(Anagrama, 2011)
Algunas veces olvidamos que la memoria es identidad y que sin ella nos sería imposible construir un futuro. Ésa es la idea con la que juega Zambra en Formas de volver a casa, su tercera novela publicada.
Este relato que nos invita a reflexionar acerca del peso de la memoria y de las brechas generacionales. Se desarrolla durante la dictadura de Pinochet, en Maipú, al oeste de Santiago. El protagonista, un niño de nueve años, describe con detalle aquella noche de marzo en que la tierra tembló. A partir de dicha catástrofe conoce a Claudia, una niña tres años mayor que él, que le pide un favor por razones desconocidas: espiar a un hombre e informarla acerca de sus actividades.
El reencuentro del protagonista con Claudia, veinte años después, desata en él una serie de emociones, mismas que lo encaminarán a recordar su niñez y, con esto, narrar los acontecimientos del pasado desde dos perspectivas distintas, cada una influenciada por la experiencia de generaciones dispares. El escritor propone una mirada diferente a la historia de Chile. Por medio de un diario personal, el protagonista resucita el pasado con nostalgia, no sin ignorar que ésta, junto con la memoria colectiva, matiza y distorsiona la individual.
Formas de volver a casa es una novela que retrata la vida de un escritor y de todo lo que lo rodea: desamor, reflexiones cotidianas, las dificultades del oficio, cuestionamientos volátiles e insatisfacción por doquier.
La precisión de la narrativa, junto con una muy original estructura, hace que la lectura fluya de manera admirable. Un libro que hace reflexionar acerca de las distintas caras de la realidad, de la memoria como vehículo primordial de la vida y de aquello que nos impulsa a volver al pasado constantemente.