Toma 6: deseo y duelo en familias disfuncionales
Downtown Abbey
Por: Ana Fer Torres
Después de seis temporadas de la serie de televisión con el mismo nombre, la película de Downtown Abbey es un extrañable reencuentro para el público.
Siguiendo las historias de la serie, la cinta trata con los conflictos sociales, políticos y económicos a los que se enfrenta la familia Crawley y el staff que cuida la propiedad cuando reciben aviso de que los reyes de Inglaterra los visitarán.
Resulta sumamente reconfortante ver en la pantalla grande a todos los actores y actrices originales de la serie (entre ellos Michelle Dockery y la grandiosa Maggie Smith), retomando sus roles para darle un final feliz a estas historias que por años han acompañado a las audiencias.
Downton Abbey es una película complaciente en el mejor de los sentidos, particularmente en el en que le ofrece un cierre digno a los personajes que hemos visto luchar por sus ideales, amores y familias por años.
No cabe duda de que los fanáticos de la serie saldrán de la sala de cine con una sonrisa en el rostro después de reír, sufrir y vivir a la par de los sucesos que ocurren en Downton Abbey por última vez.
Ceniza Negra
Por: Irene Adad
¿Cómo entendemos la muerte? Tras la muerte de su madre, Selva (Smachleen Gutiérrez), una niña de trece años, se adentra en una introspección donde entiende y descubre qué pasa cuando dejamos de respirar. Ceniza Negra formó parte del FICM; además de tener su estreno en la Semana de la Crítica en Cannes 2019. La directora y guionista del largometraje, Sofía Quirós Ubeda, regresa a Costa Rica, su tierra natal, para reconectar a través del filme con la selva, la muerte y las relaciones interpersonales.
Los espacios, al igual que la fotografía, hacen que la historia fluya con naturalidad. En momentos, hay tomas cerradas que muestran con gran cuidado y detalle los movimientos, rasgos y expresiones de los personajes. Por otra parte, las tomas abiertas hacen que entendamos mejor el entorno en el que crece Selva, sumergiendo al espectador en una atmósfera introspectiva. El contraste entre tomas, engloban el mundo en el que vive la protagonista.
Quirós Ubeda, comentó que los actores son de la comunidad retratada en la película, es decir, “son actores naturales” como ella expresó. Sin duda, esto contribuye a la honestidad con la que están formados los personajes. También explicó que los actores no trabajaron directamente con el guión. En este caso, los realizadores le dieron mayor importancia a la expresión corporal que a los diálogos.
Al tiempo que Selva entiende la muerte, vemos una estrecha relación con los animales, como son las serpientes y las cabras. Igualmente, los animales aparecen vivos y muertos, demostrando la simbiosis entre los seres vivos. Finalmente, la niña descubre que al morir cambiamos de piel, permitiendo que nos convirtamos en lo que queramos; lo que imaginamos. Tal vez nunca nos vamos, sólo cambiamos.
Muerte al verano
Por Salvador Nito
Como parte de la competencia de largometrajes mexicanos en el 17º FICM, una de las cintas participantes fue Muerte al verano (2019), ópera prima del director Sebastián Padilla. La adolescencia frenética, las emociones descontroladas y la música metalera se combinan en un interesante debut.
En ella, un grupo de adolescentes de Monterrey tienen el deseo de convertirse en una banda importante de metal. Uno de ellos, Dante (Yojath Okamoto), tiene un hermano en coma; cuando su novia (Ana Valeria Becerril) se queda para cuidarlo, su mundo da un giro.
Muerte al verano tiene elementos de un coming of age story, comedia y romance. Aún así, Padilla utiliza su película para hacer un comentario sobre la violencia que se vive en el país. En varias tomas los personajes caminan por calles al lado de cadáveres víctimas del crimen. En la cinta la violencia se ha convertido en algo cotidiano, una característica del paisaje.La cinta cuenta con una fotografía estilizada, donde se emplea las luces prácticas como una metáfora y temática recurrente. Visualmente es un trabajo de alta calidad.
En donde la cinta encuentra un punto débil es en el guión. Hay algunas escenas que pierden credibilidad para la audiencia, y que pueden llegar a caer en los lugares comunes. A pesar de esto, Muerte al verano es una producción de alta calidad, que además de ser entretenida posee un comentario social relevante.
Magari
Por: Naomi Ferrari
Todo parece sencillo cuando se es niño: conocer, cuestionar, relacionarse, pero sobre todo, creer. Existe un factor mágico en nuestros primeros años que nos permite mantener la fe en aquello que anhelamos y no vemos, como por ejemplo reunir a tus padres divorciados; visualizarlos juntos, vestidos de esposos como en un antiguo cuadro fotográfico.
Este es el sueño de Alba (Oro De Commarque), una niña de ocho años que vive con sus dos hermanos mayores, criados bajo la ortodoxia de su madre (Céline Salette) y su pareja en Paris. Su acomodada vida se verá transgredida a partir de las vacaciones de invierno transcurridas en Roma con su padre (Riccardo Scamarcio), un guionista frustrado, y su pareja Benedetta (Alba Rohrwacher).
Magari, ópera prima de la directora ítalo-británica Ginevra Elkann, cinta con la que abrió la 72° edición del Festival de Cine Locarno, es un retrato de la inocencia inherente a la infancia. A través de viñetas cotidianas exploramos personajes vulnerables que navegan entre recuerdos y miedos, tan honestos que no cuesta empatizar con ellos. Como audiencia aceptamos adentrarnos a esta historia desde la óptica de una niña, donde la religión se vuelve un vehículo de su deseo, casi como Aladdin con el genio de la lámpara.
“Magari” es una palabra que sólo existe en italiano, hace referencia a la posibilidad, a ese estado entre la melancolía y el anhelo de un próximo acontecimiento.
La película de Elkann nos deja claro que no existe la familia perfecta, que a veces la realidad puede revelarse mejor de lo que imaginábamos, con todo y cada uno de sus defectos.