Por PaumaqFotografías por Rodrigo Jardón
Dos bandas de origen español se presentarían por primera vez en nuestro país. Traídos desde el viejo continente y puestos en el escenario de este exótico recinto por Vans, el Museo Británico Americano, ésta sería la primera de dos noches de presentaciones en la Ciudad de México.
Fue apreciado el hecho de que este evento se llevara a cabo en un recinto diferente a los que atendemos normalmente e inmediatamente nos sentimos en casa. El Museo Británico Americano se encuentra en una iglesia anglicana abandonada, “reconstruida (o más bien, sostenida con columnas apoyadas por vigas de madera para sostener la estructura)”; un lugar pequeño y apretado.
Teníamos la duda sobre si la gente que atendió al evento iba a ver a las bandas, o si simplemente eran patinadores, fans, invitados de la empresa organizadora, gente socialité haciendo labor de RP, o iban porque había barra libre. Abriéndose paso a hombrazos entre la gente y a patadas entre tantos vasos tirados al piso, poco a poco los asistentes podían acercarse al escenario (o a las saturadas barras, whatever floats their boat).
La noche fue un juego de miradas entre los artistas y el público, cada agrupación a su manera: El show comenzó con Pegasvs, un dúo electropop el cual adquirió popularidad en nuestro país; pues “La melodía del afilador” sentíamos que hablaba directamente a los mexicanos.
El debut de Pegasvs en un escenario mexicano fue algo nuevo: Luciana y Sergio se ven uno al otro todo el tiempo, sobre su tornamesa y sus instrumentos (además de que la chica traía un look que estábamos seguros lo habíamos visto en EsaMiPau anteriormente). Pegasvs es colores por todos lados. Colores en su música, en la iluminación sobre ellos, en las luces que alumbraban las paredes del Museo Británico Americano. La energía, sin embargo, se sintió distraída a lo largo de la presentación, salvo al final, cuando tocaron sus sencillos y captaron la atención completa del público. El no mirarse a los ojos ciertamente distrae la concentración de la audiencia hacia el escenario, pero el propósito de estos dos muchachos españoles no es hacer circo, maroma y teatro y ser comentados por ello, sino hacer a la gente sentir la música en vivo a través de los demás sentidos. El dúo ciertamente aprehendió la cultura del DIY (do it yourself, hágalo usted mismo), recogieron ellos mismos su equipo, ayudados por un staff.
El acto en vivo de los Punsetes fue la contraparte de Pegasvs. Sólidos, sarcásticos y seguros de sí mismos, con diez años de trayectoria, ya han crecido juntos como banda; han dejado atrás el punk clavado y evolucionado a un punk con panorama más amplio de aceptación. Conformado por cinco hombres y una mujer, los madrileños acapararon la atención desde el principio por su vocalista, Ariadna. Ella, de principio a fin, mantuvo la vista fija al frente, sin mostrar emociones. No movió ni un músculo mientras estuvo en el escenario, más que para cambiar de página en su atril. Su personaje de soldado/estatua humana captó el interés del público casi por completo. Los hombres uno a uno dejaron el escenario; Ariadna sencillamente dio la media vuelta y salió de él.
Qué parte tan importante juega la interacción entre el espectador y el artista. Funciona hasta como figura literaria, aplicada a conciertos de música en vivo.