‘Allelujah! Don’t Bend! Ascend! (Constellation, 2012)
Por: Ricardo Marín- @reecardough
Hace casi diez años, una banda relativamente desconocida, si no era dentro de unos circuitos musicales muy especializados, anunciaba un descanso de tiempo indefinido. Hace dos años, esta banda decide juntarse nuevamente para hacer una gira. Hace un par de semanas, la banda lanza su nuevo álbum unos cuantos días antes de la fecha prevista. El resultado es magnífico.
Desde su imagen poco corporativa (con negatividad hacia la publicidad y poco éxito comercial), sus integrantes en constante rotación, sus desafiantes discos con canciones de veinte minutos, su nombre enigmático, entre otras cosas, Godspeed You! Black Emperor se ha caracterizado por ser una agrupación con estilo y sonido de quiebra, nunca ajustándose a los géneros de moda ni a la imagen moderna de los artistas musicales. A su descanso, GY!BE dejó un legado pequeño, pero duradero y muy sólido, convirtiéndose a lo largo de la década en uno de los grupos más emblemáticos de la música experimental, post-rock, etc.
Con su regreso, GY!BE nos confirman que quizá el descanso tomado fue una búsqueda creativa necesaria para volver con un sonido incansable: es imposible sentir un respiro de calma durante el disco, no porque tenga cortes salvajes (que sí los tiene), sino por lo emocionalmente comprometedor que se torna el álbum. Desde el inicio, ‘Allelujah! Don’t Bend! Ascend! (Constellation, 2012), el quinto material discográfico de la banda, presenta a una agrupación deseosa de trascender un sonido ya de por sí desafiante, y logra romper esa barrera de expectativa que nos mantenía a todos tensos sobre el nuevo material. Si hay algo que caracteriza a A‘Allelujah! Don’t Bend! Ascend!, además del compromiso emocional que envuelve a todos los escuchas, es su sonido desigual pero armonioso. Las canciones son completamente diferentes en estilo y progresión, pero generan un sonido melódico y cohesivo.
“Mladic” es la canción de 20 minutos que abre el disco con niveles épicos que rebasan lo recomendable. A pesar de su comienzo etéreo con guitarras y sus pedaleras, a la mitad se vuelve un salvaje recorrido de distorsión y ritmos pesados. Esto es sólo un ligero preámbulo para la gran catarsis de 34 minutos que procederán: en “The Helicopters’ Sing” nos rodea una atmósfera digna de película de terror, un ambiente tétrico que provoca claustrofobia, definitivamente un momento de erizamiento de piel en el disco para continuar con “We Drift Like Worried Fire”, el segundo corte de casi 20 minutos es un progreso andante a la canción más emocionalmente explosiva del disco, no hay manera de dejar al psique intacto al estar escuchando esta canción. Cerrando con “Strung Like Lights At Thee Printemps Erable”, el disco concluye en una distintiva textura de noise como último escape del recorrido musicológico escuchado.
‘Allelujah! Don’t Bend! Ascend! es una propuesta completa y sumamente contundente de un grupo que no hubiera podido dar menos. La división y combinación entre material etéreo (las canciones más cortas) y material “sólido” (canciones largas, por llamarlas de alguna manera) hacen de éste un producto entero y terminante en su propuesta atípica que corta la respiración mientras las canciones llegan a su fin. Cortes como “We Drift Like Worried Fire”, recuerdan a un post-rock más común pero también se ve el personal toque de la banda con su estilo de abstracción profundísima y sus drones característicos.
A pesar de ser este un nuevo material, paradójicamente, el disco constantemente nos remite al pasado, al sonido de los discos anteriores cuya profundidad musical y temática es similar. Este nuevo material es una especie de revuelta, para hacernos entender que el tiempo no es importante, sino el destino. El producto de la espera es un guiño a todo lo hecho anteriormente, a todas las emociones provocadas la primera vez. A lo largo de ‘Allelujah! Don’t Bend! Ascend! Se distingue una necesidad sonora de permanencia, como si el álbum gritara: “¡Esto aún no termina!” y Godspeed You! Black Emperor continúa en el negocio de destrozar almas a cambio de un módico precio: atención y ganas de innovación a través de un estilo melodioso alejado de lo convencional.