El fútbol es el deporte que desata más pasiones alrededor del mundo, su importancia rebasa el ámbito deportivo, y es capaz de crear conflictos armados como la Guerra del Fútbol —una disputa entre Honduras y El Salvador por cuestiones de migración, que explotó gracias a un partido clasificatorio para el Mundial de México 70. Este verano, los países anfitriones de los torneos más importantes tienen conflictos internos al tiempo de su realización. La Copa Confederaciones, actualmente celebrada en Brasil, destinó un presupuesto de 20,600 millones de dólares para mejorar la infraestructura deportiva y turística. El gobierno local ha implementado impuestos para recaudar fondos —como el aumento de 10 centavos al transporte público— que han desatado manifestaciones por todo el país. Aunque pacíficas, el gobierno ha reprimido con balas de goma y gas lacrimógeno las demostraciones —paradójicamente, para que la reputación de Brasil como país sede no sea manchada. Por otro lado, en Turquía hoy se inaugura la Copa Mundial Sub 20 entre protestas y manifestaciones que buscan erradicar las recientes reformas conservadoras. Debido a la negligencia de los medios, que temen represalias gubernamentales, la información es filtrada por los ciudadanos.
La postura doble cara de la FIFA condena que se ponga en juego la belleza del balompié. Su presidente, Joseph Blatter, declaró que entiende la molestia del pueblo brasileño, pero el fútbol no debe ser utilizado para enaltecer sus exigencias y a la larga el país se beneficiará por la realización del evento. Según lo anterior, es comprensible luchar por garantías y derechos sociales, siempre y cuando el negocio no sea afectado. Se entiende que, después de un evento deportivo de esta índole, el país entra en crecimiento económico, pero estas políticas son potencialmente dañinas para el pueblo, aunque se piensen a “corto plazo”, ¿o ya se nos olvidó la tenencia? Y otra pregunta queda al aire: ¿El fútbol es capaz de potencializar las causas sociales, o sirve para distraer al pueblo mientras se elimina lo indeseable?
Texto originalmente publicado en el Publimetro el 21 junio de 2013.