El viaje intergaláctico al cinturón de orión con ‘Mint’
Cualquier tipo de música, al escucharla con los ojos cerrados, te genera una imagen; desde colores, hasta paisajes completos. Y sin duda, ninguna banda crea escenas tan vívidas como Orions Belte, la agrupación noruega que nos pinta un cuadro completo con su nuevo álbum Mint.
Compuesta por el guitarrista Øyvind Blomstrøm, Chris Holm en el bajo y Kim Åge Furuhaug en la batería, Orions Belte mezcla elementos musicales de diversos géneros con un aire psicodélico, creando un sonido cinemático que se adapta a cualquier situación y momento. No es casualidad que la banda lleve el nombre de la novela noruega Orions Belte que posteriormente se convertiría en una película de culto. Precisamente “Alnitak”, la última rola del disco, está inspirada fuertemente en la emoción que transmite la película y cómo a partir de ella surge la banda.
A lo largo del álbum, la agrupación de Oslo transporta al escucha, desde su coche en el tráfico, las bocinas de su casa o la comodidad de sus audífonos, a un ambiente que simula estar flotando en el espacio con las estrellas al alcance de su mano. Todo esto a través de una travesía que pasa por cielo, mar y tierra, y que es predominantemente guiada por el sonido de una guitarra.
El disco inicia con “New Years Eve #2”, un track influenciado por el surf que da la sensación de estar acostado en la playa, con la arena entre los dedos, observando el oleaje al atardecer. Cuando termina la canción, la luna se eleva, indicando que es tiempo de volver a casa. Por eso “Papillon”, la segunda rola, te sumerge en un ambiente melancólico perfecto para el camino de regreso. En consecuencia, el álbum se torna más enérgico y despega con el inicio de “Joe Frazier”, canción titulada en honor al boxeador que derrotó a Muhammad Ali en la llamada “pelea del siglo” en 1971. La canción tiene una guitarra con tintes bluseros que encantaría a cualquier fan de Muddy Waters, además de ser la única rola en todo el disco que incorpora voces y no sólo instrumentación de los tres músicos.
Continuando con el viaje hacia el espacio, el rolón “Moving Back Again” nos lleva a un roadtrip por una carretera desértica, tomando prestado melodías y acordes del country y el folk estadounidense. “Le Mans”, el siguiente track, nos une aún más al asfalto y a la velocidad, ya que lleva el nombre de una de las carreras de autos más legendarias. Sónicamente, la canción te traslada a la bella ciudad europea de Mónaco, a finales de los sesenta e inicios de los setenta, cuando pilotos inolvidables de la Fórmula 1 como Jackie Stewart y James Hunt pilotaban sus feroces automóviles en las calles del principado, impulsados por el peligro y la adrenalina.
“Picturephone Blues” la séptima canción de Mint, hace honor a su nombre con una guitarra cuyos acordes te hacen imaginarte a Hendrix sentado en un camión mirando por la ventana, mientras toca una rola que suena como una emotiva despedida.
Acercándonos ya al final del disco, la penúltima canción, “Atlantic Surfing”, fue uno de los sencillos lanzados por Orions Belte previo al álbum y sin duda, es uno de los momentos más épicos que presenta la banda; una sinfonía que podría adentrarse sin que nadie se diera cuenta en el tracklist del álbum Hardcore Will Never Die, but You Will de la banda escocesa Mogwai. Con siete épicos minutos llenos de una textura que incorpora elementos del post-rock, esta canción es digna de formar parte del soundtrack de algún thriller de acción.
El último minuto y medio de “Atlantic Surfing” nos adentra al final de Mint, mientras cruzamos la estratosfera y nos acercamos con el comienzo de “Alnitak”, la última canción, al espacio exterior. Con esto, nuestro viaje termina en la órbita de una de las tres estrellas del cinturón de orión.