Metronomy: el cóctel molotov que incendió Solsticio
Como si se tratara de una ensoñación, de un sueño vívido, el sábado veintitrés de junio fue atípicamente intenso y festivo. Por una parte el combinado tricolor se impuso dos por uno a su similar de Corea del Sur; las inmediaciones del Ángel de la Independencia se abarrotaban por miles de personas que se alistaban para marchar en pro de los derechos LGBTI, por momentos ambas manifestaciones se topaban y se transmutaban en un crossover de algarabía y felicidad (lamentablemente también hubo manifestaciones de nefasta intolerancia). Fin de semana sui generis, lleno de emociones a flor de piel que se cerró con broche de oro con la arrebatadora presentación de Metronomy en el Festival Solsticio. La Noche de San Juan fue un aquelarre sonoro, la noche más larga del año fue sonorizada perfectamente por la algarabía indie pop de los oriundos de Totnes, Devon, Inglaterra. Vayamos por partes.
"Intenso" es el adjetivo necesario para describir el sábado, Solsticio Music Festival apostó por una curaduría musical variada, disímil entre sí, pero propositiva y muy singular. Con una ligera cortinilla de lluvia, así nos recibió el cielo naucalpense, el Foro 360 lucía un poco desangelado, la capacidad del recinto (un total de 2000 personas) estaba a menos de la mitad. No obstante, se respiraban aires fiesteros, en el vestíbulo del lugar un DJ tiraba potentes beats y amenizaba a los que buscaban un rato de relajación, beber tranquilamente o fumar un cigarrillo.
De Osos fueron los encargados de abrir el escenario principal e iniciar las hostilidades, lo suyo es el post rock de altos vuelos, como si de una poderosa maquinaria sónica se tratara así se plantaron en el escenario los liderados por Arturo Luna. Potencia que lindaba con el arrebato, el performance de los chilangos resonó en cada uno de los asistentes a su recital, desfilaron uno por uno temas de su EP Instrucciones Para Dejar Ir (2015) y Todo el ruido entre nosotros (2017) su más reciente producción. Postales auditivas que apelan a despertar la líbido sentimental del escucha, composiciones llenas de claroscuros que remiten a paisajes sosegados y apacibles para después volar a páramos salvajes y lúgubres. De Osos regaló un show emocional y catártico.
Poco a poco la afluencia del público comenzó a nutrir y llenar los diferentes espacios del foro, la cerveza fluía como si de su consumo dependiera la soberanía nacional. Después del aluvión de energía que entregó De Osos, subió a la tarima Pehuenche, la atmósfera se relajó y brotaron armonías preciosistas, dulces y sencillas, el chipi chipi continuaba haciendo de las suyas y enmarcó la presentación de Rafael Mesa (más conocido por su proyecto Timoneki) y sus dos cómplices. Folk apacible y honesto que abreva directamente de la música regional mexicana, reapropiación de sonidos clásicos como el bolero y la balada romántica. Su recibimiento fue cálido, temas como "Salerosa" y "Poema" fueron de los más coreados y propiciaron el arrejunte de las parejas.
Con la apacible y entrañable presentación de Pehuenche el ambiente comenzó a oscilar entre la alegría proveniente de los báquicos elixires y la epifanía sonora. Cuando la Orquesta 24 cuadros se apoderó del escenario los aires de jolgorio se esparcían lentamente en cada uno de los asistentes al festival, su show estuvo lleno de virtuosismo, este combo de 10 instrumentistas de formación clásica con vena jazzera, derrochó talento y energía en cada una de sus composiciones. "Job" (sencillo de la homónima y más reciente producción del combo) fue uno de sus temas que despertó el jubilo de los melómanos que se dieron cita para atestiguar la calidad musical de estos talentosos músicos. "Polopo", "Hasta el sol" y "Regalo" resonaron e inyectaron de energía a los presentes.
La anunciada como "la noche más larga del año" poco a poco iba tomando forma, la bacanal sonora estaba apunto de estallar. Catfish, tándem francés, encendió la mecha de lo que a la postre estallaría. Amandine Guinchard y Damien Félix la reventaron en grande, su acto exudó poder y adrenalina. Es impresionante la manera en que dos personas se apoderan del escenario y producen tal nivel de ruido, no dieron ningún tipo de tregua, mazazo sonoro, uppercut que noqueó al respetable con su salvaje y violento estilo. Efusividad y locura, sin duda alguna fueron de los actos más ovacionados de la noche. La apoteosis se dio con temas como "Catch Me" y "Homesick", el histrionismo del dueto y la fuerte presencia de Guinchard, así como su afilada voz, hipnotizaron a los presentes, para esa hora el Foro 360 ya lucía a toda su capacidad. Tímpanos reventados y mucha adrenalina es el saldo de tan notable presentación, entre rechiflas, gritos y bullicio se retiraron del escenario para posteriormente retornar y tocar dos canciones más. Enorme sorpresa.
Bullicio total, aroma a cerveza y a cigarro, la masa se aglutinaba despiadadamente frente el escenario, nadie, absolutamente nadie quería perderse la presentación de Metronomy. Cánticos estallaban jubilosamente a diestra y siniestra, ¡olé, olé, olé, Me-tro-no-my! Pandemónium total.
En punto de la medianoche, tal y como dictan los aquelarres, emergieron de la oscuridad las figuras de Joseph Mount, Oscar Cash, Anna Prior y Gbenga Adelekan, Metronomy estaba en la casa. Un sismo cimbró el foro, la consecuencia fueron los brincos de los impacientes espectadores, adrenalina mezclada con sudor y los alaridos de gargantas desgañitadas. La bomba estalló y con ella todo se convirtió en una locura.
La delgada línea que convierte a un reportero en un fan se rompió. Irremediablemente caí rendido ante la exuberancia sonora de los ingleses, repasaron durante alrededor de hora y media sus más de 19 años de trayectoria y sus cinco álbumes de estudio. Sonaron los clásicos y las nuevas composiciones, el set fue perfectamente balanceado, la intensidad de la banda nunca bajó, fue un viaje apoteósico sin la necesidad de ningún estupefaciente.
"The Bay", "Heartbreaker", "Love Letters", "“Everything Goes My Way", "The Look", "Night Owl", entre muchísimas otras, resonaron y despertaron a cada uno de los asistentes, la catarsis fue colectiva y hermosa. Banda y público en plena comunión y éxtasis, magia pura que sólo el poder de la música puede conjurar.
La noche de San Juan es mágica, amenizada por una banda como Metronomy lo es más, fue de esos momentos que no quisieras que acabaran nunca, en mis oídos sigue resonando el ¡olé, olé, olé, olé, Me-tro-no-my!
Solsticio Music Fest sorprendió y se consolidó en la variada fauna de festivales de la megalópolis; después del epifánico show de Metronomy la fiesta continuó con los beats de Møme y Brotherhood, sólo los más jóvenes y osados se aventuraron a seguir la fiesta y el baile. Solsticio cumplió cabalmente, "la noche más larga del año" fue una celebración voluptuosa, sui generis e impresionante (Zague dixit).