Foto: elnacional.cat La primera vez que escuché el término “Poeta Laureado” fue en un capítulo de Los Simpson: Lisa, fingiendo ser una gimnasta universitaria, asistía a una lectura de poesía en el Café Kafka para escuchar a Robert Pinsky, quien tras leer su poema “Impossible to Tell” cuenta una anécdota de él con el presidente en la Oficina Oval.
Pasados los años, acercándome a algunos autores norteamericanos de renombre, noté que dicha distinción se repetía en el currículum de varios de ellos. Cuando en 2015, mientras Donald Trump buscaba su candidatura presidencial, se dio la noticia de que Juan Felipe Herrera se convertiría en el primer poeta de origen latino al ser condecorado como laureado; en ese momento, supe que algo interesante estaba pasando y que no se le estaba dando la atención suficiente.
¿Qué es un poeta laureado?
Se le conoce como Poeta Laureado Consultor en Poesía de la Biblioteca del Congreso a aquél poeta que ha sido elegido por el bibliotecario de dicha biblioteca para “servir como rayo oficial de la nación para el impulso poético de los estadounidenses”, es decir, que tiene la tarea de “elevar la conciencia nacional a una mayor apreciación de la lectura y escritura de la poesía”. Durante un periodo que comprende ocho meses, de septiembre a mayo, el escritor en cuestión desarrolla un proyecto con el que pretende acercar al público en general a la poesía, apoyado por los recursos gubernamentales. (Algunos estados de la nación otorgan el mismo cargo, como Nueva York, Arizona o Maryland.)
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Por ejemplo, de 1991 a 1992, Joseph Brodsky impulsó una campaña donde se le proporcionaba poesía a la gente en aeropuertos, supermercados y habitaciones de hotel. Billy Collins, laureado de 2001 a 2003, inició el proyecto Poetry 180, donde se distribuyó un poema diario por 180 días para su lectura y discusión dentro de las aulas de las preparatorias norteamericanas. Por último, Rita Dove se apoyó en otros escritores para explorar la influencia de la diáspora africana a través de los ojos de sus artistas y así, impulsó la poesía infantil y el jazz en los años 1993 a 1995.
Su importancia radica en que, al ser poetas oficiales, no sólo son la cara literaria del gobierno hacia la población para impulsar la lectura, sino que además su obra creativa tiene que estar ligada a los sucesos de su país y su relación personal con éste.
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El Poeta Laureado y la inmigración
A lo largo de los constantes ataques de Donald Trump a los inmigrantes, se ha hablado mucho sobre la importancia cultural que éstos tienen en el establecimiento de Estados Unidos como nación. El cargo del Poeta Laureado es un ejemplo de ello.
Desde 1985, año en que se agregaron las palabras “Poeta Laureado” al título de Consultor en Poesía de la Biblioteca del Congreso y que data de 1937, no todos los personajes que han transitado por dicho honor son precisamente el modelo de estadounidense blanco y con algún antepasado que haya luchado en la Guerra Civil. Hay tres casos que son importantes y que valen la pena recordar.
En primer lugar está el antes mencionado Joseph Brodsky, que tuvo que salir exiliado de su tierra natal, la entonces Unión Soviética, ya que fue perseguido por su gobierno al no hacer de su obra una exaltación de la Revolución Rusa y el socialismo, al grado de ser considerado un “parásito social” y “pornógrafo anti soviético”. Tras algunas condenas a trabajos forzados y con el apoyo de varios escritores internacionales, pudo establecerse en los Estados Unidos y adoptó la nacionalidad en 1977. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1987.
Otro gran poeta laureado involucrado con la inmigración es Charles Simic, nacido en Belgrado, antes Yugoslavia hoy Serbia, en 1938. El entorno de su infancia fue una Europa devastada por la guerra, tratando de huir de su patria hasta lograr asentarse con su familia en Chicago a sus 16 años. Simic es considerado uno de los poetas más importantes de la segunda mitad del siglo XX, en cuya obra podemos encontrar una especie de surrealismo cotidiano, donde el objeto más simple brilla en su aspecto más extraordinario.
Los otros poetas cuyo origen está involucrado con la inmigración son Howard Nemerov, Mark Strand, Stanley Kunitz, Billy Collins, Louise Glück, Philip Levine, Natasha Trethewey (cuya historia no es de inmigrantes, sino racial: su padre era blanco y su madre negra, y al casarse violaron la ley que prohibía el matrimonio interracial un año antes de que ésta fuera derogada) y Juan Felipe Herrera actual laureado.
¿Quién es Juan Felipe Herrera?
Hijo de inmigrantes mexicanos (su padre de Chihuahua, su madre del barrio de Tepito, en la Ciudad de México), Juan Felipe Herrera nació en 1948 en el estado de California. Durante su infancia se le prohibió hablar español en la escuela, convirtiéndolo en un niño tímido y silencioso; hasta que a los 12 años decidió dejar de callar al unirse al coro de su colegio. En sus años universitarios, la década de los sesenta, pudo ser testigo de luchadores sociales como Martin Luther King, César Chávez y Dolores Huerta.
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Herrera menciona que creció en un ambiente plenamente literario, pero no porque estuviera rodeado de libros: sus raíces son los cuentos y canciones populares, incluyendo los corridos y antiguas narraciones que se contaban entre la comunidad.
Por otra parte, entiende la poesía como una renovación del lenguaje, por lo que mezcla el inglés y el español en sus poemas como registro de su entorno y nacimiento de una identidad. Estos dos aspectos aunados a su tendencia a la lucha social, lo convierten en uno de los mayores exponentes de la literatura chicana. Ejemplo de ello es una de sus obras más reconocidas: 187 Reasons Why Mexicanos Can’t Cross the Border. Cuando en 2015 se le informó a Juan Felipe Herrera que había sido escogido para ser el 21° Poeta Laureado de los Estados Unidos, él sabía que no enfrentaría una tarea del todo nueva, pues ha dedicado gran parte de su vida al trabajo comunitario y la difusión de la poesía en los barrios latinos de California, trabajo que lo llevó a ser poeta laureado de dicho estado en 2012.
Ahora que cuenta con el soporte de la Biblioteca del Congreso, lleva a cabo el proyecto La Casa de colores, un portal en línea que consta de dos partes, “La Familia” y “El Jardín”. En la primera, Herrera invita a toda la población estadunidense a escribir un pequeño fragmento de un poema épico construido por el pueblo, sin autoría, siendo el verdadero autor la sociedad misma; en el segundo, el poeta recorre en video podcast la Biblioteca del Congreso mostrando todos los recursos que se tienen a la mano para aprovecharla al cien, como los ejemplares raros o antiguos de varios libros. También es de resaltar su producción poética estos dos últimos años. Como dije anteriormente, existe la obligación de hablar de lo que sucede en su nación. “i Will Lov U 4Ever, Orlando” sobre la masacre ocurrida en una bar gay de Miami, “@ the Crossroads—A Sudden American Poem” en honor a las muertes ocurridas en ataques policiacos hacia la comunidad negra a lo largo de Estados Unidos, e incluso “Ayotzinapa” por los 43 normalistas desaparecidos, hablan de un Juan Felipe Herrera como un poeta comprometido con su oficio y su posición.
A pesar de ello, estos poemas no se sienten panfletarios, ya que la poesía de Herrera está ubicada en un mundo de amor que se siente desmoronado por el odio que radica en la gente y sale a destruir, en una especie de tristeza pero con esperanza de que el amor del mundo vuelva a reinar.
Sobre Donald Trump el poeta sólo ha dado una pequeña pero certera opinión. En entrevista para el programa Democracy Now, expresó que no es buena la búsqueda de divisiones entre la gente, que los inmigrantes documentados también trabajan, viven y mueren en esa tierra. “Necesitamos apoyo, recursos, educación, más recursos educativos, y no ese tipo de comentarios.” En este contexto ¿quién querría ser el poeta laureado de Donald Trump?
Durante la administración de George W. Bush, su esposa Laura se vio involucrada en la organización del National Book Festival que cada año realiza la Biblioteca del Congreso. Entre sus invitados estaba la poeta Sharon Olds, quien en una carta abierta rechazó la invitación como protesta por la Guerra de Irak. Entre las actividades estaban una cena en la biblioteca y un desayuno en la Casa Blanca. Olds respondió de esta manera:
“Lo que se me venía a la mente era que yo estaría tomando los alimentos de la mano de la Primera Dama, que representa a la Administración que desencadenó esta guerra y que desea su continuación, incluso hasta el punto de permitir la «rendición extraordinaria»: el transporte de personas a otros países, donde serán torturadas para nosotros.
Muchos estadounidenses que se sentían orgullosos en nuestro país ahora sienten angustia y vergüenza por el actual régimen de sangre, mutilaciones y fuego. Pensé en los limpios manteles de su mesa, en los cuchillos brillantes y en las llamas de las velas, y no pude aguantarlo.”
El nuevo presidente de los Estados Unidos ya ha sido repudiado por el mundo literario de ese país en una carta abierta que han firmado más de 450 escritores. Los nombres que más destacan son los de Junot Diaz, Gregory Pardlo, Stephen King, Rita Dove, Tracy K. Smith, Charles Bernstein y Lydia Davis. La razón: “Porque, como escritores, estamos particularmente conscientes las muchas formas en que el lenguaje puede ser abusado en nombre del poder”.
Quien nombra y elige al Poeta Laureado es el bibliotecario de la Biblioteca del Congreso, dicho puesto es designado por el presidente de los Estados Unidos y el cargo dura diez años. La última designación fue hecha en 2016 por Barack Obama, es decir, Donald Trump no tendría injerencia en el nombramiento del nuevo poeta. Sin embargo, quien sea elegido no deja de representar una administración basada en el odio.
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La actual bibliotecaria, la afroamericana Carla Hayden, tendría dos opciones al momento de tomar una decisión. Una sería crear una especie de resistencia poética, donde se siguiera reconociendo la voz de otros grupos que forman la cultura literaria de los Estados Unidos, y a partir de ello no validar el discurso de Donald Trump.
Nombres no faltan. Alberto Ríos es otro latino que seguiría los pasos de Herrera; el nacido en Indonesia, Li-Young Lee, se ha erigido como una de las voces más interesantes de la actualidad; Vijay Seshadri, originario de la India, es otra opción para mostrar la riqueza cultural del país del norte; el nativo americano Sherman Alexie sería alguien que podría sanar años de abuso desde el puesto de Poeta Laureado; los afroamericanos Claudia Rankine y Yusef Komunyakaa podrían trabajar en el mismo camino que ya han recorrido Rita Dove y Natasha Trethewey; por último, una poeta activista como Carolyn Forché le daría una cara diferente a la nueva administración presidencial.
La otra opción que tendría Hayden es ser rechazada una y otra vez de la misma forma en que Sharon Olds rechazó compartir la mesa con la Primera Dama, de la misma forma en que varios grupos y cantantes rechazaron tocar en la fiesta de inauguración de Donald Trump, y seguir buscando hasta que encuentre a alguien sin mérito que necesita unos cuantos reflectores. Algunas fuentes predicen a Kid Rock como el próximo poeta laureado.