” pueden ser lo que quieran. Pero nuestra protagonista entra en una crisis de identidad y sale al mundo real para descubrirse. Dentro de Barbieland hay una plétora de mujeres: negras, blancas, delgadas, subidas de peso y hasta una trans, lo cual nunca se menciona (y todas ellas sólo son personajes secundarios).
Parece un paso hacia delante en la deconstrucción de género; sin embargo, al final de la película la protagonista decide convertirse en una mujer y la película cierra con su primer paso siendo ir al ginecólogo. Dando a entender que obligatoriamente se debe tener vagina para ser mujer. Barbie peca de no tener una ideología clara para permear una mayor audiencia.
Vivimos en un mundo complejo y lleno de contradicciones. El sistema patriarcal ha estado desde la primera civilización en Mesopotamia y ya dañó suficiente a la mujer. ¿Por qué seguir con sus principios y lastimar a la diversidad, a las mujeres?
El feminismo es una lucha noble que busca un bien común y ninguna mujer debería temer de entrar en ella. Como mujer trans estoy cansada de temblar y bajar la cabeza cada que se habla del tema porque no nací como una mujer cisgénero. Yo también tengo el derecho de estar por la causa, el prefijo trans también significa “más allá de”. Hay que hacerle justicia.