México cuenta con una inmensa diversidad cultural, reflejada en su forma de vestir, hablar, cantar y bailar. En nuestro país se ha dado una serie de cambios en distinto ámbitos, sociales, culturales, políticos y económicos, la mayoría de ellos resultado de la irrupción de una nueva estructura de poder: el narcotráfico.
El noroeste del país es una de la zonas más azotadas por el crimen organizado, la guerra entre narcotraficantes y policías es cotidiano para muchas ciudades. Esta ola de violencia se ve reflejada en los productos culturales que surgen a partir de este fenómeno: la llamada narcocultura.
Durante los últimos años, la música regional mexicana ha tenido un segundo aire gracias a la popularidad del género entre la población joven, sobre todo impulsada por los narcocorridos. La guerra mediática en contra de estos temas musicales ha ido en aumento, siendo los artistas gruperos señalados frente a los medios tradicionales como fomentadores del crimen. Si bien, los corridos a los narcotraficantes están prohibidos dentro de las estaciones de radio, es en internet han encontrado una amplia forma de difusión.
La evolución de los narcocorridos ha sido constante. Así encontramos que el Movimiento Alterado que asombró a propios y extraños por su alto contenido de violencia, en 2011, poco a poco se diluyó siendo reemplazado por otros cantantes.
https://www.youtube.com/watch?v=rzod0gFjHIw
Hoy los cantantes y autores se enfocan más al estilo de vida buchón, narrando historias de fiestas, lujos y excesos, propias de la nueva generación de narcotraficantes. Lejos quedaron los corridos donde se contaba la forma de degollar a un miembro del cártel contrario o más atrás las hazañas de burreros que se encomendaban a Malverde para pasar un cargamento de droga hacia EE.UU.
Otra de las características retomadas por algunos corridistas es el arrepentimiento, principal cualidad de corridos de antaño, donde el motivo para contar la historia de un contrabandista era el dejar una enseñanza a la juventud sobre los riesgos y peligros de ser narcotraficante.
https://www.youtube.com/watch?v=pUQOlTEX5xA
Bajo la bandera de la apología del delito, el gobierno de la república ha intentado acallar las voces de decenas de artistas, quienes dicen ser amordazados por la censura. Alfredo Ríos El Komander menciona en el documental realizado por Vice, Alterados y Arremangados: “Quieren satanizar este género diciéndole narcocorrido. Si yo soy quien canta a veces temas así, los periodistas también hablan de lo mismo, ellos serían narco periodistas o ¿qué serían? o el dinero que a veces circula por acá sería narcodinero. Sabemos que en méxico existe (el narcotráfico).”
https://www.youtube.com/watch?v=PN-6pzdFCgo
Como apunta José Landa, en uno de sus comentarios sobre este documental, el odio y la intolerancia a este tipo de expresiones musicales es prejuiciosa, sin realizar un análisis del contexto en el que se encuentran los fanáticos de los narcocorridos:
“La mayoría sólo los ofende con sus comentarios. Personalmente no me gusta esa música pero cuando viaje a Sinaloa entendí mejor el porqué de esa música. Efectivamente refleja la realidad de esa región no de todo México y como tal creo tenemos que respetar.”
A través de la censura, el gobierno de la república busca tapar con un dedo el inmenso problema de inseguridad en el que se encuentra sumido el país. Otra de las constantes presente en algunos narcocorridos es la complicidad de las autoridades con las actividades ilícitas, siendo este un evidente motivo para silenciar a los músicos autores de narcocorridos.
https://www.youtube.com/watch?v=Ie6ZtDat8eA
Así como en Atlanta, el Trap es creado en el mismo lugar en el que se cocina el crack, los narcocorridos son parte de la esencia de un sector de la población que vive día a día en el mundo de los cárteles de la droga. Ese es el otro México, el de las botas y el sombrero. Un méxico, que suena a banda sinaloense… y se acompaña con un bote de cerveza helada. Ese mismo país golpeado tantas veces, cuyas heridas no cicatrizan y solo se hacen más grandes con el paso del tiempo.
La prohibición de esta música, no genera una solución a un problema social. Citando a Juan Carlos Ramírez-Pimienta, autor del libro Cantar a los narcos: Voces y versos del narcocorrido: “Más que demonizar estas producciones musicales (narco corridos) conviene estudiarlas y entenderlas”.