Doctor Fo: un diagnóstico de locura
Dr. Fo, la obra escrita y dirigida por Alejandro Cervantes, es una invitación a gente de todas las edades (aunque es recomendada para mayores de 12 años) a dejar de lado la pretensión de cordura. Se da a la tarea de hacernos cuestionar lo que es estar “cuerdo” o “loco” y dejarnos ver que todo depende de quien mira. La obra fue galardonada como Mejor Obra, Mejor Dirección, Mejor Diseño de Escenografía y Mejor Diseño de Vestuario dentro del Encuentro de Grupos Emergentes (EGE-ENAT) 2019, del INBA, y se puede entender por qué al verla en vivo. Los personajes cobran vida gracias a las maravillosas actuaciones. El espacio se transforma una y otra vez alrededor de la escalera de madera en espiral, para enredarnos en diferentes situaciones.
La historia comienza con un aristócrata que decide, por el consejo de un amigo, llevar a su hermana (que se cree bailarina y tetera) al mesón del Dr. Fo para curarla. Rápidamente las cosas se salen de control y, entre canciones y risas, tanto el aristócrata como el público van perdiendo la cabeza.
Charlamos con Alejandro para saber más sobre su obra y la inspiración que lo llevó a volverla realidad.
¿Por qué decidiste abordar el tema de la locura?
AC: Realmente hablamos de la locura no como una cuestión patológica...no no no, más bien como de lo que la gente cree que es estar cuerdo o lo que cree que es estar loco. Lo que la sociedad nos ha impuesto ¿sabes?
Desde la sociedad más costumbrista, hasta la sociedad actual ¿qué nos imponen? A pues en nuestro caso, por ejemplo, el que quiere ser artista “está loco”. Pero también el que quiere estudiar astrofísica “está loco”. Alguien que quiere salir a manifestarse y luchar por sus derechos, también “está loco”. Entonces ¿quién realmente está loco? ¿quién realmente está cuerdo? o ¿qué es la cordura? Porque si lo tomamos por ese lado pues...realmente todos estamos locos, ya sea que te dediques a ser médico, a ser periodista, maestro de primaria o decidas tener cierta orientación, preferencia o identidad. Como nunca vamos a tener contentos a nadie, entonces todos estamos locos.
Tu obra recuerda mucho a la teoría de Foucault, su investigación de la locura y la función de los hospitales. ¿Sacas alguna inspiración de allí?
AC: Fíjate que sí tuve que leer un poco de Foucault, tuve que leer de el mismo Freud, de diferentes teóricos. No solo de teóricos, también de literatos. Pero realmente todos surgió porque hace poquito tuve la fortuna de participar en un proyecto donde hicimos una obra del Siglo de Oro, de Lope de Vega, Los locos de Valencia. Y me di cuenta de que, por allí de los 1500 y algo, los que estaban internados en el hospital de la locura de Valencia eran precisamente las personas que no seguían los preceptos religiosos, que era lo que era casi casi la ley, o los que estaban enamorados. ¿No? Y ellos decían que estaban locos y por eso los iban a tratar a un hospital donde según los curaban, donde había sanidad.
Y yo decía ¡Vaya! O sea, después de tantos años, décadas, siglos se sigue contemplando lo mismo y todos estamos locos porque nos enamoramos o porque nos deprimimos o porque nos vamos de nuestra casa. Ya todos estamos locos y digo ¡Vaya! es un tema que no ha cambiado a lo largo del tiempo. Y, más allá de la locura, lo que no ha cambiado nada es la costumbre y la crítica. La sociedad nunca va a estar conforme con nada.
Llama la atención que hayas elegido una sociedad afrancesada durante los años 20
AC: Sí. Porque si nosotros hablamos con nuestros abuelos, bisabuelos los que tuvieron la oportunidad, pues bueno, sabemos que en el Porfiriato y después de la revolución todos pretendían lo Francés. Incluso en nuestro país se buscaba lo Francés. Se creía que con eso el país iba a renovarse, iba ser algo importante.
Decidimos colocar este montaje en una sociedad afrancesada de los 20 pero no estamos hablando precisamente de los franceses, porque no es una crítica a lo Francés, no. Más bien es retomar una época donde la costumbre era lo que lo marcaba todo. Y entonces, si la costumbre de lo académico, el academicismo, la religión o las leyes te decían que eso era lo incorrecto, pues eras completamente criticado. Por eso elegimos enfocarnos en esta época que, si vemos este precepto hoy, pues no estamos tan lejos.
Parece que no hemos avanzado nada.
AC: Exacto, parece que no hemos avanzado. Podemos ver en la actualidad diferentes temas en los que son muy difíciles de tratar y cada quien tiene su propio punto de vista ¿no? También se vale tener esta libertad de pensamiento. Pero hablemos, por ejemplo, de los movimientos que han sido muy criticados últimamente como el feminismo, de justicia social, el grupo LGBT. Todo esto se sigue considerando como absolutamente lo mismo. La sociedad los va a tachar de “locos”. Y, está bien, cada quien tiene su punto de vista. ¡Qué bueno que somos distintos todos! ¡Qué bueno que no todos pensemos igual!
Todos estamos locos porque nos enamoramos o porque nos deprimimos o porque nos vamos de nuestra casa.
Alejandro Cervantes
El movimiento del cuerpo como una forma de liberarse. ¿Es esto por lo que elegiste una bailarina como uno de tus personajes?
AC:Retomando Foucault, sí claro por supuesto. Esto tiene que ver mucho con el arte y el teatro, con todas las artes escénicas. El cuerpo es lo que permite liberarnos, nos da el impulso para ser, para hacer. Ser y hacer ¿no? Y no, la bailarina pues pensaba... hice una alusión, digo yo estudio teatro y me dicen que “estoy loco”. Para no enfocarnos y que no sea el mismo ámbito teatral dije “una bailarina”.
Los bailarines, pues también es un arte escénico, vamos a ver en esta obra una cuestión de orientación vocacional que es en este caso “ser una bailarina”. Quiere ser una bailarina y por eso la tachan de “loca”. También podemos ver la identidad de género, aquí con una lindísima maestra de canto que, por alguna razón, es completamente barbuda. Porque ella así lo decidió ¿no?
Entonces encontramos libertad de orientación, libertad de género, libertad de pensamiento y pues, bueno, nos arriesgamos a tomar ciertos personajes que podrían ayudarnos a crear esto.
En otro tema ¿cómo es que el teatro ataca ese pensamiento común sobre la “locura”? Porque, por ejemplo, en este momento están compitiendo contra Joker en el tema de la locura.
AC: Sí, por supuesto. El teatro, como todas las artes escénicas, es de las artes vivas. No estoy diciendo que el cine no esté vivo pero podemos ver una película las veces que sean y siempre será la misma. La podemos ver dentro de 10 años y será la misma. ¿Entenderemos diferentes cosas? Por supuesto que sí. Pero una obra de teatro, cada día es distinta porque hay un acercamiento con el público ¿no? Y puede suceder cualquier cosa porque... ¡vaya! si esto fuese televisión o radio como en un programa en vivo aquí no hay toma dos, ni re-grabar o vamos a intentarlo de nuevo. No, aquí sale o sale.
Eso nos permite, a nosotros como creadores escénicos, tener una investigación día a día de lo que estamos haciendo. Esto para definir ¿qué es lo que estamos diciendo? y ¿cómo lo queremos decir? Esa es la diferencia.
¿Qué recomiendas para mantener el espíritu del teatro vivo? Además de venir a las obras.
AC: Sí, acercarse y acercarse mucho. Leer ¿no? Ya estamos en una actualidad en la que predominan las plataformas de streaming. La tecnología ha crecido inmensamente y competimos completamente contra eso. Entonces ¿qué recomiendo? Acercarse.
¡Vaya! Es una cosa difícil pero eso nos va ayudar mucho. Tanto a nosotros artistas escénicos como a la gente que quiera conocer el teatro o cualquier otra arte escénica. Acercarse.
Dr. Fo estará hasta el 3 de Noviembre en el Foro Salvador Novo, en el CENART (Av. Río Churubusco 79, Country Club Churubusco, 04220, Ciudad de México). Las funciones son de miércoles a viernes a las 20:00 hrs. Los sábados a las 19 hrs y el domingo a las 18:00 hrs. No habrá función el 1 y 2 de Noviembre, así que apresúrense a ir a alguna de las otras fechas. No se arrepentirán.