En Recife, el 23 de junio próximo, se enfrentarán las selecciones de México y de Croacia en el marco del Mundial de futbol de Brasil. En esa ciudad nació uno de los más grandes poetas de lengua portuguesa en el siglo pasado: Joao Cabral de Melo. Un poeta que reconoce no haber tenido influencia ninguna en las nuevas generaciones de escritores brasileños pero que reconoce, asimismo, no haber tenido predecesores. De la obra íntegra de Joao Cabral me retiene el impresionante poema “Vida y muerte Severina”, pieza verbal que tiene un sobre-escrito o epígrafe que arroja luz contextual: “Severino asiste al entierro de un labriego y oye lo que le dicen del muerto los amigos que lo llevaron al cementerio”. La primera estrofa me hizo recordar el bellísimo cuento de Tolstoi “¿Cuánta tierra necesita un hombre?”: “-Esta tumba en que ahora estás/palmo a palmo, bien medida,/es la escasa tierra propia/que te cabe en esta vida”. La anécdota del cuento de Tolstoi es la siguiente: un hombre le pide al rey que le brinde posesiones, tierras. El rey le contesta: todo lo que recorras a pie en un día será tuyo. El hombre, acicateado por la ambición, recorre cientos de kilómetros hasta desfallecer, fulminado, muerto. ¿Cuánta tierra necesita un hombre?La tierra de su tumba, como en el poema de Joao Cabral de Melo. La segunda estrofa del poema de Joao Cabral refuerza la temática hiriente e irónica de la primera: “Es sitio de buen tamaño,/no muy ancho ni profundo/es la parte que te cabe/de este latifundio”. No puedo saber si Joao Cabral conoció el cuento de Tolstoi, pero la coincidencia es reveladora. El remate es aleccionador: “-Es una tumba grande/para tu carne poco/pero es tierra regalada/y no vas a abrir la boca”. La tierra regalada en ambas obras de alto calibre literario. El puente entre la narración de Tolstoi y el poema de Cabral de Melo es resistente y espejeante.
Que no muera la esperanza de México en el terruño de un campo de futbol Recife.