Texto de Sebastián Cervera y Claudia Jiménez Después de meses de trabajo intenso, de ensayos, quizás dietas, y expectativa, finalmente llegó el día en el que el vibrante Ballet Folclórico de la Universidad de Guanajuato hizo su presentación en el Cervantino 2017, para cerrar con broche de oro el primer día de la última semana del XLV Festival Internacional Cervantino.
La explanada de la Alhóndiga de Granaditas estaba desbordada de gente. En las inmediaciones, la fila para entrar daba la puerta al monumental edificio. Adentro, familiares y amigos de los bailarines, prensa y público en general, estaban siendo espectadores de uno de los eventos más emotivos y con más fuerza de este festival cultural: tacones, huaraches, moños, sarapes, sombreros, paliacates, lentejuelas y una que otra escopeta se pasearon por el escenario de la Alhóndiga de Granaditas la noche del lunes 23 de octubre.
El espectáculo presentado tenía por tema La Revolución Mexicana, para emparejarse con "Los Ecos de la Revolución" que son una de las tramas narrativas de esta XVL edición cervantina. Por otro lado estaba aderezado de manera puntual por el dramatismo que tiene históricamente la Alhóndiga. Hay un cierto misticismo en esas esquinas, que alguna vez sostuvieron (literalmente) las cabezas de los héroes patrios. Hay una cierta fuerza en esos miles de agujeros de balazos que hoy protagonizan parte de la fachada de esta contundente estructura cuadrilátera y que no son menos que las huellas de la Historia misma; los testigos del episodio fundacional más importante de México, después del Águila devorando a la serpiente.
Pues ahí, donde toda esa magia nacionalista encuentra respaldo, el Ballet Folclórico de la UG rindió tributo al folclor mexicano mestizo, al folclor rural, al México arriero, semidesértico, ranchero, al folclor del Bajío y al México revolucionario que tan alto ha puesto el nombre de su tierrita. Todo bajo la dirección de Roberto Martínez Rocha, quien cumple 20 años como director del BAFUG.
Con la compañía del Mariachi Agave, Grupo "Coral Norteño", después una marimba, una banda de polka y también algunas grabaciones. Con vestuarios originalísimos, que interpretaban la tradición de principios de siglo XX con una mirada contemporánea sin rayar en el absurdo, sino con clase y sensibilidad. Así se presentaron estos setenta, ochenta, jóvenes que parecían legión sobre el escenario, marchando, bailando polkas, jarabes como el del gato vestidos de arrieros, de revolucionarios, de adelitas, de mexicanos...
La presentación llegó a su fin al ritmo de "Camino de Guanajuato", de José Alfredo Jiménez, que no por nada es uno de los símbolos populares más importantes de esta región. José Alfredo es un pilar estructural del folclor mexicano y latinoamericano, todo un orgullo nacional originario de este hermoso Estado. Los locales la reciben con enormes ovaciones. Es común escucharla en las plazas del centro mientras más y más guanajuatenses se suman a cantarla y este evento no fue la excepción, a la par de ésta, un homenaje a las canciones de este compositor colosal guanajuantense. Todos nos sumamos, todos las cantamos, todos levantamos una sentida ovación en señal de aprobación.
Una larga reverencia al final del espectáculo dejó claro por qué y qué tanto son queridos los jóvenes del Ballet Folclórico de la Universidad de Guanajuato.