En 1957, durante la presentación de Elvis Presley en el show de Ed Sullivan, los camarógrafos tenían la instrucción de no enfocar al ídolo juvenil de la cintura para abajo, a causa de su inmoralidad. 55 años después, los movimientos pélvicos en la música, siguen provocando escándalo. —¿Ha escuchado hablar del “perreo”?—. En 1979, el locutor de radio Steve Dahl, de la WLUP en Chicago, convocó a los escuchas al estadio Comiskey Park, para hacer una ‘Disco Demolition Night’ con el objetivo de hacer una quema colectiva de viniles de música. Las acciones eran una treta promocional del DJ contra su estación anterior -la WDAI- que lo despidió tras cambiar el formato de rock por el de música bailable. “La noche en que el Disco murió”, es también recordada como un ejercicio masivo de racismo y homofobia, reminiscente de las quemas de libros de los Nazis. 33 años después, los géneros musicales aún nos dividen en castas y provocan acaloradas discusiones supremacistas. —¿Le gusta el reggaetón?—.
En 2008, los jóvenes identificados con la música Emo, son buleados en plazas públicas por miembros de otras tribus urbanas (de corte machista) como los metaleros y los fans del ska. El señalamiento continúa en las redes y medios de comunicación, con la constante de una sociedad intrigada ante un híbrido inesperado en la cultura, donde en especial, los hombres mostraban su sensibilidad al usar delineador, copete en el rostro, jeans entubados y colores caricaturescos. 4 años después, la sexualidad, la vestimenta y la música estilada por las generaciones ascendentes, son considerados “tabú”. —¿Qué opina del Emo?—
Los disturbios del domingo 15 de julio del 2012 en las inmediaciones de Reforma 222 -donde 226 jóvenes fueron detenidos e identificados como “reggaetoneros” o “chakas”- traen al mapa a los nuevos parias de la moda. Pero antes de hacer gestos de repugnancia hacia su manera de vestir, actuar, bailar o lograr estados alterados, habrá que observar al pasado y comprender las intolerancias que han hecho historia y lo ridículas que se ven a la distancia. Y más que señalar y separar, habrá que entender a estas tribus inéditas, antes de comenzar una nueva cacería de brujas. —¿Conoce a los chavos que cada 28, festejan a San Judas Tadeo en la iglesia de San Hipólito?—.
(Texto escrito originalmente para Publímetro, el 3 de agosto del 2012)