Visión de los Brasileños
Juan José Ramírez (@JotajotaRam)
El Súper Yo del Amazonas. Una raza se erige como potencia de un bloque, hoy saben que estar lejos de los Estados Unidos los proyecta para ser una civilización modelo, al menos así lo viven.
“Puedo imaginarme a todos ustedes cuando eran jóvenes y luchaban por la independencia de sus países. Denle un millón de dólares a un rico e irán a una cuenta para que viva de sus intereses. Pero si se los dan a una mujer pobre, se convertirán en alimentos para un niño pobre”, Luis Inácio Lula Da Silva, ex Presidente brasileño, en su visita a Guinea Ecuatorial durante su gira por África en el año 2010.
Brasil: la sexta más grande economía del mundo, según el PIB nominal. En 1992, la población mayor de 25 años en Brasil tenía un promedio de 4.9 años de estudios; en el año 2010, el índice alcanzó a 7.3 años. En el año 2003, cerca de 96.2 millones de brasileños estaban en condiciones de pobreza, para el año 2010 descendió a 63.5 millones. De 60 a 200 millones de euros aumentó la exportación de 2002 a 2008. Lula aumentó el salario mínimo en un 62 por ciento en cinco años. ¿Cómo capitalizar y trasladar ese progreso económico tangible en la mentalidad, cosmovisión e ideología de más de 200 millones de habitantes?
“El liderazgo es la capacidad de persuadir o dirigir a los hombres que deriva de la calidad personal, independientemente del oficio”, dictó Norberto Bobbio en su Diccionario de Política.
Un ex líder sindicalista, obrero y líder popular que se olvidó de la demagogia y convirtió el funcionamiento de un país al de una gran empresa pública. Democracia, políticas públicas y de distribución de la riqueza son conceptos muy manoseados en América Latina, aunque casi siempre imposibles de llevar a la práctica.
El Presidente de Uruguay, José Mujica, otro caso de éxito sudamericano afirmó que: “Hay una especie de autoridad de ética, a la cuál es difícil darle la espalda. Uno con las actitudes está sembrando. Todos se sienten más motivados si un jerarca está en el ejemplo y siembra el ejemplo, es más que la autoridad”.
Dejando a un lado los números que dan fe del progreso brasileño, hay logros innegables: el programa de nutrición infantil, el programa de Bolsa Familia y los programas de microcrédito. “Y ese es el espíritu de una madre, yo confieso que gobierno el país con el espíritu de una madre, nosotros tenemos que cuidar de las personas más pobres, el rico no necesita del Estado”, Luis Inácio Lula Da Silva. Eos Dos millones de empleos creados en 2010 y el salario mínimo aumentó a 326 dólares mensuales en Brasil. En México, durante el mismo año, se anunció la creación de 800 mil empleos y el salario mínimo aumentó a 141 dólares mensuales.
Si omitimos otros factores sociales, económicos y culturales, ¿Cómo se duerme, despierta, camina, trabaja y vive un ser humano con dichos incentivos?
Brasil cree en sí mismo No es un nacionalismo radical e impuesto, es un respeto a su nación y a lo que representan. Es un país admirado por las potencias, por su trabajo y desarrollo. Una potencia mermada tras el cambio de estafeta y, a pesar de su liderazgo en América Latina, con problemas internos serios en la actualidad por inconformidad social. A pesar de ello, los cariocas, paulistas, paranaenses, bahianos, santistas y todos los que despiertan en Brasil, saben que hay un antes y un después del despertar brasileño visualizado por Lula da Silva.