Fotos cortesía Ocesa Inflar con halagos la reseña de un concierto de Nick Cave & the Bad Seeds, es insultar el intelecto de lectores. El pretexto para ver el acto en vivo de este conjunto australiano iba más allá de seguir a la ‘borregada’ de los conciertos, o “renovar” el amor por algún artista clásico cuya carrera se aleja del interés de públicos más jóvenes que se interesan por estilos más bailables. Se trataba de presenciar el acto de los frontmen más poderosos en la música, acompañado por un grupo musicalmente coordinado a la perfección. Por sencilla que parezca la descripción, cada vez es más complicado encontrar esas facultades en el escenario.
Las fechas en el Plaza Condesa de la Ciudad de México impulsaron el álbum Push the Sky Away, decimoquinto en la carrera del Nick Cave y sus malas semillas, el cual fue lanzado en simultáneo con el inicio de la gira. La selección del estreno fue limitada a cuatro de las nueve canciones en la producción y el resto del concierto abundó en los éxitos más importantes en la carrera de la banda. El par de fechas (completamente) vendidas trajeron el éxito esperado y calmaron la inquietud de un público que ansiaba este momento, aunque fuera por una hora y media nada más.
The Bad Seeds salió al escenario ante el obvio aplauso del público, seguido por el maestro de ceremonias, Nick Cave. Desde el inicio, el anfitrión de la noche se mostró relajado, seguro y en diversas ocasiones hizo señalamientos con elegante humor negro. Arrancó de manera temperamental con “Tupelo”, un oscuro y extenso clásico de 1985 de The Firstborn is Dead para dejar una impactante primera impresión del acto. Las presentaciones de Nick Cave son parte esencial del show y continuó con una del nuevo material que fue escrita para su esposa: “Wide Lovely Eyes”. A partir de ese momento, se fue con una serie de éxitos que incrementaron la emoción como “Red Right Hand”, “Deanna” y el crescendo llevado al caos del más reciente sencillo “Jubilee Street”, seguida por “Love Letter”.
Los momentos conmovedores de la noche llegaron cuando Nick dio las primeras notas al piano. “God is in the House” juntó asistentes en un momento de intimidad que sólo Cave pudo romper al equivocarse durante la canción. Con ligereza, bromeó sobre la interrupción y reanudó con habilidad necesaria para reenganchar al público. Éste momento dio pie a uno de los instantes más esperados por las parejas: “Into My Arms”, una de las canciones más coreadas en la noche.
La ternura fue partida cuando The Bad Seeds reventó su potencia instrumental con una canción que Nick recordó de los inicios en la trayectoria de la banda: “From Her to Eternity”. Continuaron con una de las favoritas del australiano “Jack the Ripper”, para llegar a uno de los puntos climáticos de la noche, esenciales en la discografía del grupo: “The Mercy Seat”.
La tensión fue intercambiada por comunión para dejar que “The Ship Song” incrementara la euforia de los más devotos al trabajo del conjunto. Para hacer el primer receso de la noche, el solemne órgano de “Push the Sky Away” bajó la intensidad hasta dar salida del escenario al elegante vocalista.
Nick Cave & the Bad Seeds volvió con una potente alusión al Murder Ballads cuando “Stagger Lee” irrumpió en el set. Con el ritmo marcado por el piano y la percusión en línea de jazz, el outfit australiano preparaba su salida del escenario, acompañados por las palmas del público que esperaba más interpretaciones. Al notar un aparente final, la gente empezó a salir. Lamentablemente para ellos, el conjunto regresó para ejecutar tres canciones más. “Your Funeral… My Trial”, la dedicada a Anita Lane “Stranger Than Kindness” y la primera canción que se dio a conocer de Push the Sky Away, “We No Who U R”, fueron el cierre de esta ansiada primera visita de Nick Cave y los Bad Seeds a este país.
Lo más sobresaliente en el concierto fue la abrumadora ejecución. La contundente presencia de este maestro de ceremonias es indiscutible y la actuación de los músicos inmejorable. La elección del foro fue acertada por la nitidez en el sonido y en ambas fechas gozó de un lleno absoluto. Si habría que ser objetivos respecto al concierto, fueron treinta años de trayectoria los transcurridos para que finalmente viéramos a estas míticas figuras de la música en suelo mexicano... ¿hora y media de concierto fue suficiente? Definitivamente no. Recapitular éxitos ausentes de la noche está de sobra y aunque la selección de la noche fue extraordinaria, tal vez pudo sonar un poco más de un grupo con semejante trayectoria y discografía. Lo mejor es que la única molestia de la que se puede salir después de tal concierto es que no hubo más música pese a dos encores.
Nick Cave & the Bad Seeds empiezan con estas fechas en el Plaza la gira para promover Push the Sky Away, así que sólo queda esperar que la siguiente visita no tome otra eternidad en ocurrir.