Por Paola López Nueve años después de que Middlesex ganara el Premio Pulitzer de Ficción en el 2002, Jeffrey Eugenides regresó con su tan esperada novela La trama nupcial en el 2011. Desde su debut con Las vírgenes suicidas (1993) el autor ha causado tal asombro y expectativa en la comunidad literaria que, sin ser prolífico, se ha convertido en uno de los grandes novelistas norteamericanos de la época moderna.
En 1999, tras haberse enamorado de la trama, Sofía Coppola dirigió su primer largometraje: Las vírgenes suicidas. Tuvo la suerte de contar con el apoyo de Eugenides durante el rodaje, quien también elogió a la directora por comprender el mensaje de la novela y no juzgarla de misógina como otros habían hecho. El autor incluso admitió que los personajes creados por Coppola resultaron ser mucho más completos que los que él había imaginado. El largometraje es una reproducción cuasi exacta del libro, ya que lo único que le falta es la prosa por la que fue tan reconocido el autor. Una especie de poesía en prosa, el lenguaje que utiliza Eugenides es de una riqueza tan extraordinaria que llena de vida a incluso las cosas más insignificantes.
La originalidad de Las vírgenes suicidas no sólo cautivó a Coppola: en un periodo menor a un año y medio, las cinco hermosas hermanas Lisbon se suicidan. Cecilia (13 años), Lux (14 años), Bonnie (15 años), Mary (16 años) y Therese (17 años) son el objeto de fascinación y obsesión de un grupo de jóvenes del mismo vecindario, quienes años después siguen intentando desentrañar el misterio de sus muertes. Eugenides nos atrapa en el enigma y nos obliga a tratar de hilar junto con ellos las circunstancias, los hechos, los documentos y los recuerdos para comprender a aquellas niñas que “palpaban el mundo con tantos dedos”. Ególatras, visionarias y ciegas, las hermanas Lisbon renunciaban a aceptar el mundo tal y como se les concedía, arrastrando a los demás a tejer intricados rumores y a alimentar obsesiones.
Aunque por algunos fuera considerada como El guardián entre el centeno de los años noventa, la primera novela de Eugenides no se pudo comparar con el éxito inigualable de Middlesex, publicada casi una década más tarde. El género de la novela ha ocasionado discusión: se arguye que sea una comedia trágica o romántica, una crónica historiográfica o una novela social. En lo que todos coinciden es en reconocer el tinte cómico que tiene toda la obra de Eugenides. Con actitud relajada pero atenta, el autor se ha dejado ver como una persona capaz de reflejar su personalidad en su escritura y sus personajes mediante un sentido del humor que se acerca a la ironía. Cal (Calliope) Stephanides es un hombre hermafrodita (sufriendo de deficiencia de 5-alpha-reductasa), que aunque nace con características femeninas, en la adolescencia aprende a aceptar su condición. Cal comienza narrando la migración de sus abuelos de Esmirna (Turquía) a los Estados Unidos en los años veinte y cómo ahí su mutación genética emprende un viaje generacional. Sigue con la historia de sus padres y el desarrollo de su identidad étnica: una disyuntiva entre perseguir el “sueño americano” o defender su procedencia griega. Cambiando entre la primera y la tercera persona, Cal se aliena de su versión femenina Calliope, y narra su vida en Detroit, Michigan. Con experiencias que van desde la humillación en los casilleros del gimnasio escolar y su primer amor hasta la vida nocturna en San Francisco, Cal se da cuenta de que todos están compuestos de muchas partes, de muchas mitades, y no sólo él.
Middlesex ha sido considerada una fascinante guía histórica y social gracias a la descripción de importantes eventos entre los cuales están el Gran Incendio de Esmirna (1922) durante la guerra greco-turca y los disturbios de Detroit en 1967. Eugenides incluye así en la novela de ficción elementos históricos e incluso autobiográficos. Durante la lectura uno podría llegar a pensar que todo cuanto narra Cal lo hace a través de la voz de la experiencia del autor. Incluso la descripción física del protagonista recuerda a Eugenides; sin embargo NO es, como se podría pensar con la lectura, hermafrodita.
El tema que más fue discutido a causa de la publicación de Middlesex fue sin duda la identidad de género. De hecho, Eugenides decidió escribir esta novela tras leer las memorias de Herculine Barbin y quedar insatisfecho con la manera en que se discutió en ellas la identidad relacionada con la anatomía y las emociones. Se podría decir que el autor dio en el clavo: la novela fue aclamada tanto por la comunidad intersexual como por la LGBT porque establece que “el sexo es biológico. El género es cultural”. Eugenides debate de manera insuperable el tema que ha cobrado tanta importancia en nuestra época: lo innato versus lo adquirido.
Una vez más tuvieron que pasar nueve años para que La trama nupcial llegara a las manos ansiosas de los fans del autor. Sin embargo, se esperaba una historia igual e incluso mejor que Middlesex, lo que causó una enorme decepción. El título se refiere a la tradición narrativa de autores como Austen, Eliot o James, quienes proponen al matrimonio como el asunto central sobre el cual gira la trama. Lo que Eugenides intenta hacer es actualizar e intentar salvar la trama nupcial de manera irónica con un triángulo amoroso situado en la década de los años ochenta. En palabras del autor, la trama nupcial tradicional es ahora imposible de escribir básicamente porque la condición de la mujer ha cambiado y con ello el significado que tiene el matrimonio en una época tan crítica como la nuestra. Así obliga a Madeleine Hanna, heroína de la historia, a enfrentarse con el mundo real tras graduarse de la universidad: pasar de las teorías posmodernas (Derridá, Foucault, Barthes, etc.) a situaciones de la vida real que ponen en tela de juicio todo lo aprendido. A su vida entran Leonard Bankhead (un intelectual solitario de aparente eterna energía y variable estado de ánimo) y Mitchell Grammaticus (un viejo amigo convencido de que Madeleine es el amor de su vida), junto a quienes hará frente a preguntas sobre “el significado de la vida, la existencia de Dios y la verdadera naturaleza del amor.”
Si en Las vírgenes suicidas nos atrapó la imaginería, el estilo y la voz y en Middlesex nos absorbió el épico viaje de personajes tan reales como inolvidables, La trama nupcial no pudo sino defraudarnos con una escritura prepotente y personajes falsos e irritantes. Parecería que Eugenides en este caso forzó demasiado tanto la trama como los personajes y que escribió para estudiantes de letras inglesas o filosofía. Las descripciones largas y detalladas de Las vírgenes suicidas en esta ocasión sirven de relleno en una historia que deja mucho que desear. Eugenides se refleja una vez más en uno de sus personajes: tanto él como Grammaticus nacieron en Detroit, tienen ascendencia griega, viajan por el mundo, etc., y el autor reconoce que escribirse a sí mismo fue lo más difícil de todo el proceso. Quizá el esfuerzo debió haberse dirigido en otra dirección y no tendríamos que leer frases como: “Madeleine podía parecer normal por fuera, pero una vez que uno había visto su letra sabía que era deliciosamente complicada por dentro”
¿Qué sigue? Se dice que hay planes para hacer una película de su última novela, y Eugenides mencionó en una entrevista que actualmente prepara una serie de cuentos cortos. No sabemos si tardará otros nueve años en publicar, pero esperemos que regrese con algo de lo que nos consta que tiene: genialidad para escribir sobre las cosas más verdaderas.