Kazuya Sakai en el Museo de Arte Moderno. Por Beatriz Parra.
La realidad de un color es el verde saturado de las hojas de un árbol, el azul de un cielo sin nubes, los tintes rojos de una granada o la luz amarilla del sol reflejada sobre un muro blanco; la saturación de un color no nació en la pantalla digital, es una experiencia cromática que vivió en la pintura hace algunas décadas.
Los cambios de color perceptibles de la realidad, llevó a varios pintores al juego bidimensional de formas abstractas que engaña la mirada frente a un cuadro; combinación de formas sencillas, contrastes de luces, sombras y colores son los elementos que forman el arte que, Kazuya Sakai pintó a lo largo de su vida.
Considerar la ascendencia japonesa del pintor nos permite hacer la comparación propuesta en las salas de esta exposición, entre las constantes ondulaciones en sus lienzos y los grabados propios del arte oriental; las líneas orgánicas de los círculos fluyen en continuidad a rectas que tocan los bordes del cuadro, campos de color con formas geométricas que pintan un mundo abstracto, abstracto como su gusto cultivado por la asimetría del jazz.
Fragmentos de obra de Sakai y un grabado japonés.
Nada es nuevo; la herencia de los cuadros de Sakai resonó cuando el arte mexicano valoró las formas sencillas y la no representación, el eco del geometrismo sigue vigente, solo pensemos en los muros de la ciudad intervenidos con el arte del graffiti o en el diseño web que cada vez utiliza menos elementos y colores vibrantes.
La pintura mexicana en la modernidad, contiene una lección accesible para quien la observa, piezas abstractas que traducen el mundo que habitamos. Cada bastidor pintado nos cuestiona el mundo de imágenes que actualmente vivimos y lo notamos, al contrastarlo con la realidad de algo tan simple de ver y tan basto de conocer, como la naturaleza sin forma de un color.
La muestra se exhibe en el Museo de Arte Moderno hasta el 12 de Marzo de 2017.