Entrevista con La Mambanegra: salsa venenosa desde Colombia

En la selva musical colombiana apareció una nueva banda letal que los expertos han recomendado tratar con suma precaución. Cuando el escucha se encuentre ante ella, debe aflojar el cuerpo y mover la cadera. ¡Cuidao con la culebra que muerde los pies! Por fortuna, el veneno de La Mambanegra solo da muerte a la depresión.

“Sí es agresiva la cosa. Imagínate, la mamba negra es el animal más peligroso de África. Si te pica en un pie, creo que duras vivo unos 20 minutos, y cerca de la cabeza son cinco, pero bueno, esta mamba negra no es asesina, más bien asesina las tristezas y el aburrimiento. El veneno que te inyecta es pura alegría”, explica el músico bogotano Jacobo Vélez, fundador de la agrupación, en entrevista con #LaEmbajadadelRitmo, cancillería de Radio Pocajú.

Jacobo y sus muchachos están de fiesta porque acaban de lanzar su primer álbum: “El Callegüeso y su mala maña”. Desde los primeros segundos el oyente queda intoxicado con los ritmos que conforman el disco: mambo, funk, timba, jazz, soul, currulao, raggamuffin. Panamérica entera. “Es como un planeta gigante llamado salsa neoyorquina de los setenta y alrededor de ese planeta orbitan otros pequeños planetas, lunas o satélites que se llaman el funk de James Brown, de Maceo Parker, el raggamuffin de Yellow Man, de Wayne Smith, la música de Los Van Van, la timba cubana; y adentro de ese planeta hay un núcleo ardiente que es la mamá África, y tiene una fuerza de gravedad muy potente”, compara Jacobo, que en sus años mozos lideró la banda La Mojarra Eléctrica.

Un mito de 115 años

Aunque parezca un disparate el origen de La Mambanegra se remonta a inicios del siglo pasado y tiene que ver con el bisabuelo de Jacobo. Una historia fantástica que puede ser examinada a detalle en el documental “Las crónicas de El Calle”, realizado por la periodista y vocalista de la banda, Julia Díaz, y en el que colaboró el propio Jacobo.

https://youtu.be/p_2YkUlpuW8

 

El legendario bisabuelo fue hijo de una esclava africana y un hacendado del Valle del Cauca que nació en 1900. Su nombre era Tomás Rentería y cuando tenía 33 años vivió la aventura de su vida: se embarcó clandestinamente rumbo a Nueva York, lo descubrieron, fue lanzado por la borda cerca de La Habana y un babalao (sacerdote yoruba) lo rescató, cuidó de él y lo rebautizó como el Callegüeso, pues el hombre había perdido la memoria durante el incidente en mar abierto.

En la capital cubana el Callegüeso conoció al percusionista local Luciano ‘Chano’ Pozo (uno de los patriarcas del jazz latino y consentido del trompetista estadunidense Dizzy Gillespie), quien le obsequió una flauta africana de ébano, forjada a mano y llamada ‘la mambanegra’ (sin separación), la cual tenía poderes mágicos.

Gracias a ‘la mambanegra’ el bisabuelo de Jacobo recuperó la memoria. Entonces decidió completar el viaje a Nueva York de la misma forma como casi le cuesta la vida: de polizón. A diferencia del primer intento, don Tomás llegó a su destino y fundó una orquesta en honor a la flauta mágica. Corrían los años cuarenta. Tiempo después fue deportado a Colombia, donde se concretó la leyenda.

Un día de 2012, mientras Jacobo viajaba en un taxi por la ciudad de Cali, el conductor le contó que él conocía al mismísimo Calleguëso y lo llevó a su encuentro en un vecindario conocido como el barrio Obrero.

Al llegar al lugar, Jacobo se encontró con un misterioso hombre vestido de blanco que le dijo que lo estaba esperando. El extraño le entregó un bastón, unas partituras y un sombrero especial que supuestamente lo convertiría en el Callegüeso cada vez que se lo encasquetara. Remató el encuentro asegurando que él era su bisabuelo. Si tal cosa era verdad, ese señor tendría entonces 112 años.

Intrigado y estupefacto, Jacobo intentó comprobar la identidad del místico sujeto, pero fue imposible. Para cuando regresó -en compañía de su madre, quien le ayudaría a confirmar la historia-, el tipo había desaparecido.

“Cuando llegamos nos dijeron la gente de la casa que no, que el señor peligroso ya se había ido, que había cogido tres panes y una panela, ‘la mambanegra’ y se había ido rumbo al puerto de Buenaventura a montarse de polizón en un barco rumbo a África”, recuerda Jacobo.

Reencarnación sobre el escenario

Al subir a la tarima, junto a su banda, Jacobo nunca olvida el prodigioso sobrero que lo transforma en el Callegüeso. “Si es real o no (el cuento), yo me lo creo, me pongo mi sombrero y hago otras cosas y digamos que la energía tiene que ver con la historia de una ciudad y un país, incluso de un continente que a veces le falta memoria”, comenta el líder de La Mambanegra.

Además de Jacobo, diez músicos más integran la banda: Julia Díaz (voz), Jefferson Arango (congas), Brayan Parker (saxofón barítono), Frank Alexis (saxofón barítono), Diego Giraldo (trompeta), Víctor Gozález (teclado), Checho Orobio (coros y güiro), Harold Orozco (batería, timbales), Mifa Lukumi (trombón) y Jefrry Obando (bajo). Algunos de ellos son de origen africano.

“Hay apellidos africanos en la banda y eso suena, me entiendes. Realmente la energía y todo eso se siente. Bueno, o por lo menos yo lo siento cuando tengo esa banda atrás apoyándome, siento mucha potencia”, asegura Jacobo.

Coincidentemente, los ejes fundamentales de La Mambanegra son África, Cali, La Habana y Nueva York, territorios fundamentales para la historia de la música panamericana.

Para este disco debut, la orquesta contó con invitados de primera categoría, como el supremo pianista colombiano Eddy Martínez (arreglista de la Fania All Stars, colaborador de los históricos percusionistas Mongo Santamaría y Ray Barretto, entre otros), la trompetista holandesa Maite Hontele y el trompetista cubano Yasek Manzano.

Tenga cuidado, pues, querido lector, que La Mambanegra anda suelta con “El Callegüeso y su mala maña”. Estén pendientes del especial sobre esta formidable orquesta colombiana en #LaEmbajadadelRitmo de Radio Pocajú.

¡Aloha, Marajá!

Por Cheo Rodriguez

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