Del nihilismo a la furia: Un monstruo llamado Fontaines D.C. resurge con A Hero’s Death
Dublín es un derivado hiberno-normando de la voz irlandesa Duibhlinn, que significa ‘laguna negra y es precisamente del fondo de esta laguna mítica desde donde ha emergido un oscuro y cautivador monstruo llamado Fontaines D.C., una criatura musical del revival post-punk que ha ingresado al paisaje sonoro contemporáneo con una propuesta tan sólida y maniaca que el rumor de su grandeza ya se esparce más allá de las fronteras de la Isla Esmeralda.
Fue hace un año exactamente cuando Fontaines D.C. se dejó ver por primera vez con Dogrel, un álbum debut que recibió elogios de todo tipo y con el cual el quinteto irlandés comenzó su ascenso trepidante y acelerado al reconocimiento mundial. El monstruo apenas asomaba los ojos y tentáculos sobre la superficie del agua y eso bastó para dejar atónitos a aquellos que presenciaban el levantamiento de aquel ser desde el corazón de su vecindario The Liberties. ¿Una nueva banda de culto había nacido?
A un año de su primer avistamiento, con la mirada curiosa y atenta de más espectadores sobre ellos, Fontaines D.C. finalmente nos entrega su nuevo material de estudio bajo el nombre de A Hero’s Death y el sello Partisan. Sin embargo, para esta segunda vez, la criatura de la laguna ha mudado de piel.
Lejos de replicar la fórmula de su primer éxito, Fontaines D.C. hace un giro de 180 grados en A Hero’s Death, uno que se siente natural, sutil y holgado; ni timorato, ni dubitativo. Orgánico, pero decisivo, como lo es dar un segundo paso después del primero, aunque sea en una dirección opuesta.
A Hero’s Death es abstracto, reflexivo y con una oscuridad engañosa, porque convierte la aparente negrura del álbum en una constante yuxtaposición de ideas: ni la luz es tan blanca ni la oscuridad tan negra. Melodías memorables y frases inolvidables brotan como fuego de matorrales en el transcurso de 47 minutos y el estado de ánimo migra del nihilismo descortés a la furia total o la empatía radical.
“I Don't Belong” aparece como el primer track del disco, una mezcla de ritmos sombríos con el encantamiento de la voz de Grian Chatten, quien invoca la frase «no pertenezco a nadie», mientras las guitarras toman protagonismo y adornan cada uno de sus versos en medio de una atmósfera contemplativa que no desaparece durante las primeras canciones.
Luego, en “Love is The Main Thing”, encontraremos un neologismo poético para el movimiento perpetuo de un corazón adolorido; el solo de guitarra de Conor Curley es sobresaliente y todo avanza en un ángulo obtuso hacia las percusiones. “A Lucid Dream” llega poco después como una locomotora demente impulsada por el punk-blues, donde una línea de bajo es la base en su clímax y Conor Deegan logra mantenerlo agudo, melódico y jazzístico de una forma tan magistral que incluso llega a robar protagonismo.
Sorpresivamente, en medio de la locura punk encontramos algunos oasis entre sus composiciones, pues de pronto nos colocan en espacios inexplorados como en la nostálgica “Oh Such a Spring”, donde los mensajes de la banda no solamente se vuelven menos complejos, sino que también intentan recordarnos aquellas épocas en las que todo parecía ser mejor que ahora, un tono que ya se viene dibujando desde “You Said” y que se mantiene en “Sunny”. Etapas del álbum que nos presentan una faceta distinta de la banda con temas que nos permiten conocer la intensidad que esconden estos irlandeses y los sentimientos del monstruo que crearon.
El sencillo que le da nombre al disco es todo lo que podemos esperar de D.C., es el corazón mismo del disco donde las críticas sociales aparecen por doquier; las guitarras actúan como las principales proveedoras del timbre de la canción y el ritmo es pulcramente llevado por la batería y el bajo, una amalgama de elementos que recuerdan a las bases del punk de antaño que muchos aún disfrutamos. Lo mismo pasa con “Living in América” y “I Was Not Born”.
La clausura de A Hero’s Death, “No”, se acerca a las baladas tradicionales; una declaración culminante perfecta, una progresión pensativa de un monstruo que descubrió, al final, que no era tan monstruoso como el resto pensaba. Sin embargo, es precisamente en esta canción donde surgen dudas sobre la sensación que dejará “No” al momento de ser tocada en vivo dado que la banda claramente tiene sus fortalezas en el éxtasis, la intensidad y la distorsión.
Los aforismos del disco se centran en la forma en que la que el quinteto entiende lo que es ser humano, enfrentarse a miedos y no conformarse con lo que la sociedad espera, denunciando lo banal y confrontándose con la rutina. Todo gracias a grandes momentos musicales y letras directas sobre vivir la vida como nos plazca y entregarnos a la oportunidad de sentir sin límites, matar a los héroes de nuestra idolatría.
Aunque más sutil y discreto que su antecesor, A Hero’s Death es otro acierto de la banda en la dirección correcta, inesperada, pero igual de fascinante. Por ahora, el monstruo D.C. deja en calma las aguas de la laguna, en espera de emerger de nuevo para causar asombro, estremecimiento o alarma.
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