Un Retrato del Tiempo, conversación con Jorge Obregón
Por: Andrea Guevara
En el Museo Kaluz de la Ciudad de México, el pintor mexicano Jorge Obregón nos invita a un fascinante viaje a través de su exposición “Un Retrato del Tiempo”, que estará abierta hasta el 6 de enero de 2025.
Obregón, un artista plástico que lleva 30 años exponiendo y pintando paisajes en vivo de manera profesional, ha logrado combinar su amor por el arte con un profundo interés en la historia y las tradiciones ancestrales mexicanas.
La exposición es el resultado de tres años de trabajo intenso de un proyecto llamado “La luz en el Calendario Agrícola”, con el cual busca recuperar el conocimiento ancestral sobre cómo las civilizaciones prehispánicas medían el tiempo.
De acuerdo con Obregón, la exposición se basa en este calendario agrícola prehispánico, donde el ciclo agrícola inicia desde el 2 de febrero, Día de la Candelaria; el cual representa el comienzo de las actividades de preparación de la tierra y siembra, vinculándose con rituales importantes en el calendario prehispánico y sincretismo con festividades católicas.
El calendario termina entre el 21 y 25 de diciembre en el solsticio de invierno, visto como un momento de cambio y renovación que cierra el ciclo anual de festividades agrícolas y ceremoniales, preparando el terreno para el siguiente ciclo que comenzará de nuevo en febrero.
Esta herramienta era utilizada por culturas como la mexica para combinar observaciones astronómicas y meteorológicas con la actividad agrícola, permitiendo así organizar las tareas de siembra, cosecha y preparación de la tierra, de acuerdo a los ciclos de las estaciones y los movimientos celestiales.
Este ciclo refleja cómo las civilizaciones antiguas se conectaban con el ritmo natural del mundo, como un ciclo continuo de muerte y renacimiento, influenciado por los fenómenos naturales y las observaciones astronómicas.
Al representar un sistema tan exclusivamente ligado a la tierra y sus ciclos, Obregón señala la necesidad de reconectar con las prácticas sostenibles y el respeto por la naturaleza que caracterizaban a las culturas prehispánicas.
Por ello, el artista trata de rescatar el conocimiento ancestral prehispánico, en una búsqueda por capturar el paso del tiempo, en relación a la posición del sol en amaneceres y atardeceres, con puntos muy prominentes como volcanes, el Iztaccíhuatl Popocatépetl y adoratorios prehispánicos, tal como lo hacían los antepasados.
“Pintar en vivo cada amanecer o cada atardecer desde estos sitios a la hora indicada, en el día indicado; y así dejar un testimonio de este conocimiento histórico del México antiguo”, señala Obregón.
“Un Retrato del Tiempo” no es solamente una colección de 73 pinturas, es una experiencia sensorial completa.
La exposición también ofrece aromas como tierra mojada y copal, sonidos específicos del calendario agrícola grabados por el editor, escritor y productor sonoro mexicano Jorge Solís Arenazas, en cinco salas que enriquecen la experiencia.
La muestra incluye una escultura topográfica innovadora, que marca un nuevo rumbo en la carrera de Obregón al integrar técnicas de aerografía con pintura de paisaje. “Fue un reto utilizar un aerógrafo que nunca lo había utilizado y llevar la pintura de paisaje a una tridimensión”, afirma el artista.
Según Obregón “El objetivo principal fue poder transmitir al público todas estas sensaciones que yo viví en el campo, pintando cada uno de los cuadros desde la temperatura del sitio, la luz, los sonidos, los olores”.
Basándose en sus palabras, esta exposición es la culminación de su carrera hasta ahora, una mezcla de ciencia, cultura y arte que refleja el paso del tiempo desde una perspectiva ancestral y contemporánea. “Encaja como una culminación de todo un ciclo de 30 años.
Ha sido la exposición más grande que más obra reúne, y que conceptualmente, es algo muy distinto al simple hecho de salir a pintar un paisaje por nada más una belleza estética”, expresa Obregón.
“Un Retrato del Tiempo” es una exposición que ofrece a los visitantes una oportunidad de explorar el tiempo y la historia del México antiguo desde una perspectiva diferente. Es un testimonio de cómo la práctica artística del paisaje conecta con el pasado y con el presente, mostrando una experiencia multisensorial que explora y representa la herencia cultural a través del arte.