Por Melina Vázquez
Encontrarse sorpresivamente en un planeta que ningún otro homo sapiens ha descubierto jamás. Algo así significó escuchar el Dead Cities, Red Seas & Lost Ghosts de M83. Era abril de 2003 cuando el entonces dúo francés conformado sólo por Nicolas Fromageau y Anthony Gonzalez, lanzó su segundo disco.
Una tras otra de las 13 canciones del álbum, envuelven y se enrollan alrededor de quien escucha, lo dejan sin oportunidad de huir, como en forma de espiral; pero al mismo tiempo crece como una burbuja dejando espacio para perderse y descubrir. La combinación de los sintetizadores con un esplendor poderoso, los sonidos instrumentales y las voces robotizadas que repiten un verso hasta convertirse casi en un conjuro o mantra, da como resultado una suerte de paraíso cósmico que se forma y deforma armoniosamente.
Desde “Birds” hasta “Beauties Can Die”, M83 brinda una experiencia sonora que se siente como gracia, almas de gigantes y planetas como dioses. “Run Into Flowers” es probablemente una de las piedritas más brillantes del disco, marca el camino que M83 iría recorriendo más adelante y en el que evolucionaría pero sin perder el toque fantástico y extraterrestre. Las breves grabaciones de voces que parecen sacadas de una película o una historia ya empezada, dan un matiz siniestro y de tensión bastante intrigantes.
M83 le devolvió al sonido electro-techno el respeto que muchos le habían perdido. El planeta inexplorado y mágico de M83 fue y es clave porque envolvió y conmovió con su intensidad a muchos. Demostraron que no es necesario saturar de instrumentos o voces para lograr un espacio musical envolvente y hermoso.