Por un Carnal AzuL
Hace veinte años no teníamos a Warpaint, ni a Bear in Heaven, ni a Beach House. Por el contrario, dos vertientes musicales provenientes de dos continentes diferentes eran las que dominaban —o estaban por dominar— al mundo. Por un lado el grunge. De la West Coast gringa para el mundo. Por el otro lado, el Britpop. De Mánchester, Sheffield y Londres, principalmente. Pero aunque la historia —y los reproductores musicales— recuerden más a Pulp, Oasis, Blur, Nirvana o Pearl Jam, en 1994 también salía a la luz el segundo trabajo (si no contamos el mini-álbum del 89 como LP) de una banda que, hoy en día, probablemente tenga vivitos y coleando, los frutos más importantes de su carrera.
Lush se formó a finales de los ochenta en Londres. En la turbulencia entre la agonía del Glam Metal, los Stone Roses alzándose como reyes del Britpop y Nirvana lanzado trancazos con el Bleach. La obsesión mediática no estaba con las bandas que agarraban guitarras estruendosas y voces difuminadas. El término shoegazer no era un halago, era más algo peyorativo. Craso error —o acierto— de los críticos. Acababan de acuñar un término que hoy, ya es legendario. Junto a My Bloody Valentine, Ride, Slowdive o los Boo Radleys, Lush fue de ésa primera camada de bandas que tocaban shoegaze.
Emma Anderson de Lush con Kat Bjelland de Babes in Toyland y Eddie Vedder de Pearl Jam, 1992
Las paredes de sonido, lo indistinguible de las letras fusionadas con las guitarras, capas y más capas de resonancia que te envuelven. Un estruendo melódico capaz de inducirte a lo más parecido a soñar despierto. Pero si bien My Bloody Valentine fueron los que más despuntaron y definieron el género, de hecho, Lush no era tan visceral como los irlandeses. Tendían más a las armonías, a voces mucho más limpias, ambientes que se podrían describir como dreampop, combinadas con un rush más punkie, que alimentadas por esa voz femenina, se podría clasificar como riot grrrl.
Como en todo, como en la vida, hay lugares en donde puedes encontrar los vértices que te indican los diferentes senderos. La originalidad pasa a segundo término cuando se sabe aprovechar lo que se tiene. Aprovecharlo y renovarlo. Crear. Adaptar. Proyectar. El Split de Lush sirve precisamente como el recipiente en el que se mezclan las influencias.
Por un lado, su esencia shoegazera, encontrada en pistas como “Invisible Man”, que con su inicio de percusiones complementadas por guitarrazos distorsionados, ejemplifican de buena manera una parte de Lush. Pero así como esa rola se puede encasillar fácilmente, “Hypocrite” por el contrario, tiene una voz que parece puesta por Kim Deal de los Pixies. Una aproximación mucho más indie que no recurre por completo a la difuminación de sonidos, pero sí a los rasgueos y furia de alguna banda femenina de grunge. Y si no, denle una leída a la letra: “You hypocrite/Don’t talk to me cause you’re not fit to know me/So don’t pretend you understand/Cause you coulda never been my friend”.
“Desire Lines” es la melancolía noventera. ¿Han escuchado a Warpaint? ¿A Beach House? Ahí las tienen. En sus pasajes oscuros, de reflexión. La sonoridad envolvente que viene de una guitarra con flanger y una voz femenina reverberante. Es más, desde la canción que abre el disco, ya se distingue algo del sonido de muchas bandas de hoy “Light From a Dead Star”, te muestra que, aunque Lush fue clasificado como shoegaze por muchos, en realidad están más allá. El disco está lleno de contrastes. Quizá por eso el título Split. La nostalgia combinada con un sentimiento más esperanzador. Este hecho se puede ver fácilmente en “Never-Never” seguida de “Lit Up”. La primera rodeada de tinieblas y susurros, mientras que la segunda parece mucho más festiva.
Split funciona como una guía para rastrear el pasado de muchas bandas que en 2014 nos emocionan. Sin embargo, a Lush la historia no los ha tratdo tan bien. En 1996 sacan el Lovelife, que sería su último disco pues, en octubre del mismo año, su baterista se colgó. Por un tiempo quisieron continuar, pero en 1998 se dieron por vencidos. El sueño se había acabado. Y al parecer, para los anaqueles de recuerdos también se habían desvanecido.
¿Quién dictamina qué bandas son recordadas y cuáles no?
Miki Berenyi, Emma Anderson, Phil King, Chris Acland, Meriel Barham y Steve Rippon conformaron una banda que se atrevió a probar con sonidos diferentes, agarrando lo mejor de cada género para formar algo que después, sería gratamente apreciado. Hoy siguen sonando actuales. Probablemente es así, la música se renueva, se reinventa, pero siempre tendrá algún eslabón. Y los eslabones deberían de ser mucho más apreciados, pero el mundo no se basa en un deber y simplemente es.
Los legados podrán persistir, los años podrán transcurrir, y a veinte del Split de Lush, siquiera nosotros nos tomamos un tiempo para recordarlo, porque, la verdad, ah, qué discazo se rifaron.