(4AD, 2010) En medio de su propio impulso melancólico de baja fidelidad, la banda estadounidense Deerhunter regresa a los oídos del mundo con su álbum Halcyon Digest.
Atlanta, la ciudad de donde viene la agrupación, hasta cierto punto se parece a la nostalgia mezclada con modernidad con la que Deerhunter juguetea. El terreno en donde está asentada, alguna vez fue una aldea de Cherokees, quienes, tras ser desterrados por el hombre blanco, recorrieron el “sendero de las lágrimas” hacia el oeste en busca de su propia primavera. Durante la Guerra Civil Norteamericana, la ciudad se convirtió en escenario de muchas batallas que dejaron decenas de miles de muertos. Fantasmagórica, la voz de Cox se escurre entre las esquinas de las canciones sin dejar del todo clara su intención. La excelente producción de audio logra que las líricas no parezcan venir de ninguna parte, sino que su origen se perciba desde todas las direcciones, como un espectro que vibra en las paredes de una casa antigua para hacer oír su voz.
El grupo formado en el 2001, se caracteriza por entregar un punk-rock grabado con baja calidad; desde su primer álbum, Turn it Up Faggot (2005), construyen música caótica que suena a una grabación envejecida sacada de alguna caja abandonada dentro del cuarto de los trebejos.
Halcyon Digest, se traduce al español por algo así como “digestión feliz” o “compilación de momentos armónicos”. Halcyon, además, es una ave mitológica que nace de un huevo que flota sobre el océano en el solsticio de invierno, entonces calma las olas y los vientos. La calma que priva en el álbum recuerda a ese pájaro invernal, como un sol nórdico que no calienta y cuya luz blanca apenas ilumina.
El primer tema, “Earthquake”, abre con beats distanciados entre sí para dar paso a una guitarra que amanece en la canción. Las cuerdas entran a cada recoveco del oído y el canto de Bradford Cox, vocalista y fundador de la banda, lo invade. Cuando la música rompe el horizonte del escucha, se da un respiro; regresa a la calma y permite vislumbrar en paz el paisaje.
Halcyon Digest es producido por Ben Allen, también productor de el último álbum de Animal Collective, Gnarls Barkley y Lightspeed Champion. Él termina de dibujar la música con su trabajo, que se hace notorio en pinceladas de soul por todo el álbum, como el melódico bajo que recuerda la música doo-wop de finales de los años 50 en “Basement Scene” o el saxofón de “Coronado”.
4AD, el sello británico que se caracteriza por lo artístico de sus lanzamientos publica Halcyon Digest. El arte fue hecho por el mismo Cox con discos viejos y una fotocopiadora. Además publicó en su página un póster descargable y le pidió a la gente que lo imprimiera, lo fotocopiara y lo pegara en su entorno. Quien mandara una foto del póster pegado por él, la banda le respondía con el tracklist vía e-mail.
Deerhunter tiñe con una pátina de nostalgia el álbum; no es gratuito que el primer sencillo se titule “Revival”. La canción asemeja un tema de los sesenta grabado en algún estudio de carretera. La banda, a pesar de evocar corbatitas ridículas y peinados en forma de hongo, no deja de sonar llamativa, ni aunque escriba canciones de hace décadas.
El pájaro muere cuando muere el invierno y año tras año renace de las aguas. Deerhunter no ha muerto -aún- pero no por ello deja de renacer con cada lanzamiento. Con vocación invernal, Halcyon Digest es un álbum que gustará a propios y extraños de la banda, pues camina con equilibrio entre el rock artístico pretencioso y el punk sencillo de baja fidelidad.
Parece que a Deerhunter pronto le espera la primavera.