Leonora Milán, @leos : Cada vez que una de mis bandas favoritas edita material nuevo, me invade un sentimiento polar: me da toda la emoción, y a la vez me aterra. La emoción no necesita explicarse, pero el terror tal vez sí… Simplemente me angustia ser decepcionada. Así que cuando Arcade Fire empezó a dar pistas de su nuevo álbum, Reflektor, me preparé para lo peor. Cuando solo había eso, pistas, las olas de emoción peleaban con las de angustia, en magnitudes iguales ya que no se sabía a qué iba a sonar, pero se barajeaba el nombre de James Murphy como productor. Angustia con eso, porque cuando alguien tan intrusivo va a manosear la obra de una banda que ha logrado manejar su sonido y mantenerlo, no se sabe qué podría resultar.
Siento que no es una obra tan cohesiva como trabajos anteriores. No hay una línea musical tan clara, hay más momentos prescindibles, el discurso es menos uniforme, tal vez hasta menos honesto. Están explorando sonidos, no sé si de propia voluntad o a sugerencia del productor; y tampoco sé si me encanta. ¿Reggaetón, por? Si algo no necesitaba Arcade Fire es tratar de acotar sus composiciones a ritmos de moda. “Joan of Arc”, por ejemplo. Esa batería y esos coros los hemos escuchado hasta el cansancio en bandas mucho menos capaces. Y los rellenos; esa segunda parte de “Here comes the Night Time”, por ejemplo, o “You Already Know”. Es eso, lo siento rellenado. Y cualquier disco de 75 minutos que se sienta rellenado es porque tal vez no tuvo que haber sido tan largo. Muchas de las canciones que lo componen hubieran sido considerablemente mejores si les hubieran recortado un minutito, por lo menos.
Sobre el tema de las pérdidas… Lo que tienen que cuidarse de no perder es la credibilidad. El ser originales. Lo más peligroso que podría pasarle a esta banda es empezar a sonar genérica. No necesitaban un productor que los encaminara hacia allá. Tampoco necesitaban tanta faramalla publicitaria; teasers, mensajes secretos, estrenos simultáneos de videos interactivos y no interactivos, giras misteriosas y finalmente, filtrar ellos mismos el material unos días antes. Cuando un producto es bueno, no hace falta sobrevenderlo. Y Reflektor es un buen producto. No estoy tan convencida, sin embargo, de que sea tan buen disco.
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Xime Goka, @xime_goka :
Si Funeral (Merge, 2004) fue el retrato de una infancia suburbiana (mezclada en inocencia y tenue rebelión adolescente),y Neon Bible (Merge 2007) fue el disco político: anti-bélico, anti-establishment y anti-religioso. The Suburbs (Merge, 2010) sería la continuación de su álbum debut, un nostálgico regreso al lugar en donde se forman las primeras memorias. Bajo la premisa de álbum conceptual, Reflektor se basaría, en lo estético, en la mitología griega -más específicamente- en el mito de Orfeo y Eurídice. (El único hombre que pudo ablandar a Hades y a los demonios del inframundo con sus dotes musicales) en lo musical en el género rara de música haitiana y en lo filosófico en el ensayo de Kierkegaard: “The Present Age”
Ahora bien, el disco está dividido en dos partes; más de 50 canciones fueron compuestas, y en la masterización y refinación a lado del productor James Murphy, el proyecto final quedó con 13 canciones. La primera parte está formada por la sección rítmica ( y donde se nota más la mano de Murphy) ; hay una pieza de dub sabrosísima llamada “Flashbulb Eyes” y la épica de estadio – con palmadita en la espalda a Bruce Springsteen incluída- “Normal Person”. La segunda parte comienza con el reprise orquestal de “Here Comes The Night Time”, y marca la ambientación ensoñadora, acústica y nocturna con la que seguirán las dos canciones dedicadas a Orfeo y Eurídice. Hay vastos detalles en cada canción, que a una cuidadosa escucha, pueden resultar hermosos. Reflektor en su totalidad, posee tintes de rockabilly, reggae e incluso punk (los inicios de “Joan of Arc”)
Sin embargo, aparte de la incursión en terrenos musicales desconocidos, la fuerza con la que se ha caracterizado Arcade Fire pasa casi-desapercibida en Reflektor. Los himnos que sonaban mejor cuando eran gritados a todo pulmón parecen ausentes en el disco. Reflektor es rico en arreglos, en madurez musical, en cadencia, incluso. Es cuidadoso, detallado y como cualquier pieza de museo, estéticamente bello. Pero tras darle algunas vueltas a sus trece canciones, se siente la falta de aquella chispa de emoción, de las canciones gestadas con el alma y cantadas por las entrañas y el corazón; aquellas canciones que nos dejaban con la piel chinita y la voz ronca.
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El disco físico del extracto lo pueden encontrar en la Roma Records, que se encuentra en Álvaro Obregón 200, Colonia Roma. Para más información visiten su sitio web: laromarecords.com