Por: Aarón Ávila (@chicledeletras)
En medio de la agreste y terriblemente hermosa selva se sitúa una nación que enarbola la dignidad y la nobleza como modus vivendi. A través de los majestuosos Altos de Chiapas se aglutinan cúmulos de niebla que dotan de una aura mística al explorador que se aventure por los parajes del pueblo tseltal (herederos directos de la cultura maya), es común escuchar expresiones tales como: “en Chilón caminé entre las nubes, fue mágico”. Las relaciones diplomáticas entre la nación pocajuta y los tseltales iniciaron hace más de tres décadas, su Excelencia (adicto a la cafeína de altos vuelos) es fiel bebedor del café orgánico oriundo de los cafetales chiapanecos, especialmente del que se produce en la cooperativa Ts’umbal Xitalha´, agrupación comunitaria conformada por alrededor de 250 familias dedicada a la producción sustentable de café gourmet.
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Fue así que la historia que comenzó por medio de una aromática y esplendorosa taza de café, desembocó en una amistad que se estrechó más con el descubrimiento sonoro que hicieron los emisarios isleños: el Mariachi Maya Tseltal.
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Sincretismo musical que borda con los límites de lo celestial, los mariachis tseltales se especializaban hasta hace unos cuantos meses en ser los amos y señores de cualquier tipo de celebración que se realizaba en las serranías chiapanecas: bodas, bautizos, misas, primeras comuniones, inauguraciones y cuanto jolgorio se les cruzara enfrente. Sin embargo, su talento se topó de frente con el destino, el pajarito no pudo conformarse con los cielos sureños, sus aspiraciones y sueños requerían de nuevos horizontes. Entonces, el ave emprendió el vuelo…
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Con la mira puesta en la cumbre musical y, por ende, en una mejor calidad de vida para sus familias, esta banda de talentosos y carismáticos músicos comenzó su aventura. No obstante, había un pequeño detalle que impedía formalizar sus nuevas tropelías: no contaban con el alma del mariachi. el típico y esencial traje de charro estaba fuera de su alcance. Hay historias que por su coraje, esfuerzo y bravía parecen arrancadas del mejor libro de ficción, sin embargo, es de dominio público que la realidad supera a la literatura, así pues, gracias a una campaña solidaria nuestros amigos mariachis se enfundaron el mítico y gallardo traje de charro. Paso a paso, acorde tras acorde, el Mariachi Maya Tseltal trazaba una nueva senda.
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Enfurruñados con sus elegantes trajes y armados con su innato talento sonoro, los mariachis sureños llegaron el viernes 24 de marzo a las instalaciones de la Embajada del Ritmo para presentarse a una entrevista en el célebre “Ding-Dong Pocajú” (programa bajo la conducción del buen Junfelio), la PKJU-Internacional se vio embelesada con la presencia del Mariachi Maya Tseltal. Por si fuera poco, los chiapanecos no vinieron solos, estuvieron acompañados por el músico y productor Nicholas Aguilar (director académico de Sunland School of the Arts) colaborador, amigo y productor del combo sureño.
Además, la gira del mariachi llegará a territorio azteca, pisarán la CDMX para grabar su primer larga duración en los estudios Sunland y a la par ofrecerán una serie de recitales en conjunto con el proyecto musical de Nicholas Aguilar.
Los eruditos musicólogos de la paradisiaca isla de Pocajú recomiendan encarecidamente a todos sus lectores y radioescuchas las bellas melodías del Mariachi Maya Tseltal y, de paso, el proyecto del buen Nicholas.
Que la sabiduría musical del Marajá los acompañe en todo momento. ¡Aloha!
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