Por Cheo Rodríguez, Embajador del Ritmo del Pocajú y su Vicepresidente de Tecnología y Síncopa, Yéred García
El pasado sábado 23 de mayo concluyó la cuarta edición del festival Oasis Jazz U Latin Fusion, que este año dedicó su programación a las múltiples fusiones que la síncopa y los ritmos hispanoamericanos son capaces de lograr. Desde las paradisiacas instalaciones del complejo de Oasis Hotels & Resorts, en Cancún, Quintana Roo, los asistentes al festival pudieron disfrutar de seis conciertos de altísima manufactura cortesía de maestros provenientes de toda Iberoamérica.
Las sesiones comenzaron el 14 de mayo con el bajista mexicano Hiram Gómez, quien presentó a lo que se dedica cuando no está colaborando con Armando Manzanero, Billy Cobham, Paquito D’Rivera o cualquier otro que requiera de sus cuerdas: un conjunto de jazz inspirado en los sonidos brasileños y del Caribe.
Una semana después, el festival reanudó sus actividades a partir del 21 al 23 de mayo, con las presentaciones restantes del guitarrista español Juan D’Anyélica, de la orquesta chiapaneca Na´rimbo, de la orquesta de salsa del pianista nuyorican Eddie Palmieri, del cuarteto de jazz del pianista mexicano Héctor Infanzón y del cantaor madrileño Diego El Cigala.
El jueves 21, D’Anyélica, residente de Cancún desde hace una década, ofreció reinterpretaciones de la sabiduría popular junto a su banda Flamenco Fusion. Las ágiles manos del ibérico repasaron versiones ‘jondas’ instrumentales de Roberto Carlos, Chavela Vargas, Chick Corea y hasta de "Sultans Of Swing" de Dire Straits.
Un día después, ya en la Arena Oasis -tremendo auditorio al nivel de cualquier venue capitalino dentro del complejo Xanaduesco del Hotel- Na’rimbo, del sureste mexicano con amor, maravilló al público con su propuesta de marimbas salvajes, jazz y percusiones afrocaribeñas. Este noneto originario de Chiapas concilia la erudición marimbista de su tierra natal con el cosmopolitismo del jazz.
Palmieri, con casi ochenta años de vida y cincuenta al frente de un piano encabezando una orquesta, fulminó la noche del viernes 22 de mayo con su ‘potencia contenida’ (como él define su música). El ‘Rompeteclas’ expuso una cátedra de candela desparramada, delicadeza necesaria para hacer bailar a medio auditorio entre humo de puro cubano. El pilar de lo que ahora se conoce como salsa dirige una orquesta con el movimiento de sus cejas, una sonrisa torcida o un patrón de movimiento mínimo de su brazo. Sus músicos forman una familia arriba y abajo del escenario, esa es la clave de su maestría, según el maestro Palmieri.
El sábado 23 de mayo, Infanzón y sus tres muchachos presentaron la obra Citadino, la cual fue grabada por el pianista chilango en 2007. Citadino, en palabras de Infanzón, fluye como la jornada diaria en la paradójica capital mexicana. Belleza, caos, historia milenaria y mestizaje interminable. En las pantallas se exhibieron imágenes del centro histórico a través de los años, así como time-lapses de los lugares emblemáticos del primer cuadro de la Ciudad de México.
Para clausurar la velada y el festival, Diego el Cigala se presentó en medio de gran expectación. El cantaor consentido de la actualidad interpretó temas de su más reciente disco de tangos, Romance De La Luna Tucumana (2014) y otros éxitos al lado un cuarteto y con la aparición especial del cantante y compositor cubano Francisco Céspedes, cuya delgadez dejó atónitos a los presentes (entre los que figuró el celebérrimo pianista cubano Chucho Valdés, hijo de Bebo Valdés, también maestro de las blanquinegras que grabara con Lágrimas Negras (2003) con El Cigala y le regalara fama mundial ).
Para conocer los detalles completos de esta celebración musical no olvide sintonizar #LaEmbajadadelRitmo de Radio Pocajú este sábado 30 de mayo a las 12:00pm, a través de Ibero 90.9.
Mientras tanto goce esta fotogalería de los mejores momentos que se vivieron el pasado fin de semana en el Caribe mexicano cortesía de la lente del Vicepresidente de Tecnología y Síncopa de #LaEmbajadadelRitmo, Yéred García. La edición de las mismas es de Ameyaltzin Correa.
¡Aloha, Maraja!