Dido, el huracán melancólico está de regreso
Justo a tiempo para despedir los noventa, una voz tersa y profundamente nostálgica tomó por asalto la música pop, escalando las listas de popularidad y catapultando ventas de discos en una era donde la música se consumía en formato físico y llegar a la marca de millones de copias era realmente una hazaña. Así, sin parafernalias ni bailarines y con nada más que un rostro dulce y cuerdas vocales capaces de emitir sonidos casi divinos, Dido se abrió paso entre las princesas del pop dosmilero con una imagen discreta y letras evocativas que nos herían blandamente, hablando de libertad y dependencia a un tiempo, convirtiendo al amor en un campo de guerra frente al cual no nos rendimos, o sencillamente, enfrentándonos a nuestras soledades existenciales con potentísima y conmovedora poesía.
Sus dos primeros discos, No Angel (2001) y Life For Rent (2003), probaron que no todo en el pop es sensualidad adornada de serpientes, ni extáticos números musicales en arenas. A veces, también nos gusta sentarnos a llorar, meditar o suspirar con larguísimos sollozos dulces que conservan en su llanto un halo de esperanza. Y ahí estaba Dido para dárnoslo. Así, nos regaló joyas como “Here With Me”, que aunque sirve casi como una oda al entreguismo y la obsesión por alguien, hay suficiente luminiscencia en su voz y su rostro al enunciarlo como para convencernos de que lo que estamos cantando con ella a coro es un himno celestial al amor.
Lo mismo sucedió con sus próximos sencillos que parecían atestiguar la insólita faena de lanzar clásicos instantáneos, uno tras otro sin parar: “Thank You”, “Hunter”, “White Flag”, “Life For Rent”. Todos temas profusos de añoranza, pasión y rimas efervescentes, con la melancolía de Sarah Mclachlan, el carisma de Natalie Imbruglia, pero una voz única e indudablemente suya.
Siempre acompañada por los sintetizadores y texturas electrónicas de su hermano Rollo Armstrong, productor, DJ y multi-instrumentalista, Dido supo inyectar en sus sentidas baladas la intensidad necesaria para que los arreglos trascendieran el mero adorno y se volcaran como elementos inmortales que la hicieran sonar como una artista tanto del presente como del futuro.
Su tercer disco, Safe Trip Home del 2008, falló en replicar el éxito y popularidad de sus antecesores, frenando lo que parecía ser ya una erupción volcánica imparable de triunfos. Un viaje de vuelta a casa quizás demasiado solitario y monocromático como para impactar a las audiencias que esperaban sus rendiciones típicas de desamor y ruptura. Pero su tercera producción tocaría fibras profundamente dolorosas e íntimas para ella, como la muerte de su padre, hecho que la condujo a contenerse de presentar los cortes musicales en vivo y alejarse de los escenarios por un tiempo.
Cinco años después, llegaría finalmente en 2013 su próxima producción, una que buscaría insertarse en una creciente tendencia hacia el dance y la electrónica, pero sin perder sus raíces de baladista etérea, Girl Who Got Away. “No Freedom”, el primer sencillo, sonaba otra vez como el pop-folk de sus inicios. “End Of Night” la halló más club friendly que nunca y respondió a la incógnita de a qué sonaría la templanza de Dido revestida de electropop. “Blackbird” y “Let’s Runaway” (de la edición deluxe) son formidables testimonios de que el midtempo y la cálida voz de la inglesa son la fórmula ideal para estremecernos entre luces de neón y bolas disco.
Pero después de esta ensoñación electrónica y una recopilación de sus grandes éxitos, Dido se condujo al exilio musical una vez más, dejando desiertas sus redes sociales, manteniendo el perfil bajo que siempre la ha caracterizado y dejando en el aire la pregunta “¿qué fue de Dido? Aquella voz angelical de inicios de milenio”.
Y así, lejana, escondida y misteriosa como siempre, se dedicó casi en secreto a conjurar su próximo esfuerzo musical, tomándose un lustro entero por segunda ocasión para entregarnos al fin una probada de lo que será su quinta producción Still On My Mind.
Así, nos llegó esta mañana “Hurricanes”, una balada electrónica que comienza como un corte de Safe Trip Home, antes de convertirse en una melodía que entraría perfectamente en el espíritu de Girl Who Got Away. Al inicio escuchamos una guitarra sombría que se repite como un acorde interminable de tristeza y anhelo, mientras la voz de Dido reverbera entre hebras sintéticas, para después retumbar con la dulzura que tanto hemos extrañado y que explota al fin por ahí del minuto tres con esa fuerza clamorosa que tantas veces nos ha sacudido en largas peticiones amorosas, como al final de “Don’t Leave Home” o con el último grito de “Hunter”.
Habrá que esperar casi cinco meses para que Dido nos revele los secretos de su nuevo disco, uno que al menos ya promete 12 temas y que muchos, sino es que todos, jamás creímos que llegaría. Además, se embarcará en su primera gira en 15 años, pasando por países como República Checa, Austria, Alemania, Bélgica, Francia y Estados Unidos.
Still On My Mind nos dice Dido, y nosotros también.