Por Rocko
Parte del equipo de Mercado Negro decidimos hacer un mini tour por las colonias Roma-Condesa para vivir una experiencia en uno de los circuitos más importantes para la música independiente del país.
Primero, la travesía no fue sencilla, todo empezó en la república democrática e independiente de Santa Fe. Cosa difícil moverse de aquel extraño lugar de edificios y concreto con pequeñas áreas verdes inaccesibles patrocinadas por alguna marca de pan o un refresco, pero llegamos finalmente al bar Caradura para platicar por un rato con uno de los colectivos más importantes ya de la escena independiente-underground: Aquí No Hubo Escena (ANHE), quienes preparaban lo que sería horas más tarde su primer evento del año con algunas nuevas propuestas como Montreaux y A Shelter in the Desert y una banda que estuvo presente en la segunda edición del ANHE: Ay Que Rico.
Después de un atasque punk de pizza y cerveza, el equipo fue a la presentación de El Shirota, banda que se presentaría en un bar de la calle de Puebla. Caminando unos kilómetros para comer más pizza, platicamos con algunos de los integrantes de la banda y otros amigos —algunos de Los Especialistas, Buried Under Stars, No Somos Marineros—, quienes nos contaron un poco la forma en la que ellos ven la escena desde arriba de los escenarios (aunque a veces estén a nivel del piso). Resulta ser que ellos la ven desde una perspectiva a veces pesimista y a veces complicada y todavía más pesimista:
“La gente no va a los conciertos y las estaciones de radio que más pegan les vale madre poner música de estas bandas, se van a lo seguro y los toquines terminan llenos de amigos de la banda, el chiste es tocar por todos lados a ver si en una de esas le pegas y creces”.
No es imposible, lo hemos visto en vastas ocasiones, sin embargo este pesimismo se hizo presente minutos después cuando El Shirota finalmente subió al escenario para tocar unas cuantas canciones y ser bajados por uno de los encargados del lugar porque "hacían mucho ruido”. Terminada la corta sesión de la banda, nuevamente nos abrimos camino en las oscuras brechas de la Condesa cruzando desolados parques donde uno que otro freelancer aún viajaba por las calles de la ciudad en una longboard o en bicicleta. A algunos el alcohol ya los convertía en monstruos que acompañarían a la salvaje y diversa noche de esta mítica zona.
Llegamos al Caradura y entre empujones llegamos al escenario para ver a unos extraños personajes disfrazados que, al ritmo del "nintendocore", daban inicio a las hostilidades del ANHE. Las bandas siguientes darían muestra de que hoy en día, la escena no es sólo complicarse la vida y apostar por el caballo más flaco, al contrario, con proyectos como éste la difusión y la oportunidad del público para escuchar nuevos sonidos de lo más experimental a lo más pop, cada día crece para dar un golpe a una industria que a veces pareciera cerrarse a lo que dé una remuneración inmediata y atasque los lugares a pesar de los altos precios.