[Reseña] Ducktails- The Flower Lane

Por Eduardo Díaz Hace no mucho tiempo, Ducktails era el proyecto íntimo, solitario y reflexivo de Matt Mondanile, un originario de Nueva Jersey ahora residente de Nueva York, donde se dedicaba a jugar con sintetizadores viejos y a hacer todo tipo de ruidos con su guitarra. Sus primeros trabajos (sacados en cortas tiradas de cassette o viniles de limitada existencia) son eclécticos, “inmaduros” e incluso confusos intencionalmente, grabados en cobertizos para herramientas o algún sótano perdido en Nueva Jersey. El sonido del primer Ducktails se encuentra en un constante vaivén donde operan todo tipo manifestaciones; de pop fragmentado a krautrock o a largos drones lisérgicos.

Su esencia residía en la búsqueda entre el empolvado ruido de cassette, los 4-tracks y el delay de su guitarra. Así, Ducktails empezó como un proyecto nacido de la curiosidad, una curiosidad casi infantil que le permitía a Mondanile liberar todas esas intuiciones que en su otra banda, Real Estate, tenía que mantener mucho más limitadas.

En esto, Mondanile es en definitiva heredero de la tradición que a finales de los 90 y principios del siglo instauró Ariel Pink y que con muchos honores continuaría James Ferraro: un sonido que parece provenir de alguna otra década, canciones oníricas que empañan la imaginación. Aunque reducir la experiencia sonora a simple nostalgia sería injusto. La tradición a la que Mondanile se había inscrito parecía (y parece aún) llevar el pop a sus límites, acercándolo un poco más a la psicodelia y mezclándolo con géneros aparentemente opuestos como el noise o el drone.

La nueva vanguardia sonaba a Prince lisérgico o a un comercial ochentero de Pepsi. El círculo musical que Mondanile mantuvo desde que Ducktails se gestó en el 2008 fue precisamente éste, así que no resulta difícil trazar una línea guía que permita ver la transición del drone a The Flower Lane donde el tratamiento del pop resulta mucho más efectivo en términos de elaboración y producción. Cada instrumento adquiere energía propia, la voz de Mondanile deja de estar escondida entre el eco y la reverberación y nos deja ver su habilidad para desenvolverse dentro de un terreno que sólo había transitado con Real Estate. La elocuencia que Mondanile manifiesta en Real Estate está presente, sin duda, en los mejores momentos de The Flowe Lane, sin embargo, hay momentos de ligero endurecimiento o debilidad donde se puede advertir que aún falta afianzamiento.

 

Con su nuevo trabajo, Mondanile ya no presenta la mirada de un adolescente suburbano en busca de sonido ecléctico o de un pop desgarrado. The Flower Lane aparece como una sentencia, es decir, un álbum que apuesta no por el riesgo sino por el deleite de una melodía “catchy". “Ivy Covered House”, “Academy Avenue” o “Planet Phrom” (que por cierto es un cover de Peter Gutteridge) nos recuerdan al sonido jangly de Polaris en Las Aventuras de Pete & Pete; pero “Letter of Intent”, “The Flower Lane” o “Assistant Director” son una aproximación interesante a sonidos a los que Mondanile nunca se había acercado y que le dan frescura al álbum.Y esto es lo que hace, hasta cierto punto, interesante al álbum: con colaboraciones de exponentes importantes de la música experimental como Daniel Lopatin (Oneothrix Point Never), Joel Ford o Jessa Farkas así como de figuras relevantes del pop independiente como Martin Courtney de Real Estate o Alex Craig de Big Troubles; Ducktails deja la soledad y forma una familia que entrega un álbum que, en sus mejores momentos, es una exquisita demostración de pop y funk psicodélico así como también de episodios líricamente lúcidos de Mondanile.

The Flower Lane es un movimiento seguro por parte del neoyorquino y a la vez una culminación de un sonido que ha tratado de encontrar un camino de dónde sostenerse. 10 canciones que crecen no sólo en los alrededores oníricos y la nostalgia sino que, como todo buen pop, el lugar ideal para escucharse es en cualquier parte.

 

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