“No se puede hablar de paz en nombre de decenas de millones de seres humanos que mueren cada día de hambre o enfermedades curables en todo el mundo. No se puede hablar de paz en nombre de 900 millones de analfabetos […] ¡Basta ya de palabras, hacen falta hechos!”.
Por: Adán Plata
Así lo dijo frente a los representantes de los países adscritos a las Naciones Unidas quien fuera el comandante en jefe de la revolución que cimbró al mundo en los primeros años de la segunda mitad del siglo XX, Fidel Alejandro Castro Ruz.
Un abogado y científico social de profesión que denunció las corruptelas de un régimen encabezado por un dictador que, como la mayoría de los regímenes latinoamericanos de la época, respondía a otros mandatos que no eran los de la gente a la que decía que lideraba. Junto a 80 personas más inició un movimiento que a la postre significó el cambio del destino de toda una nación, que al día de hoy mantiene un índice de alfabetización altísimo y un sistema de salud exitoso.
Se podrían escribir toneladas de páginas explicando el porqué de la importancia socio-histórica de un personaje como lo fue Fidel Castro y de la aparente debacle del modelo económico que nunca terminó de instaurar en la isla de la cual fue mandamás durante casi 60 años, un sinfín de opiniones encontradas ante una gestión que para la gran mayoría duró lo suficiente para ser tergiversada por los instintos más básicos del ser humano y que, para otros tantos también, nunca le fue permitido florecer como fue planeado por el simple hecho de representar un peligro para los intereses de pocos que acumulaban tanto de muchos.
Un estratega eficaz, un grandioso orador y probablemente el último estadista que ha visto este planeta, pocos son los personajes como Fidel que abren debates de sus virtudes y defectos, y las consecuencias de los mismos para la nación cubana, habrá que vivir la cotidianidad de ese maravilloso país para comprender un poco más de los matices de la revolución.
Se alejó de los reflectores desde hace 8 años perdiendo presencia en los habitantes más jóvenes de su país, pero manteniéndose en el recuerdo de los que, junto con él y un pecho inflamado de esperanza, comenzaron a forjar el destino de un país que tenía muchos años viviendo de rodillas. Totalmente contrariado a su costumbre, Fidel falleció en silencio, Fidel falleció durmiendo en la Habana dejando un hueco innegable en la memoria colectiva de un mundo que tiene un antes y un después de su presencia.
Descanse en paz Fidel Alejandro Castro Ruz (1926-2016)