
Por muchos años, el discurso oficial ha ubicado a los jóvenes como el futuro de México. La realidad es diferente. En 1968, los jóvenes de aquel entonces, transformaron radicalmente al país protestando ante un régimen político que mostraba sin pudor la corrupción y autoritarismo como formas de gobierno.
Trágicamente, aquel movimiento estudiantil fue silenciado con armas de fuego que trajeron la muerte; no obstante ninguna de esas balas logró terminar con el vigor e ímpetu de la juventud que nunca se dio por vencida.
Los jóvenes no sólo son el futuro de México, son el presente y lo han demostrado. El pasado 11 de mayo de 2012 cuando el proceso electoral lucía sombrío e informe, fueron los jóvenes quienes con ideas sólidas, argumentos propositivos, creatividad e imaginación, inyectaron un importante valor agregado a la vida política del país. Nadie imaginó que la visita del candidato priista a la Universidad Iberoamericana, culminará en la fundación de un movimiento juvenil como el #YoSoy132 que logró, entre otras cosas, colocar en el escenario público el tema de la democratización de los medios masivos, y además, con recursos y medios propios, organizaron un debate entre los candidatos presidenciales.
Igual que en 1968, este 2012, los jóvenes cimbraron nuevamente las estructuras del poder, dependerá de su organización y la congruencia en sus objetivos, que logren un cambio vital en la historia de nuestro país.
“La matanza de Tlatelolco encendió la llama de futuras luchas sociales” (Elena Poniatowska).
“En 1968, el sistema presidencialista conoce su apogeo… Todo es gobierno y casi nada oposición” (Carlos Monsivais).
“No queremos olimpiadas, queremos revolución” (Movimiento estudiantil mexicano).