Cuando en un arte industrial tan particular como el cine se aplican términos como "clásico" se corre el riesgo de que las palabras se desgasten o sean utilizadas a la ligera. Con una cantidad importante de estrenos que llegan a pantalla cada semana y los números de un negocio que no parece dejar de crecer cada vez parece más complicado encontrar calidad entre la cantidad. Hoy, justo en un momento en el que grandes blockbusters del mainstream ocupan la mayoría de las pantallas del país, un verdadero clásico se asoma a las pantallas de la Cineteca Nacional para recordarnos que lo realmente bueno no envejece y que, como dice el dicho de antaño, "el cine se ve mejor en el cine".
Ganadora de la Palma de Oro en Cannes en 1976, y gran perdedora de la entrega de los premios de la academia de Hollywood del mismo año, Taxi Driver significa, entre muchas otras cosas, la consagración internacional de Martin Scorsese. Un genio que, a lo largo de toda su carrera, levantará polémica allá a donde vaya y será aplaudido o criticado pero nunca dejará a nadie indiferente.
Maestro y visionario en el manejo de la cámara y referente de la puesta en escena y el retrato de las calles de su natal Nueva York, Scorsese consigue con Taxi Driver el primero de muchos de los mencionados anteriormente "clásicos" que coleccionará con el paso de los años. Así, al retrato de un chofer de taxi de la gran manzana seguirán títulos tan emblemáticos como Toro Salvaje, Buenos Muchachos, Pandillas de Nueva York o El Lobo de Wall Street que hoy tienen un lugar especial entre lo mejor de lo rodado en la ciudad más filmada del mundo.
La oportunidad de ver Taxi Driver en pantalla grande es invaluable. Sólo es cosa de tomarla.
Buen fin de semana. Vayan al cine.
@elmoremoreno