Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza Dante Alighieri –Sí es triste ser pobre. Lo que más duele de ser pobre es el maltrato Agustina Joaquín Toribio
Te despierta la alarma de tu celular inteligente, te levantas, prendes tu calentador y te metes a bañar. Desayunas mientras lees las notificaciones de tus redes sociales. Abordas el transporte público o tu automóvil y partes rumbo al trabajo o a la escuela. Miras a tu alrededor: calles bulliciosas, tráfico inclemente, el ruido y la furia de una ciudad atestada por millones de habitantes.
Semáforo en rojo, decenas de vendedores (hombres mujeres y niños de todas las edades) rodean el enjambre de autos, para vender chucherías o limpiar parabrisas. Piensas: “Hay tanta pobreza…”. No pasa por tu cabeza un escenario peor, no alcanzas a vislumbrar un infierno de carencia absoluta, que sería inconcebible.
El diccionario de la Real Academia Española define a la ironía como: “Burla fina y disimulada”, tal definición resulta tragicómica si tomamos en cuenta que más de la mitad de la población mexicana vive en condiciones de pobreza (Oxfam, 2015), por otro lado, somos la patria de uno de los hombres más ricos del orbe: Carlos Slim Helú, el chiste macabro se cuenta solo.
Los ingresos de cincuenta millones de mexicanos, son equiparables a las fastuosas fortunas de un selecto grupo de empresarios. Excesiva riqueza en medio de un purgatorio de desolación y escasez perpetua.
El México profundo, ese que está apartado de los reflectores, programas sociales y el escrutinio de buena parte de la clase media nacional y definitivamente, ignorado por la clase política. El México bronco, indígena y agreste de las serranías, de los pueblos inaccesibles, de los cinturones de miseria que rodean las grandes ciudades, es el epicentro de la catástrofe humanitaria en la que viven sumidos los más pobres entre los pobres, los olvidados, los que no existen, los “otros”.
Bienvenidos al desierto de la realidad, bienvenidos al infierno.
Como el divino Virgilio guió a Dante en su travesía por el Inframundo, así el equipo interdisciplinario de reporteros, fotógrafos y videastas aglutinados en los colectivos Ojos de Perro y Cuadernos de Doble Raya guían a los lectores que se adentran por las páginas de Los Doce Mexicanos más Pobres. El lado B de la lista de millonarios, por el Hades de la extrema pobreza en México.
Las desgarradoras historias que muestran retratan las infamias, infortunios y peripecias de los seres humanos más vulnerables del país. Visibilizan a los invisibles, trazan la geografía del dolor y exhiben las inoperantes políticas públicas de combate a la pobreza.
Con el respaldo de Oxfam-México, coordinado por Salvador Frausto, Andrés Tapia y Mael Vallejo y publicado por Planeta, el libro es un esfuerzo colectivo producto de una exhaustiva investigación de campo.
Las doce historias presentadas son un sopapo directo que tira de tajo la venda que cubre los ojos de una nación enceguecida por el oropel y las bondades que vende a diestra y siniestra el sistema capitalista. Muestran en toda su crudeza escenas dantescas como las que Juan Rulfo plasmó en la desolada “Talpa” o “Luvina” y Buñuel en su dolorosa Los olvidados. El leitmotiv es la pobreza, la desolación total de seres humanos condenados a la ignominia y el ostracismo.
Imagínate tomar agua hervida para paliar el incesante dolor de estómago que lacera tu cuerpo o dormir como única opción para espantar el hambre acumulada, trabajar doce o más horas al día para conseguir menos de un dólar por jornada.
Por si fuera poco, aguantar el dolor de fiebres y enfermedades tratables porque no hay ningún servicio médico en cientos de kilómetros. Sólo resta esperar, tirarte en el suelo o en el amasijo de cobijas mugrientas que llamas cama y esperar a que el dolor amaine.
Imagina no estudiar o caminar de dos a cinco horas para llegar a un plantel educativo lleno de carencias.
Imagina no tener expectativas, no tener la certeza de un futuro. Salir, emigrar porque no hay de otra y darse de bruces contra el sueño americano que se transmutó en una pesadilla. Los días se suceden uno tras otro y no hay diferencia porque el hambre nunca cesa, la pobreza no termina y te devora poco a poco.
¿Lo imaginaste? Lejos de los vuelos imaginativos y los recursos literarios, el texto nos presenta una realidad lacerante, continua y dolorosa a la que no podemos permanecer indiferentes.
Salvador Frausto (coord.). (2016). Los doce mexicanos más pobres. El lado B de la lista de millonarios. México, DF: Planeta.