Entrevista con Daniel Krauze: Fallas de origen

Esta entrevista fue publicada originalmente en Revista Malinche: http://malinche.mx/  Por J.P. Salas

Daniel Krauze sabe que con su apellido es difícil obtener críticas imparciales respecto a lo que escribe; sabe que su primer libro, Cuervos, está dominado por una voz enojada y que su nueva novela Fallas de origen, tiene algunos detalles que le gustaría reescribir.

Precisamente por Fallas de origen, Daniel Krauze fue galardonado con el premio Letras Nuevas, que organiza Sanborns y Editorial Planeta.

La novela narra la historia de Matías, un joven escritor que vive en Nueva York y se droga más de lo que escribe. Un día Matías recibe una llamada telefónica desde México y le avisan que su padre está a punto de morir, lo cual ocurre a las pocas páginas. El regreso de Matías a su país de origen continúa su autodestrucción, la cual pasa por acostarse con la novia de su mejor amigo, drogar a su mamá en la boda de su hermana y, básicamente, arruinar a todos a su alrededor. Sólo para encontrarse con que, al final, es el recuerdo de su padre muerto una de las pocas cosas que puede rescatar de su desastrosa vida.

Sobre Fallas de origen y otros aspectos literarios de su obra, habla Daniel Krauze en la siguiente entrevista:

¿De dónde surge la idea de Fallas de origen?

Yo había escrito dos libros antes que éste: Cuervos y Fiebre, y Planeta me buscó hace casi dos años para reeditar Cuervos y sacarlo en un formato más barato. Les pedí permiso para revisar el libro y me di cuenta que había partes que no me gustaban para nada, pero había una historia en particular sobre un cuate que se llama Matías, quien está metido en un aeropuerto en Madrid esperando regresar a México porque su papá se está muriendo. Me parecía que era el único cuento que valía la pena del libro y que había una historia que contar sobre lo que le ocurría al personaje si regresaba a México después de haber huido por tanto tiempo. A partir de esa semillita empezaron a salir otras ideas y de ahí surgió Fallas de origen.

Precisamente hay mucho de Cuervos en la novela, por ejemplo: Matías también tiene un libro publicado anteriormente que habla de las historias decadentes de sus amigos.

Te voy a decir la verdad: eso no estaba en el primer borrador de Fallas de Origen, se lo metí después y no por un juego meta-literario mamón, sino como una especie de muletilla. Yo tenía que conectarme con el personaje y en la primera pasada que le di a la novela escribí 150 páginas que no estaban bien; no encontraba el corazón de Matías y como escritor es muy evidente cuando estás escribiendo algo muy lejano a tu sensibilidad. Tuve que encontrar trampas para vincularme con él y que se asemejara a mí en más cosas para poder narrar con su voz con mayor facilidad. Uno de los hallazgos para facilitarme esta tarea fue que mi protagonista de Fallas de origen fuera autor de Cuervos.

Vas construyendo personajes que al final parecen perder relevancia en la novela hasta dejar solo a Matías, ¿por qué?

¡Ay güey!, está buena esa pregunta. Creo que es un defecto de la novela, no un acierto. Nunca lo había pensado, pero creo que la novela es un proceso en el que el personaje se quema y en los rescoldos, en las cenizas, tiene que ir hallando lo que vale la pena. Entonces en este proceso de ir quitando lo que ha quemado, los personajes se acaban cayendo por la borda. Los otros personajes se van quedando atrás y Matías tiene que aislarse para salvarse solo. No sé qué tan deliberada fue esta justificación cuando escribí la novela, pero creo que funciona.

La novela narra la gran autodestrucción de Matías pero al final eliges redimirlo, ¿por qué?

Eso es porque no tuve güevos para escribir un final mucho más vago. Yo ahorita estoy en una maestría en literatura en Estados Unidos y un profesor me dijo que la gran literatura es un círculo que no se cierra por completo, o que intenta cerrarse y cambia de dirección. Yo tenía una sensibilidad fílmica con Fallas de origen mucho más que una sensibilidad literaria y no me atreví a dejar ese hueco. ¿Qué tan válido es eso desde el punto de vista literario? Creo que no mucho. Pero es una experiencia que para el lector puede ser conmovedora.

Hay varias peleas en el libro en el que uno no puede evitar apoyar a Matías, pero también hay momentos en los que uno ya no se puede poner de su lado.

Lograr eso me interesaba mucho. En Cuervos era muy evidente con cuáles personajes o situaciones simpatizaba yo. Era muy evidente que estaba diciendo: estos son los malos y estos son los buenos. En Fallas de origen me interesaba que hubiera varios personajes que cuestionan lo que hace Matías. Es decir, que quede claro que yo no estoy diciendo que Matías está bien y que él es el bueno y sus amigos son los malos, es mucho más difuso que eso. Me interesaba mucho esa ambigüedad moral porque Cuervos nunca la tiene.

En Fallas de origen sigue existiendo una crítica a la frivolidad, pero también hay una crítica al propio Matías e, incluso, un cuestionamiento sobre la validez de un libro como Cuervos.

Completamente. Fallas de origen es un análisis de la persona que escribió Cuervos y de Cuervos en sí y de qué tanta razón tenía cuando lo escribí. En ese entonces yo era sumamente nihilista y pesimista y pensaba que todo estaba muy mal, pero creo que literariamente Cuervos no es contradictorio ni ambiguo. Hay muchas cosas de ese libro que me incomodan y por momentos no puedo creer que me sorprendieran esas situaciones ni que estuviera tan enojado con ellas. Creo que Matías es eso: un personaje que está muy enojado por cosas que dices: ¿Es en serio?

La relación de Matías con el recuerdo de su padre también es ambigua, por momentos lo idealiza y por momentos lo odia.

Esa es una lectura interesante y no sé qué tanto es un acierto y qué tanto es una falla del libro. Creo que funcionaría mejor si Matías fuera muy sarcástico con respecto al papá todo el tiempo y en el último capítulo que se diera esta suerte de redención. No es un acierto de la novela el hecho de que sea muy evidente que él siente una culpa con el papá. Además, él está enojado con su padre porque él es el motivo por el cual Matías tiene que regresar a vivir a México, a un país en el que no quiere estar, con gente con la que no quiere estar, donde no logra conectarse y en el fondo también es un poco un mamón, se las da de intelectual en ciernes y cree que Nueva York conecta mucho mejor con él.

Es un personaje con muchas contradicciones, incluso se cree tan superior que opta por no hablar ni de arte.

A mí me parece que la literatura conecta cuando hay contradicciones en los personajes y en la manera en la que operan. Matías tiene contradicciones que son un acierto. Por una parte tiene esto de “guácala México” y todos los pinches hipsters que se las dan de artistas, pero por otra parte no se mete a hablar de arte ni de literatura, ¿por qué? Porque realmente sabe menos de lo que dice saber es una posibilidad, o porque cree que él está por encima de las discusiones porque es un pinche neoyorkino y qué va a estar metiéndose en las discusiones con mexicanos que no tienen ni puta idea. Fíjate que tiene un comentario con un nivel de malinchismo asqueroso: “Esos pinches nacos que creen que La Condesa es SoHo”.

La pregunta frívola de la tarde: ¿Cómo recibiste el premio Letras Nuevas?

Para mí el premio, más allá de la remuneración económica, fue una gran noticia. Yo siempre he buscado críticas y juicios a lo que escribo que no estén manchados por mi apellido, porque luego si te echan muchas flores piensas: ¿por qué me está echando tantas flores este güey?, ¿trabaja para Letras Libres?, ¿quiere trabajar para Letras Libres? Y también al contrario, si son muy agresivos pienso que no es por mí sino por mi padre. Me gusta el premio porque es la primera vez que sé que algo mío vale la pena, o por lo menos vale la pena con un cierto grupo, porque al fin y al cabo eso significa que le gustó a un grupo de tres dictaminadores y a un jurado de cinco personas sin mi apellido. Eso es lo que me interesaba del concurso y en ese sentido está poca madre.

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 Daniel Krauze  Fallas de origen  Joaquín Mortiz México, 2012 256, pp.

 

Foto: Reporte Índigo

 

 

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