Por Ever Osorio
Según las encuestas realizadas sobre discriminación, México es un país que no se considera “racista” como tal. Sin embargo, uno de sus principales problemas es la discriminación, que es definida por la Comisión Nacional para prevenir la discriminación (CONAPRED) como “una práctica cotidiana que consiste en dar un trato desfavorable o de desprecio inmerecido a determinada persona o grupo”. El CONAPRED ha identificado que el origen étnico, la lengua, el sexo y otras condiciones humanas son motivo de la discriminación. Hay grupos humanos que han sido desfavorecidos históricamente como los afro descendientes que fueron sujetos del comercio de esclavos. En el caso concreto de América Latina y de México, los grupos indígenas han sido sujetos de discriminación y racismo por siglos, pues la instauración y el desarrollo de la colonia tuvo como base económica la separación entre europeos y no europeos para hacer posible la explotación laboral.
Para el Dr. Federico Navarrete Linares, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, “la discriminación hacia los indígenas y la definición racial de qué significa ser indígena es quizá la piedra fundadora y origen histórico de todo racismo en México” pues fue con base en esta distinción entre indígena y no-indígena que estableció el régimen colonial, de manera que toda la organización social partió de esa distinción. Navarrete Linares explicó para Ibero 90.9 que, de manera contradictoria, esta diferenciación colonial a la vez que catalogaba y excluía, también concedía ciertos derechos como a la tierra y a su organización social y política, lo cual se modificó en el siglo XVIII.
De manera contraria a la idea de progreso de la historia, las condiciones de vida de los indígenas en México ha empeorado a lo largo de los siglos. Con la llegada de la modernidad, los grupos indígenas no sólo siguieron siendo diferenciados por el orden político y social, sino que su condición de diferente se convirtió en un defecto, en algo negativo a erradicar. De esta manera es que los derechos que tenían por ser diferentes les fueron negados. El Dr. Navarrete explica que “la causa principal fue el triunfo del liberalismo e idea moderna de igualdad. Los ciudadanos de un estado-nación debían tener y compartir una sola cultura. En ese sentido los indígenas eran un problema, pues para que México pudiera ser una nación tenía que ser homogénea, y los indígenas eran vistos como obstáculo a homogeneidad. En la idea de nación no había espacio para los indígenas. Se colocan en un fuera de no pueden tener un lugar a menos que dejen de ser indígenas . El siglo XIX se racializa cuando se define a la nación como una unidad racial pues solo había lugar para el mestizo”.
Lo que ha quedado después de siglos de políticas sociales racistas es un profundo rechazo hacia lo indígena y los indígenas sin que eso signifique una condición innata de las personas denominadas como tal. Ser indígena no es una condición natural de una persona o un grupo de personas sino una construcción social sobre ellos, la cual instauraron los españoles sobre los pobladores de Mesoamérica. Una experiencia que muchas personas denominadas como indígenas platican es que ellas nunca se consideraron “indígenas” hasta que alguien externo a su comunidad les dijo “tú eres indígena”. Ser indígena no significa ser buena ni mala persona ni estar conectado mágicamente a la naturaleza, de hecho estos estereotipos solo refuerzan una diferencia de manera arbitraria. Esto no significa que los grupos que se han denominado como tal no deban ser reconocidos como sujetos históricos de exclusión y rechazo, o que no hayan características culturales únicas de cada grupo, colectivo o comunidad.
En este sentido lo que significa ser indígena es compartir una historia de diferenciación que ha derivado en la desigualdad y en la discriminación con base en prácticas sociales y políticas estatales racistas. Dicho rechazo se materializa en la discriminación de los cuerpos que están marcados por la diferencia: el color de la piel, qué tan moreno o blanco se es; en el acento, si remite a un pasado indígena; en el idioma, éste es una característica que se ha mostrado fundamental para el acceso a la justicia, a la educación, a la participación y a los sistemas de salud entre otros. Sobre este problema, el antropólogo Víctor Rojo Leyva, Director de Investigación de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), señala que el mayor problema que las poblaciones indígenas denuncian como un obstáculo a su crecimiento es la discriminación.
Cinco siglos de historia y violencia se resumen en la desigualdad de condiciones económicas de millones de personas que se consideran indígenas, la herida la llevamos en la historia. La responsabilidad de todos los mexicanos es erradicar la discriminación y eso comienza en nuestras mentes y el uso de nuestro idioma, en pensar lo que significa decir “qué indio” o “qué naco”, ¿a que hace referencia? En tratar dignamente a todas las personas que nos rodean, sin importar su color de piel o su acento, en reconocer las diferencias y apreciarlas, en ser tolerante con lo que no entendemos. En aceptarnos como país y mundo diverso: rico y de colores de norte a sur.