Fotos por Alex Compean Metric lanzó su álbum debut en 2003, cuando aquellos nacidos en los años noventa no pasaban de los diez u once años. Una década después, esos niños ya celebraron su cumpleaños número 20.

En un ambiente que incluía a varias generaciones distintas –desde los que han estado con Metric desde el inicio hasta aquellos que los descubrieron más tarde y ya en su adolescencia– la banda canadiense regresó a la Ciudad de México después de presentarse en el Auditorio Nacional en enero de 2012. Ésta vez su escenario fue el Pepsi Center y entre un espectáculo de luces histéricas y melodías sintéticas, la guitarra de Jimmy Shaw le infundió al show el rock que separa a Metric del pop.

En una entrevista con Emily y Jimmy días antes del concierto, ellos comentaron que estaban muy emocionados por tocar de nuevo en México y que es así como les gusta empezar el año. Durante el espectáculo y entre canciones, Emily –vestida en una chamarra de cuero con hilachas doradas– reiteró lo felices y agradecidos que estaban de estar en nuestro país.

Fusionada con su estética como de deidad que vive entre la gente y su presentación à la “soy sólo un ser humano”, la potente energía que Haines emanaba resultó contagiosa y muchos de los que estaban en el Pepsi Center bailaron, saltaron y cantaron a la par de ella.

Momentos muy distintos entre sí fueron algo característico de este evento. Fue la primera vez que el grupo se presentó en la ciudad con canciones de Synthetica, su álbum más reciente. Por eso mismo, antes, durante y después de canciones como “Synthetica” y “Youth Without Youth”, el Pepsi Center estalló en aplausos y gritos.

Ya como a la mitad del setlist, la noche dio un giro hacia un ambiente más de celebración cuando la banda regresó al escenario después de un breve descanso caótico e iluminado. Tocaron varios de sus éxitos pasados como “Gold Guns Girls” y “Dead Disco” y al final, cerraron con una versión en acoustic de “Gimme Sympathy”, la cual fue coreada por una gran parte del público.

La banda completa se acercó lo más que pudo al borde del escenario y ahí se despidieron después de convertir a “Gimme Sympathy” en una preciosa melodía. Metric demostró una vez más su grandeza para crear una unión perfecta entre lo pasado y lo actual. Lo que dejaron detrás de ellos: una atmósfera divina y a la vez terrenal que produce un sentimiento contemplativo de que todo está bien.