Paul McCartney y la revaloración del álbum musical como concepto

Paul McCartney y la revaloración del álbum musical como concepto

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Al poner la aguja sobre el disco en el primer track del nuevo álbum de Paul McCartney escuchamos la atmósfera de una estación de trenes, o tal vez de autobuses o quizá de nubes voladoras que parten desde el punto imaginario A y pretenden llegar al punto imaginario Z. “Esto ya lo hemos oído, son los ecos del concepto de un álbum musical como una obra de arte objeto” puedes llegar a pensar a la primera oída. Después de todo el creador de Egypt Station, el disco que tienes sobre la tornamesa, fue el fundador de estas ideas en los años sesenta con Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.

Lanzado el viernes 7 de septiembre de 2018. La Estación Egipto, nuevo álbum de Macca es una refrescante propuesta que hace ruido en pro del rescate del “concepto” en la música popular. Apoyado por una campaña promocional de tres meses que nos llevó a pubs, al Carpool Karaoke de James Corben y al Metro de Nueva York, este nuevo disco es un renacer, de muchos de esos que ha tenido “el Pual” en su carrera: es fácil ser héroe de camiseta después de muerto, como es el caso de John Lennon. Lo difícil es mantener vigente por más de cincuenta años la trayectoria de la banda de música popular más importante de la historia de la humanidad, un grupo que tan solo en ocho años produjo lo que seguramente a una banda contemporánea como Radiohead o Metronomy, le tomaría cincuenta años producir al ritmo que Los Beatles tenían.

¿Qué es Egypt Station? ¿Cómo abordar la intención de un creador que probablemente ha influido a la mayoría de los músicos y productores respetables de la actualidad? ¿Cómo abordar la idea del disco como un concepto en la década selfie, con tanto trap, reggaeton y EDM? En esta década no se ha perdido la idea de contar una historia concreta a través de un disco musical, por ejemplo Flying Lotus lo hizo espectacularmente con You’re Dead de 2015. Sin embargo el llamado de McCartney es por la música que llega a las hiper masas, por los hits que tenemos en la punta del dedo índice:

“Yo no puedo competir con Taylor Swift, ella tiene mejores piernas que yo”.

Dice Paul al aceptar públicamente que aunque sea la leyenda musical viva más importante del siglo XX, también tiene que caducar y estar a la sombra de los éxitos del momento.

Producido por uno de los grandes de la actualidad, Greg Kurstin al que probablemente McCartney llegó gracias a sus amigos de The Foo Fighters o a través de Beck, con quienes ha trabajado el productor, al igual que con Sia, Adele y por supuesto Belinda y Ximena Sariñana (!!), esta nueva colección de tracks ligados a la idea de un viaje que al parecer simboliza algunas de las diferentes paradas en la vida de Macca, es una suerte de momentos de verdad memorables algunos, de verdad descartables algunos otros: “I Don’t Know” es una melancólica balada que desafortunadamente la hace de primera parada en este viaje. Introspectiva, en ella su creador acepta sus errores, se pregunta qué hace ahí, cómo llegó. Confesión humana de un hombre como cualquiera. La diferencia es que Paul no es cualquier hombre, él es por antonomasia uno de los ejemplos de la caduca imagen del rockstar, ellos no se cansan, no sufren, rockean. En Nueva York donde fue el lanzamiento de Egypt Station una reportera le pregunta su secreto para seguir rockeando a los 76 años, “sexo, drogas y rock and roll”, responde el longevo rocker. Aquí la contradicción.

La segunda estación del viaje llega con “Come On To Me”, single que se ha convertido en el éxito más grande de Paul desde “Fine Line”, y que con su versatilidad sonora definitivamente da lecciones de rock a los Millenials y Z’s: cítaras, guitarras rasgantes, ácidas como la nueva voz de Macca, metales, finales falsos, un hit; “Fuh You” tercer single, es una obra ambigua. Por un lado es la pretensión absoluta y hasta desesperada por ser escuchado por el chico Z a través de su IPod-Spotify, y llegar a ser asimilado en la playlist junto a Imagine Dragons, Maroon 5 o The Wkend, cosa poco probable. Por el otro es “frescura pura”, recuerda al Paul de McCartney II, de The Fireman y de “Pretty Little Head”. Con calificaciones bajas por parte de los fans más dinosauricos, este track nos escupe en la cara el recuerdo que no debemos olvidar “McCartney es uno de los pioneros de la música electrónica”.

Bossanovas, lugares comunes de guerra y paz, bullying, calentamiento global, Donald Trump; baladas a su guitarra y a su época post Beatle donde se refugió en su rancho escocés con mucho whisky, mota y su esposa Linda; popurrís al estilo Abbey Road, momentos sublimes de amor -“Hand in Hand” es la clase de canción que quieres bailar en tu boda-, Egypt Station es el mejor disco de Paul desde Chaos and Creation in the Backyard de 2005, que fue producido por Nigel Godrich -¿lo conocen?-. Es un viaje agradable para los fans, seguramente uno no muy atractivo para quienes va dedicado el disco, los menores de 19 años. Es un mensaje para los melómanos, esta obra tiene como fin advertir que la música está en peligro, que los creadores ya no son tantos como hace cincuenta años, que los clubs donde se dio la escena británica están muriendo -junto a Nick Mason de Pink Floyd y algunos políticos del Partido Laborista Británico, han promovido la iniciativa UK MUSiC, para rescatar estos recintos de la escena y fomentar los nuevos talentos de la música popular británica-. Un concepto en todo sentido, una obsesión por llegar al número 1 siempre, un álbum que avisa será el último tramo del viaje o una estación previa al final de la carretera más espectacular en la historia de la música.



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