SXSW es una bestia difícil de domar: 5,000+ presentaciones de cine, cultura digital y música que durante tres semanas toman por asalto el centro de Austin. Se cuenta que en 2007, durante las sesiones de Interactive, unos emprendedores presentaron una aplicación llamada… Twitter. Para el 2010, ya hasta Joaquín López Dóriga la utilizaba. Uno acude a SXSW al encuentro fortuito y a la pesquisa de tendencias. No importa si rescatas 3 entre 5,000:
1- Ideas para fiestas temáticas: Nos colamos en una fiesta de Skype, donde tocaba RJD2 (el DJ que hizo la rola con la que abre Mad Men). Algunos espontáneos bailaban ante cámaras dentro de pequeños sets que simulaban el típico back presente en toda conversación eskaipeada (libreros, dormitorios, cocinas). Los bailes se proyectaban contra pantallas de un circuito cerrado que incitaba a los demás a bailarle y dejar de hipsterear.
2- Aunque ya había oído a Bear in Heaven en la radio, el encuentro en vivo sobre la tarima del Club de Ville, refrendó la importancia de ver a un acto sin maquillaje, en un foro íntimo, muy al estilo SXSW: Trío oscuro y elegante de Brooklyn que ya va por su 2º álbum.
3- El rescate del anonimato: Con un muy tejano chilli con carne en la mesa y una jarra de sidra, preparábamos la escaleta del siguiente programa en un barecito universitario llamado Hole in the Wall. De fondo, comenzó a sonar un elec-tropi-pop cantado en castellano, tan ponedor como si fuese Santigold replanteada por Bomba Estéreo. Acudimos al llamado, para encontrarnos con un dúo chico-chica que estaba haciendo su acto ante una audiencia nula. Sin embargo, el show de Chucha Santamaría –un cubano y una boricua radicados en Oakland, California- no reparó en ello y continuó para dar un show intenso. Fue ahí que caché el true spirit de SXSW: una banda que se arriesga en unviaje quijotesco, al encuentro fortuito de al menos un crítico que los rescate del anonimato.