[Monedita de Oro] El mundo ha vivido más con canciones: entrevista con Camilo Lara

Por Claudia Jiménez

Tiene una cantidad nada modesta de discos almacenados, tiene un cuarto con muchísima música en diferentes formatos, desde vinilos en todas sus presentaciones, hasta casettes, CDs y cosas hasta confidenciales. No es un coleccionista, quizás sea un acumulador, o sencillamente una persona que requiere de todos estos elementos como herramientas de trabajo. Su discoteca está conformada por discos que usa para samplear en sus canciones y recientemente editó un sencillo suyo en Flexi Disc, un formato inusual, de revista, pero muy carismático para ser recuperado. Él es Camilo Lara, comandante del Instituto Mexicano del Sonido, y muy amable nos recibió en su casa para platicar con nosotros y enseñarnos sus juguetes: desde su colección de discos de 7'' hasta estas simpáticas combis que reproducen discos en vinil que están tan curiosas ( y que han de rayar los discos bieeeeeeeen a gusto).

Panamérika: ¿A los cuántos años empezaste? ¿Cómo se llega a los 35,000?

Camilo Lara: Lo que pasa es que de esos 35,000 unos ocho mil son que he comprado para samplear. Entonces encontré un tipo que tenía una bodega en La Lagunilla. Vendía como diez discos en la calle y le pregunté si tenía más. "¡Sí claro!" y me llevó y tenía como cuatro millones de discos. Él sabía perfecto cuánto valían los discos y tenía muy claro el mercado, pero yo le compraba pura basura como discos de orquestas infantiles, religiosas, de discursos y todo eso. Le compré muchísimos de un peso, de dos pesos... iba cada semana. Un día fui a buscarlo y había muerto y ya nunca supe quién se quedó con esa colección. Compré muchísimos discos y me regalaba muchos otros, entonces vas haciendo bola. Llegó un momento hace como seis años en el que de plano tiré como 4,000 discos de cosas que ya no me interesaban o no sabía por qué tenía. Mucha gente como que colecciona discos, yo no tengo esa afición de encontrar "el vinil perfecto" más bien pues se me van juntando y pues lo que tengo hoy es una muestra de que no he tirado discos en años.

Panamérika: ¿Y cómo funcionaba? ¿Comprabas a granel los discos para llegar a tu casa, escucharlos y desechar los que no te latían?

CL: Los compraba por portadas, por temas, por sellos... comprara lo más raro y absurdo que podía encontrar. Tengo una buena colección de discos absurdos que para nadie tenían valor, que de plano eran basura y pues mi "dealer" era muy feliz en vendérmelos porque le limpiaba la colección.

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P: ¿Como de cuál absurdo te acuerdas?

CL: Por ejemplo, de estudiantinas tengo una súper colección de todas las escuelas y universidades... discos para el Papa también tengo toneladas. Por los setentas había viniles piratas en donde a veces ponían las versiones normales pero luego ponían versiones que ellos tenían de orquestas locales diciéndote que eran los Bee Gees cuando era un grupo local solo pretendiendo ser ellos.

P: ¿Y eso se mezclaba con los discos oficiales?

CL: Sí, pues eran como ahora, que de repente te dan una versión que no es para rellenar y le ponían el nombre del artista nada más.

P: Pero digamos, ¿Si ibas al súper también podías encontrarte ahí una versión pirata?

CL: No no, ésos eran de tianguis nada más, como ahora.

P: ¿Tienes idea de dónde los maquilaban?

CL: Sí, había varias plantas piratas sobretodo en La Lagunilla y en Tepito. Hacían tanto los piratas como discos locales de orquestas de Tepito y cosas así, hacían de todo.

P: ¿Y tienes discos de esos?

CL: Toneladas. Sí, de ésos he sampleado mucho, me gusta mucho. Como que decidí que no iba a samplear a Pérez Prado ni a los famosos porque algún día me iban a demandar, entonces empecé a buscar cosas oscuras y ya como que por principio me quedé con esa manía: no compro discos de sellos multinacionales, puros locales que sé que desaparecieron.

P: Pues sí. Así no tienes broncas de derechos.

CL: Mínimo hasta ahorita.

CJ: Híjole, es que se me hace muy interesante que estando en EMI compraras discos piratas.

CL: Sí, lo que pasa es que era otra cosa. O sea, eran discos que de entrada no me tocó ése tipo de piratería, cuando ya trabajaba en EMI ya eran CDs y ahí sí era réplica. Esto era más... artesanal como el proceso mismo de hacer viniles.

P: Y también había una cosa más editorial en todo caso, ¿no? Ellos agregaban sus propias versiones...

CL: Había algunos, pero otros sí eran meramente piratas replicados.

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P: ¿Y sí había una diferencia entre un disco original y uno réplica pirata?

CL: Sí. Los piratas son muy delgaditos y aguantan muy poquitas escuchas, casi casi los podías doblar porque los hacían con pésimo material. O sea, por eso antes comprabas un importado. Los mexicanos eran malos pero los piratas eran peores, por eso comprabas el importado que era más gordito y que te aguantaba más.

P: ¿Sabes cuál ha sido el vinil más caro que has comprado?

CL: No, nunca compré así... como no los colecciono. Tal vez el disco por el que más he pagado ha de ser treinta, veinte dólares. Pero no creo tener un disco que valga dos mil dólares o algo así. Tengo muchos que seguro si los vendo saco más dinero. Por ejemplo, hubo una época en la que me dediqué a comprar discos de Esquivel y tengo todos seis veces en distintas versiones. De Esquivel he de tener como cien discos. Esos sí los coleccionaba. Es más: a Esquivel le regalé mis discos entonces los tuve que comprar otra vez, y cada que encontraba algo nuevo o me lo quedaba o se lo daba.

P: ¿Por qué se los diste?

CL: Cuando se rompió la cadera y estaba en Cuernavaca fuera de su casa en Nevada, entonces no tenía nada de sus cosas porque lo había dejado todo en Estados Unidos. Estaba sin sus discos y eso, pues se los llevé.

P: Entonces tienes acaparado a todo Esquivel en México.

CL: No, es que además vendió mucho. Cada que salgo a comprar encuentro mínimo uno de Burbujas, por ejemplo. Hubo una época en la que se pusieron más caros, y luego pues cambió. Había muchos discos de esa época que se volvieron de coleccionistas, todas las cosas sicodélicas en los dos miles de empezaron a poner de moda, pero pues eran cosas que ya estaba ahí.

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P: ¿Hubo alguien más además de Esquivel con quien te clavaras así?

CL: Tengo muchísimos discos de XTC que es también de mis grupos favoritísimos. Siempre busco discos de XTC, de Blue Nile, de Thomas Dolby, de esos tengo muchísimos. Hubo una época cuando empecé de DJ que lo hacía con discos, y tengo muchos de esa época también. Después me robaron mi carro con 400 discos que usaba de DJ y decidí no hacerlo con vinil. Además, me operaron de la espalda por andar cargando discos y dije pues nunca más.

P: ¿Llegabas con cajas y cajas para el bajadero de discos?

CL: Los seleccionaba en la cajuela y me salía con los que tenía que tocar.

P: Pero era tu bodega ambulante.

CL: Exacto, y cuando me robaron mi carro me dolieron más los discos que el coche porque esos sí eran los que usaba.

P: ¿Tienes afición por países específicos? Porque hay gente que se clava con... no sé, Colombia y compra muchísimos.

CL: Es que me dio por épocas. Por ejemplo, hubo una época en la que compré mucho Bollywood. Luego me dio por el mambo, por el danzón, por el country y el bluegrass... entonces fui pasando por todo. Ahorita como que lo que más me interesa son baladistas de los setentas raros, gente que hacía baladas muy serias. De ahí encontré muchas muchas cosas para samplear.

P: Ahora sí: platícanos del Flexi Disc. ¿Dónde lo hiciste?

CL: Lo hice en una compañía que está en Kentucky, allá en Estados Unidos. Lo mandé a hacer porque a mi ese formato de niño me gustaba muchísimo porque las revistas lo traían. Comprabas una Guitar Player y cualquiera traía tu Flexi Disc con canción para que oyeras y siempre se me quedó grabado que me hubiera encantado hacer un disco así. Encontré esta compañía rara a la que se los pedí y pues lograron hacerlo por mí.

P: ¿Tuviste que pedir que te lo hicieran?

CL: Pues no mucha gente hace flexi discos hoy en día pero sí lo pudieron hacer. En realidad puedes hacer un vinil en cualquier superficie, no tiene que ser ni redonda ni nada: con que sea plana puedes hacer en cualquier cosa. Tengo viniles que son de plástico duro como de juguete que puedes aventarlos como frisbees.

P: ¿Cambia la calidad del sonido de una presentación a otra?

CL: Creo que sí... no sé. Supongo que para un audiófilo no es buena calidad, pero se oye igual. Y tú puedes hacer un tornamesas de cualquier cosa. O sea, si agarras un pedazo de papel y lo haces rollito se hace la bocina y la punta. Si tienes manera de correrlo, ahí está sonando de tu vinil. Lo que haces son surcos que tienen la información y que responden con cualquier cosa. Con cualquier cosa puntiaguda y que lo amplifique ya está. Hasta cortar un vasito y ponerlo, lo único que necesitas es girarlo.

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P: ¿Cómo te fue con el flexi disc? ¿Era de promoción o lo vendiste?

CL: Lo vendo todavía en mi página. Sí, se lo regalo a amigos y gente cercana y ya el que lo quiere comprar pues ahí está.

P: ¿Sabes de alguien más que haya sacado Flexi Disc después de ti?

CL: No, caray. Es que es un formato muy padre pero muy raro. Lo único malo es que le caben solo siete minutos de música, el mío sólo tiene una canción.

P: Pues sí, a lo mucho dos, una canción. ¿Qué no hay flexi disc de doce pulgadas?

CL: Se podría, pero creo que no he visto nunca uno. Hay un grupo, creo que eran los Shout Out Louds, que hicieron un vinil de hielo que es súper fácil de hacer también... lo que vendes es el molde. Le pones agua, al refri y sacas tu vinil. Lo tocas, se deshace y de nuevo si lo quieres volver a escuchar. Hay... esta canción de "Money" hay un cover de los ochentas que era un vinil que un surco era una canción pero si lo empujabas poquito cambiaba de canción, entonces corrían dos canciones al mismo tiempo porque los surcos nunca se tocan. Eso es lo padre de los viniles. Y luego ya con los CDs pues trataron de hacer algo pero pues lo más que podías hacer era esperarte quince minutos a que saliera una canción extra o ponerle play y regresarle al menos uno y había una rola.

P: Claro, pero perdía la magia de lo mecánico.

CL: Pues sí, lo que es padre de los viniles es que tú estás generando la música.

P: Claro. ¿Te acuerdas de algún vinil que hubiera en tu casa? Estábamos haciendo ahorita de camino la "canasta básica de viniles de México"

CL: Ah, claro de José José. Pero en mi casa había Beatles, algunos italianos de cuando mis papás vivieron en Italia como Lucio Dalla y esas cosas horribles y muchos muchos clásicos, casi todos me los traje. Lo que sí nunca compré fueron discos de pasta porque siempre se me olvidaba comprar y la música que estaba ahí tampoco me gustaba tanto. Pero luego hubo un DJ, creo que se llamaba Don Julián que tenía 99 años y ponía su música con dos fonógrafos y todavía en los noventas iba a fiestas así hasta que se murió. Había dos micrófonos, entonces ponía uno y luego el otro. Ponía foxtrot y charleston y cosas así, un viejito enserio.

P: Creo que mucho del atractivo de los viniles es el objeto, y pues los flexi discos eran casi casi desechables. ¿Crees que es algún tipo de "fetiche" el coleccionarlos?

CL: Pues sí, porque es increíble. Los podías ordenar de tantas maneras y por viniles como ésos descubrí muchos grupos de los ochentas, porque las revistas de ese entonces traían una canción o dos de algo que estaba de moda. Era una manera de decir "Wow, quiero el disco completo"

P: Era como la descarga gratis de ahora. El tuyo es naranja, ¿no? Si se podían hacer de cualquier color, ¿Por qué elegiste naranja?

CL: No sé, porque nunca había visto un flexi disc naranja. Tengo negros, azules, verdes... pero nunca uno naranja. Sí traté de que fuera de lo más raro, hay gente que lo ve y no lo cree. Son de estos formatos que se acabaron. También tengo un chorro de 8 tracks y esos sí los coleccionaba y los tengo ahí. Láser discs y todo eso... son formatos jurásicos y son increíbles.

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P: Ese tema es el que nos trae conceptualizando todo lo que hemos estado haciendo ahorita. Es eso de que ésta es una generación a la que le tocó brincar a través de muchos formatos: de LP a casete, lo digital y ahora a la nube. Del vinil a la nube hay una brecha gigante y lo que a mí se me ocurría al principio era ésta posición de la música como objeto o como dato y cómo nos la vamos apropiando.

CL: Es lo mismo que el teléfono y el Skype, es el mismo paso natural. Antes no había manera de imaginar que podías hablar con personas así, y ahora pensar en la música como algo en un lugar que no existe... es el mismo principio. El brinco sí es muy sintomático porque el brinco de tecnología fue así de severo. Pensar que el siglo pasado era un fonógrafo y ahora es nada, conceptualmente es una locura.

P: Personalmente, ¿Cómo te enfrentas a eso? ¿Qué prefieres?

CL: Aunque esté rodeado de viniles la verdad es que prefiero lo digital. Mi conclusión final es que sí me gustan los viniles y me gustan los objetos, pero el arte debe estar en una nube al servicio y disposición de todo el mundo. Creo que tiene muchos más pros que pensar que suena feo porque está comprimido o porque es digital. Me gusta más el concepto de que la música simplemente esté y flote.

P: Ahora consumimos canciones, no son tanto discos. Ahora las bandas y las disqueras suben canciones.

CL: Pero es volver a antes. En los setentas pasaba exactamente lo mismo, solo que en formato single. Eso le dio la vuelta a los discos y por eso salió el progresivo y todo eso, pero venían de los cincuentas cuando se oían singles, por lo que los Beatles no tenían discos enteros en la primera etapa, eran solamente sencillos y si había discos eran compilaciones de singles. Todos los blueseros grabaron sencillos, no discos y cuando te vas a los que componían canciones las vendían por canción, no hacían piezas completas. Entonces creo que al final es más natural que haya un mundo de canciones que un mundo de discos. El mundo ha vivido más canciones que discos. El principio de cuando la gente consumía canciones grabadas... esto lo explica super bien Alex Ross en "The Rest is Noise": la música pop empezó porque hubo un tipo que empezó a grabar en rodillos de cera las canciones y las tocaba hasta que se empezó a comercializar. Estos rollos de cera para todos los compositores clásicos significó que podían hacer canciones cortas de dos minutos y muchos de los clásicos se volaron todas las cosas tradicionales y está documentadísimo que eran robos porque empezó a viajar la música. Antes consumías lo que llegaba con la feria o lo que estaba en tu pueblo.

P: Sí, pues mucho más folclor. Está muy bien habernos ido tan atrás porque nunca se me había ocurrido esto así. ¡Pues muchas gracias!

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