La libertad como virus social en el nuevo disco de Janelle Monáe
La ilusión de ser adulto. Un sueño que todo niño tiene sin realmente imaginar lo complicado que esto pueda resultar. La prisa por crecer y conducir un auto o verse como profesionistas es el reflejo de aquellos clásicos juegos de roles de los recreos. Pero la visión de la adultez cambia con el paso del tiempo y con ello llega la facultad de tomar decisiones que serán cruciales para desarrollarte como persona, en las que se puede fallar o acertar, y cualquiera culminará en aprendizaje. Un proceso al que llamamos “madurar” y que lleva su tiempo. Janelle Monáe sabe de esto, pues no le ha sido fácil aterrizar ideales. Desde hace algunos años la cantante ha intentado concebir un álbum con un discurso social del cual no es tan fácil hablar y que al fin logró conceptualizar en su nueva producción titulada Dirty Computer (Wonderland, 2018).
A Janelle Monáe le llevó dos discos y un EP el poder hablar sobre ella misma, de su visión como artista afroamericana en un mundo complejo en todos los sentidos. Durante una entrevista para la BBC1, dijo haber necesitado vivir más y transcurrir muchas experiencias para poder tener un diálogo más profundo consigo misma y tener un concepto mejor definido sobre lo que quería decir. Dirty Computer llegó en su momento de madurez, un disco con un tono más emocional y vulnerable que aborda tres aristas: el reconocimiento sobre sí misma y de cómo es vista en sociedad; la aceptación de sus logros y del cómo se ha manejado para defender sus ideales; y el reclamo sobre la identidad de la figura norteamericana. Sitúa estos aspectos dentro de un concepto social en cuya metáfora se refiere a cada individuo como computadoras que trabajan a marcha forzada bajo un sistema establecido, las cuales procesan una gran cantidad de información, y aquellas con apariencia o ideología diferente, son tachadas de ser “computadoras contaminadas” y deben ser desinfectadas cuanto antes.
Dirty Computer inicia con la canción del mismo nombre, que nos introduce de forma irónica, a la perfección de una sociedad distópica en la cual ella se considera contaminada por ser diferente e invita a cuestionarnos si también estamos contaminados. Un corte ameno y sutil que muestra la ligereza del sonido del tercer material, el cual cuenta con la colaboración de un viejo conocido, la del prolífico productor y co-fundador de Beach Boys, Brian Wilson. Monáe no pudo elegir mejor para abrir la producción que con la voz del inconfundible Wilson en los melódicos coros, quien se ha dicho fan de la música de ella. Un cumplido que no cualquiera obtiene de una leyenda.
No es extraño ver en su repertorio grandes colaboraciones. De hecho, es una constante en la que Janelle ha recurrido para hacer ver que el sonido de pop no se pelea con el del rock o el R&B, desde Kevin Barnes de Of Montreal quien también fungió como productor del The ArchAndroid (Wonderland Art Society, 2010); hasta Solange Knowles en The Electric Lady (Wonderland Art Society, 2013). De ese mismo álbum sobresale la de Prince, quien partió a mejor vida en 2016, uno de los personajes que Janelle considera de los más importantes en su crecimiento tanto personal como musical, que la impulsaron a ser auténtica, sin prejuicios, sin cuestionamientos a su forma de ser. Pero su participación no quedó solamente ahí.
A principios del año, Monáe develó el primer sencillo “Make Me Feel”, con un video que se ubica en un centro nocturno muy similar a la estética de “San Junípero” de Black Mirror, entre coloridos atuendos de corte vintage y un ambiente de sensualidad. Su sonido funk y neo-soul que la hacen pegajosa, tiene tonalidades similares a “Kiss” del Parede de Prince de 1986 (Warner Bros), por lo cual, en recientes entrevistas, la cantante ha manifestado que previo a su fallecimiento, el legendario personaje le ayudó a conceptualizar el sonido, no sólo de la canción, sino del disco en su totalidad. Una especie de homenaje a un legado que ha inspirado al mundo a expresarse sin barrera alguna por medio de la música, sin importar su color, religión, orientación sexual o lugar de procedencia.
Al lanzamiento de Dirty Computer, lo acompañó un filme de 48 minutos que incluye las canciones del disco, cada una presentada de un video que constituye una memoria del personaje JANE57821 protagonizada por Monáe, y que son reprobadas y eliminadas —como en Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004) de Michel Gondry— mediante un proceso de limpieza que estipula la distopía social en la que se desarrolla la historia. Tessa Thompson y Jayson Aaron co-protagonizan la llamada “Emotion Picture” (Película emocional), dos personajes que representan las parejas amorosas de Jane y que son también víctimas de la persecución y cacería de negros. Juntos conforman un plan de escape para salir victoriosos de la represión social en la que se encuentran.
Si Monáe en ocasiones anteriores no ha tenido problema en hablar sobre su orientación sexual, en esta historia hace aún más claro que el amor es indistinto a la sexualidad y promueve como tal una sociedad más incluyente que se permita amar sin juicio alguno.
Las colaboraciones no dejan de tomar parte. Grimes, quien contó con el apoyo de Janelle en su Art Angels (4AD) de 2015, regresa el favor con “Pynk”, canción en la que secunda las vocales y produce con su muy tradicional y fresco sonido. El corte es una oda al poder femenino, al amor propio, a la sexualidad y a las vulvas. La lírica de la canción tiene una mezcla de la propia de Aerosmith llamada “Pink” —con “i”—, a quien le atribuye parte del crédito.
El empoderamiento femenino también se hace ver en “Django Jane”, corte en el cual Monáe hace expresa las dificultades de ser una mujer, de color y sexualmente liberal; y continúa con “I Got the Justice”, en donde Pharrell Williams hace de las suyas al poner toda la esencia que lo caracteriza, cuyo sonido cadencioso acompaña a la repetida frase “Down, dog”. ¿Qué pasa cuando un perro se exalta?, lo mandas a sentar. Janelle sugiere la misma acción cuando un hombre quiere sobrepasarse. Zoë Kravitz, hija de Lenny Kravitz, también tiene su participación en “Screwed”, el quinto track constituido por finas guitarras y arreglos que denotan un sonido pop muy básico, pues no deja de ser pegajoso.
Incluye dos interludios, el primero un trabajo instrumental de Jon Brion, quien tienen una importante participación en la producción del disco. “Jane’s Dream”, de tan solo 19 segundos, que hace referencia al sueño del androide JANE57821 de una de las secuencias de la película y que da pie al segundo interludio, el sueño de Stevie Wonder, el cual se inspiró de una conversación casual y narrado por él mismo. “Stevie’s Dream” sugiere que el amor se encuentra en dios en cualquiera de sus manifestaciones y que el poder de la palabra del amor puede contrarrestar cualquier expresión de ira.
“Americans” es la última canción del disco, un corte entusiasta que representa un himno de rebeldía, un grito de esperanza, en el que Janelle se proclama abiertamente una mujer americana y homosexual. Expone una crítica a la política trumpista, la cual ha propagado la homofobia, el sexismo, la discriminación racial e inmigrante.
La cantante de 32 años, por fin se sintió libre de narrar una historia concisa, fuerte en contexto, donde se ubica ella en un cuento Sci-Fi no muy alejado a la realidad, uno donde habla de un futuro y aclama que el futuro es hoy. Monáe pone en cuestionamiento la forma en que los patrones sociales han marcado una tendencia en la forma en la cual nos enjuiciamos entre los unos y los otros. ¿Realmente las diferencias constituyen un virus o algún error humano? Dirty Computer habla sobre aquellos raros, diferentes, pobres, minorías, mujeres, razas; invita a reflexionar sobre aquello que llamamos “diferencias”, a que intentemos entendernos y empezar a aceptarnos como somos, a querernos por igual, a vernos, más que como computadoras perfectas o virus letales, como seres humanos.
Encuentra a Alex Shuz en Twitter como @solo_shuz.