Sobre las raíces y la añoranza: Entrevista con Ana Hernández
Los Huecos del Agua es una exposición colectiva que busca indagar prácticas artísticas contemporáneas de los pueblos originarios.
En Ibero 90.9 tuvimos la oportunidad de conversar con Ana Hernández, una de las artistas que forman parte de la muestra, para compartirnos un poco sobre la exposición y de su propio quehacer artístico.
Ana Hernández nos describió su formación, pasando por el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca al lado del maestro Francisco Toledo, la escuela de Bellas Artes de Oaxaca y las Clínicas para la Especialización en Arte Contemporáneo, y cómo..
“Lo interesante del arte, y creo que del mundo, es nunca tener una visión o una idea totalmente fija de lo que quiero, sino que me permite avanzar y aprender.”
Sus obras atraviesan técnicas y formatos muy diversos, desde la serigrafía hasta el tallado en madera, pero su aprendizaje y sus vivencias al haber nacido y crecido en una familia dedicada al textil en el Istmo de Tehuantepec, al sur de Oaxaca es una constante a lo largo de su trabajo:
“Vengo de un pueblo que es muy rico en cultura, en tradición, pero, como se dice, mientras un pueblo sea más rico en su cultura, en su naturaleza, es más peligroso, es más dañado. Creo que parte de todo mi trabajo es saber de dónde soy, de dónde vengo y saber que mi raíz es lo más importante.”
Nos habló un poco sobre Rutas de ausencia, una de las piezas que forma parte de la exposición y que brota de la relación de la artista en Oaxaca con su madre que emigró a los Estados Unidos:
“Lo único que nos conecta a ella y a mí son nuestras flores bordadas, pero en realidad no hay algo real. Yo no sabía en realidad dónde estaba ubicada mi mamá. Sabía que estaba en Estados Unidos, pero no sabía en qué lugar. Entonces empiezo a marcar una ruta de ausencia imaginaria: de dónde cree ella que estoy yo y de dónde creo yo que está ella y cómo puedo seguir sus pasos. Y esto está grabado, está penetrado, pues es con los hilos, con la tela, con los colores, que ella y yo, aun a la distancia, estamos unidas.”
El fenómeno migratorio, una experiencia compartida entre pueblos y familias mexicanas, viene acompañado por otra cuestión no menor para Hernández: la pérdida. Por medio de sus obras, indaga en las formas para mantener todas aquellas tradiciones, costumbres, fiestas y lenguas que unen a personas, para hacer que sigan existiendo.
“Lo que me interesa es cómo hacer que la memoria quede escrita, que quede grabada, para que cuando nosotros no estemos los que vienen sepan de dónde venimos, quiénes somos y cómo éramos.”
Por ello, uno de los puntos más importantes del trabajo de Hernández es la indumentaria:
Para mí el textil es como mi casa, es como mi cuerpo. Todo lo iconográfico, todos los colores, todo el conocimiento, todo la historia, todo tiene una razón de ser, todo tiene un nombre y toda una tradición oral detrás. Si yo ya no me encuentro con mi indumentaria ¿qué va a contar de mí? ¿qué va a contar de los míos? ¿qué va a contar de las manos de las personas que lo hicieron?
En Olotera, otra de las obras que forman parte de la exposición, parte de un desgranador de mazorcas para despertar cierta consciencia sobre la situación en nuestro país con el maíz transgénico, tomando en cuenta su variedad y su importancia como base de nuestra alimentación. Al brindarnos información sobre la pieza explicó que:
Es como un cinturón. Son las oloteras, las mazorcas lo que hace que se esté que estén todos unidos. Es como la fuerza que debe tener el maíz pero también la fuerza que debemos de tener todos. Podría decirse que somos nosotros, somos las mazorcas que hacemos que se conforme Oaxaca o México y que podemos hacer que este cinturón no se rompa.
La preocupación sobre la manera en que ocupamos o “tomamos prestados (porque no nos pertenecen)” los recursos naturales también se hace palpable en la obra Nisaguié Yaachi (Lluvia dorada). Hernández compartió cómo el oro, una constante muy presente en su trabajo, fue y sigue siendo muy importante en el Istmo hasta el día de hoy, no tanto por su valor económico sino por el valor que se transmite al pasar de generación en generación, por las historias que cuentan y les confiere significado, por el trabajo de los joyeros en su diseño. La artista da al uso del oro un sentido metafórico:
Es de oro. Brilla mucho, sí. Pero en todo eso bello hay un mensaje de añoranza. Es cómo decir todo esto es tan bello, pero puede desaparecer.
Finalmente nos compartió sobre su trabajo y el de sus compañeros para la exposición:
Estamos hablando desde nuestra raíz y nuestra casa. Por eso México es tan diverso, porque todos tenemos una casa y algo que contar y algo que decir. El arte no solamente es mostrar lo bello y lo bonito, sino que tienes que mostrar todo lo que está en esa línea de peligro, todo lo que se puede perder en este momento. Queremos que sea un mensaje de concientización y queremos que nuestra voz sea nuestra y la voz de muchos otros.
La exposición además busca generar una lectura distinta al arte contemporáneo en México:
Yo no sabía que era un artista indígena hasta que me nombraron y me invitaron para el día del arte indígena. Yo quiero que mi trabajo tenga cualquier lectura, en cualquier sitio, en cualquier lugar, pero no quiero ser nombrada, no quiero ser clasificada. Mi trabajo habla de dónde soy, de mi raíz, y quiero que tenga una lectura hacia hacia todos y todas. Claro que sí es una posición política. También creo que mi voz y mi trabajo no son solamente míos, sino de toda la gente que está atrás y que no quiero que estén atrás, yo quiero que ellos estén adelante.
Los Huecos del Agua se presenta actualmente en el Museo Amparo de Puebla hasta el 17 de julio y en el National Museum of Mexican Art hasta el 27 de agosto.
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