Por: Alonso Lavin Dos mujeres, dos voces, dos vivas ramas de un árbol de raíces profundas: Oumou Sangare y Alejandra Robles en el Plaza Condesa.
Alrededor de las 9:00, Alejandra Robles alias “La Morena” salió radiante al escenario; sus músicos de pantalón y guayabera blanca la esperaban solemnemente mientras ella repartía sonrisas a los ahí presentes. Empezó la música y durante aproximadamente una hora; jarana, bajo, batería, voz y saxofón (a veces clarinete) refrescaron el recinto con una brisa fresca de huapangos, chilenas y sones jarochos aderezados con elementos del blues, jazz y reggae. Ante un público empático, la oaxaqueña zapateó, recitó coplas y cantó temas populares como “La Malagueña” y “El cascabel” desde lo más profundo de su alma afro-mexicana. Su presentación concluyó inundada por un mar de aplausos cálidos, pero al cesar éstos, comenzaron las ansias por ver a Sangare.
En punto de las 10:30 el “Ave Canora” detuvo su vuelo para posarse frente a una audiencia llena de expectativas, la cual cayó rendida al escuchar su voz en vivo por primera vez. La maliense lucía un vestido africano y un turbante blanco, collares y pulseras de colores vibrantes decoraban su cuerpo y le daban un aire atemporal de sacerdotisa guerrera.
Su banda, integrada por un guitarrista senegalés de elegancia natural, un baterista blanco de habilidad negra, una corista de bailes extáticos, un bajista malgache reservado y misterioso, un percusionista carismático a más no poder y un kamelengonista de mirada pétrea; se encargó de mantener a la gente en un trance dancistico lleno de invocaciones, conjuros y magia. A lo largo del concierto, la “Diva de Malí” ofreció su manto protector a los desamparados y transmitió vibraciones de paz a través de canciones como “Seya”, “Iyo Djeli”, “Yala” y “Koroko”.
El ritual culminó con una explosión afrofunky de ritmos jugosos que colmaron las copas de los ahí presentes. Un brindis por la libertad en África y el mundo. ¡Salud!