El futbol en los tiempos del nazismo
El próximo 2 de septiembre se cumplirán 75 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, un evento que sacó la peor barbarie humana y dejó alrededor de 50 millones de muertos. La hegemonía del Partido Nazi sobre Alemania y muchas otras partes de Europa comenzó en 1933, con la subida de Adolf Hitler al poder, y culminó en mayo de 1945 con su suicidio y la consecuente rendición de los alemanes. Sin embargo, el periodo que comprende la Segunda Guerra Mundial inició en 1939 con la invasión nazi a Polonia y terminó en septiembre de 1945 con la rendición formal de Japón.
Gran parte del éxito que tuvo la hegemonía nazi fue gracias a la legitimidad que le daba el mismo pueblo alemán. Esto ocurrió como consecuencia del muy efectivo trabajo que hizo Joseph Goebbels como Ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich. También, el partido supo meterse en los espacios más cotidianos de la gente para vender su ideología. Uno de ellos, claro, fue el fútbol.
Uno de los antecedentes que se tienen de un régimen imponiendo su ideología en el fútbol puede verse, claramente, en el Mundial de Italia 1934. Este campeonato fue ganado por los locales, quienes fueron presionados por la dictadura de Benito Mussolini para que se llevaran el título; todo esto a través de la compra de árbitros y amenazas a los jugadores italianos para que ganaran a toda costa. El régimen nazi tomó nota de ello y se designó a Berlín como sede de los Juegos Olímpicos de 1936. Allí, el fútbol regresó como disciplina olímpica y fue la oportunidad para que Goebbels insertara su propaganda. Ya era costumbre entre los jugadores hacer el saludo nazi como acto de protocolo, también, los futbolistas judíos habían sido expulsados de las competiciones, y más de uno desapareció. En la justa olímpica, entonces, se enfrentaron Alemania y Noruega por los cuartos de final. Ese es el único partido del que se tiene registro de la presencia del mismo Hitler, quien esperaba, claro, una victoria teutona. Sin embargo, aquel partido lo ganaron los noruegos y el Führer abandonó el estadio antes de que terminara el juego. El Mundial de 1938 tampoco fue grato para los alemanes, pues no pudieron pasar de la primera ronda eliminados contra Suiza.
Eso a nivel de selecciones. En cuanto a clubes, la influencia de los nazis se hizo sentir un poco más. Para 1940 todos los equipos tuvieron que incluir un “párrafo ario” en sus estatutos, que llamaba a la exclusión de los judíos en las instituciones. El campeonato alemán no fue suspendido, de hecho, el régimen decidió separarlo por regiones (un poco como el formato de la MLS); cada vez más divididas a medida que Alemania seguía anexándose territorios. A ese torneo se le llamó “Gauliga” y su máximo campeón fue el Schalke 04, que obtuvo 6 veces el título, la mejor racha en su historia. El éxito del equipo de Gelserkinchen no pasó desapercibido por los nazis, que lo utilizaron como un estandarte para su propaganda. Se rumoró, incluso, que el Schalke era el equipo favorito de Hitler, pero esa información fue desmentida por ausencia de pruebas. No obstante, hay registro de que en las tribunas los seguidores del equipo sostenían pancartas nazis, y es que Gelserkinchen se había convertido en un fortín del régimen debido a sus recursos mineros, por lo que había muchos ciudadanos de acuerdo con la ideología nacionalsocialista.
Para otros equipos, en cambio, la llegada del nazismo fue más problemática. Este es el caso del Bayern Múnich, actual campeón de Europa. Desde su fundación, el equipo bávaro ha tenido socios judíos en su junta directiva. Para 1932, se habían coronado campeones de liga por primera vez en su historia. Un año después, con el ascenso de Hitler, el presidente del club, Kurt Landauer, de origen judío, tuvo que renunciar a su cargo con los demás semitas. Landauer fue recluido en el campo de concentración de Dachau, después de la Noche de los Cristales Rotos, en 1938; aunque luego fue liberado gracias a su participación en la Primera Guerra Mundial y se exilió en Suiza. Al Bayern se le tildó en ese momento de ser un “club judío”, por lo que sufrió un gran retroceso en ese periodo.
Durante la Guerra, el fútbol se paralizó completamente, hasta la Gauliga, que se detuvo en 1944. La pelota volvería a rodar por Alemania en 1948, a nivel de clubes; pero la Selección tuvo que esperar un momento más por la sanción impuesta por la FIFA a causa de la Guerra. Alemania volvió a mostrarse a nivel internacional en el Mundial de Suiza 1954, campeonato que ganaron los germanos gracias al “Milagro de Berna”, donde la ‘Mannschaft’ le remontó un 2-0 a la Hungría de Puskás. Este partido fue importante para los alemanes, que vieron la oportunidad de reconstruirse como nación después de los destrozos de la Guerra, y convertirse en lo que son hoy; sin olvidar nunca el pasado.
Es interesante ver cómo siempre se cruzan la política y el deporte. Sin duda ambas áreas son movidas por la pasión, y el deporte puede ser un gran influenciador de la voluntad de las personas. Lo importante radica en hacerlo siempre en beneficio de la paz.