I am a universalist, I believe in the family of man, I believe in the brotherhood of man, I am curious about my neighbor I hope he is curious about me… I sing Jewish songs not because they are better songs than the songs of my neighbor, I sing them because they are mine and unless I sing them, that part of the culture will vanish and that wonderful meadow with proliferating flowers, with a profusion of flowers, will have the Jewish flower missing, that’s why I sing Jewish songs.Theodore Bikel, “(Rock the) Belz” en el disco Ghettoblaster de Socalled
Un afroamericano de Baltimore improvisa hip hop en arameo para aprenderse pasajes del Talmud; un intérprete de viola mexicano busca el modo de unir ritmos latinos y música klezmer y crea una de las bandas más interesantes de la escena musical contemporánea; un sefaradita de Nueva York se pone a desenterrar canciones en ladino, la lengua de los judíos expulsados de España, para tocarlas con el sonido característico de su banda de Indie rock. Mientras, en Montreal, el músico, DJ y mago Josh Dolgin, mejor conocido como Socalled, graba con leyendas de la tradición musical judía como el argelino Enrico Macias o el actor y cantante Theodore Bikel; les rapea y les gime encima, o los contrapone con gente como la cantante Katie Moore, o el trombonista de James Brown Fred Wesley, para crear un universo a la vez erudito y despatarrado, muy difícil de soltar.
Socalled || Work With What You Got [Vidéoclip officiel] from Dare To Care Records on Vimeo.
La novedad es que no es novedad. Bagel and Bongos no es la última ocurrencia de un astuto promotor de música abusado, sino un álbum compuesto por Irving Fields en 1959, aquella época en que los judíos americanizados bailaban chachachá bajo las estrellas y ofrecían veladas amenizadas por Tito Puente. Y en ninguno de los casos, la mezcla ha sido resultado de un capricho o argucia mercadotécnica. Los compositores de música judía de esta década, y la pasada y antepasada, están haciendo lo que sus ancestros siempre han hecho: integrar las historias, ritmos, lenguas e instrumentos que los rodean y reinterpretarlos con voz propia. De Palestina a Turquía, Bielorusia o Nueva York.
Y hay contagios que se dan en cuestión de segundos.
Daniel Saks, el vocalista de la banda de rock en ladino Deleon, se instaló este año a la Ciudad de México. Su próximo disco ya incluye un cover de ”La Muerte Chiquita” de Café Tacvba. Y se llama Tremor Fantasma. “Cuando recién me mudé hubo cuatro o cinco temblores y no sabía si así iba a ser todo el tiempo. Mientras trabajaba en mi estudio, sentía temblores fantasmas, siempre esa sensación inestabilidad... todo parecía muy apocalíptico, y creo que eso hizo que el álbum sonara más orgánico”.
Otros contagios son producto de un esfuerzo consciente.
Tamara Kramer, la periodista detrás de Shtetl on the Shortwave y editora de la revista Shtetl Montreal, celebra el valor con que la nueva generación retoma elementos de las raíces de la música judía y se los apropia; el tipo de músicos que se presentarán en el recién nacido Montreal Jewish Festival.
Además de Deleon, la cartelera incluye a Yemen Blues, el proyecto del vocalista yemenita Ravid Kahalani, que integra ritmos del África Oocidental con jazz y blues, y a Daniel Kahn, , nacido en Detroit pero establecido en Berlín. Kahn canta en Idish “porque le gusta cómo suena, cómo sabe en la boca”, pero también porque es un idioma que necesita más bocas y oídos. Su banda, The Painted Bird, suena a Nueva Orleáns, al Londres de los ochenta y a la cúspide de una boda judía en Ucrania. O el pasaje más triste de un funeral, versión acordeón.
En Toronto, el festival Ashkenaz cumple nueve años este verano. Su objetivo se plantea como la celebración de la creación artística judía en cualquier variante de contextos culturales, nacionales y geográficos. Entre los invitados estará Klezmerson, de la Ciudad de México, cuyo tercer álbum, llamado Siete, fue producido por Tzadik, la disquera del músico experimental John Zorn. Por suerte no es una de esas creaciones imposibles de escuchar con gozo, o de escuchar a secas -como muchas de las que componen el repertorio de Zorn- sino un disco grabado por músicos rigurosos, creativos, dispuestos a divertirse. Y, si hace falta, a invitar a Moshe Mendelson, el cantor litúrgico de la comunidad Ashkenazi de la Ciudad de México, a cantar en idish una composición original. Su voz, que en el cementerio resuena a capela como si estuviese unida a la de todos los padres de la viejo testamento, aquí se acopla a metales, guitarras, percusiones, de pronto un clarinete. Y a una alta a probabilidad de incitar a más de un par de hombros a moverse a ritmo de rock. Rock judío. Y mexicano, pues. Expuesta así, abierta a cualquier influencia sujeta a fecundarla, la mata de la música judía podría seguir dando por un buen rato. Porque, a todas luces, bongos y trompetas, la curiosidad permeable es su única cualidad esencial.
Otros curiosos del no-género:
Opa Geoff Berner Matisyahu Yasmin Levy Jewdyssee Y Love Snowblink Yael Naim
Y en el DF:
La encarnación chilanga de Deleon, con Rodrigo Barbosa de Paté de Fuá, Marina de Ita y Cinthya Martínez de Polka Madre, y Fausto Palma de Petra, celebrará el lanzamiento de Tremor Fantasma el próximo 27 de Octubre en Caradura. Para saber qué esperar:
Además, Saks ya está tramando el primer festival de música judía de México, que se presentará en bares como El Imperial y Caradura, pero también en la sinagoga de Justo Sierra, en el centro histórico, y le dará una espacio a artistas locales como Dora Juárez, de Muna Zul, que está por lanzar su primer disco como solista.