Tan sólo unas semanas después de que los distribuidores y exhibidores acordaran regresar a los estrenos de viernes, abandonando el experimento de lanzar las cintas los jueves, llega a cartelera el nuevo largometraje de Paul Thomas Anderson: Vicio propio. Justo en el día de la salida a vacaciones, y en medio de una serie de propuestas poco atractivas que demuestran la terrible crisis creativa del mainstream hollywoodense, la visión de un director como Anderson resulta un verdadero oasis en el desierto.
Irreverente y divertida, bizarra y arriesgada, Vicio propio resulta una extraña comedia negra que recuerda los inicios de la carrera del director que sorprendió a propios y extraños.
Más cercana al espíritu lúdico y revolucionario de Boogie Nights que a la crudeza poderosa de títulos como Magnolia, Petróleo sangriento o El maestro, Vicio propio no deja de tener el sello de un autor que nos recuerda la importancia del estilo en tiempos de propuestas pobres y vacas flacas. Por eso, y por el brillante trabajo de Joaquin Phoenix, esta semana mayor hay que correr a ver lo nuevo de Paul Thomas Anderson. Allá ustedes si no lo hacen.
Un abrazo. El More