División de poderes, institucionalidad, pesos y contrapesos: José Woldenberg, académico de la UNAM.

División de poderes, institucionalidad, pesos y contrapesos: José Woldenberg, académico de la UNAM.

La preocupación de lo que está sucediendo en México en materia política es anterior a la pandemia y creo que lo será posterior: José Woldenberg, académico de la UNAM.

En entrevista en #RADAR909 platicamos con el Dr. Jesús Woldenberg sobre lo que se tendría que hacer para fortalecer la idea de la división de poderes, de institucionalidad y el sistema de pesos y contrapesos.

La preocupación de lo que está sucediendo en México en materia política es anterior a la pandemia y creo que lo será posterior, porque en el gobierno y, principalmente, el presidente de la República no han logrado asimilar que la democracia no es solo realizar elecciones. Por supuesto que no hay democracia si no hay elecciones, ése es un principio básico, se trata de una condición necesaria para la existencia de democracia que las diferentes fuerzas políticas, ideológicas puedan convivir y puedan competir de manera pacífica e institucional. Y la palabra competir es muy importante, la fórmula fundamental es ésa, la electoral, para que sean los ciudadanos los que decidan quién gobierna y cómo deben estar compuestos los cargos por el legislativo.

Pero la otra parte que también compone a la democracia no ha sido asimilada. La democracia lo que también intenta es que el poder político esté regulado, que el poder político esté fragmentado, que el poder político pueda ser vigilado y que el poder político también pueda ser contravenido por la vía judicial. Y todo eso en México no estaba del todo consolidado, se está erosionando en los últimos tiempos, es decir, daría la impresión que hay la intención de volver a concentrar el poder. Y digo volver porque México ya vivió durante muchas décadas un poder concentrado en la presidencia de la República. Por eso mismo se está debilitando la división de poderes que está diseñada en la Constitución. Y al mismo tiempo parecería ser que al presidente le molesta la indagación que se hace sobre su gestión, sean éstos los medios de comunicación, sean organizaciones civiles, e incluso, no parece estar contento con la existencia de órganos de Estado o autónomos.

México sí necesita un Estado fuerte, pero un Estado fuerte quiere decir un Estado en donde sus instituciones están apegadas a la Constitución y la ley. En donde la división de poderes se fortalece y en donde el propio mecanismo de funcionamiento del Estado va generando pesos y contrapesos. Y ésto quiere decir que no es deseable una presidencia todo poderosa.

Para hacer que la división de poderes exista y hacer un Estado fuerte y apegado a derecho, lo primero es que todas las instituciones de Estado tienen que hacer lo que la Constitución y las leyes les mandatan, no lo que el capricho de las personas señale. Ésa es la primera línea de defensa, es la línea de defensa que nos da garantías a los ciudadanos de que no estamos ante una autoridad caprichosa, discrecional.

La segunda, y aquí la pedalogía política tiene mucho sentido, tenemos que comprender que lo óptimo para un país, para los países que quieren democracias consolidadas, que han logrado por esa vía también atemperar las desigualdades, crear estado de bienestar y demás, han sido Estados complejos, Estados democráticos, Estados donde las decisiones no se toman al capricho de una sola persona y por el contrario, hemos visto como lo que Guillermo O'Donnell llamaba democracias de negativas, en las cuales la encarnación presidencial pretende tener facultades para resolverlo todo y al final tropiezan porque muchas de las decisiones no se toman con la suficiente deliberación, tomando en cuenta los puntos de vista de diferentes instituciones, de los especialistas y demás. Ahí hay una segunda tarea que es necesario realizar, que yo llamaría de pedagogía social y política.

Tercero, si algo tiene la tradición latinoamericana es precisamente la tradición caudillista, una tradición que prácticamente arranca con la historia de nuestros países independientes y que ha acompañado a lo largo del siglo XIX y a lo largo del siglo XX con diferentes ropajes.

Precisamente los procesos de transición democrática que se dieron en la región tenían como uno de sus objetivos trascender ese caudillismo, crear una democracia institucionalizada en donde el ciudadano y las instituciones saben lo que toca a cada quien. Y no depositar toda la responsabilidad y todas las facultades en una sola persona, en este caso en la figura presidencial.

Como cuarto elemento, México estaba paulatinamente construyendo un sistema estatal democrático, lo cual quiere decir un sistema de pesos y contrapesos y no es casual que a lo largo de lo que algunos llamamos la transición democrática se hayan construído algunas de esas instituciones. Por ejemplo, para organizar las elecciones, el Instituto Federal Electoral, hoy Instituto Nacional Electoral, es decir, una autoridad no alineada al poder ejecutivo. Tampoco fue casual que en ese proceso se construyeran comisiones nacionales de derechos humanos porque la labor de esas comisiones es señalar en qué momento las dependencias públicas, incluyendo las del Ejecutivo, violentan o violan derechos humanos.

La Comisión de Derechos Humanos tuvo altas y bajas, pero si uno ve el panorama oculto era una institución que sí era una institución, cuya lógica de funcionamiento no era la del presidente de la República y, por supuesto, las Comisiones de Derechos Humanos pues tienen que ser independientes de la gobernadores y del presidente.

En ese mismo proceso transicional se crearon los Institutos de Acceso a la Información Pública y son autónomos porque quien tiene que entregar esa información al ciudadano que lo pide son precisamente las instituciones estatales y, si estás se niegan, tiene que haber también institución estatal capaz de decirle que tiene que entregar esa información porque no es patrimonio de ella, es patrimonio de la sociedad.

La labor para crear una democracia fuerte es fortalecer ese tipo de instituciones, no minusvaluarlas, no erosionarlas, no hacer que su presupuesto sea cada vez menor. Eso no presagia nada bueno.

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Empleados del INFONAVIT son forzados a regresar a sus labores en Fase 3: Rafael Riva Palacio, líder del Sindicato de Trabajadores del INFONAVIT.

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