Coleccionar mariposas: Entrevista con Daniel Mordzinski el fotógrafo de los escritores
¿Qué vestigios quedan de quienes escriben los libros que nos apasionan? Entre el viento queretano Daniel Mordzinski un fotógrafo argentino quien ha dedicado su vida a tomar fotografías de los escritores de la literatura iberoamericana nos habló de las imágenes que construye que le ha hecho merecedor del nombre: “El fotógrafo de los escritores”.
“A los 18 años, cabe señalar que fue en el año 1978, una época totalmente analógica en la cual no había celulares. La fotografía era un recurso para acercarme a los escritores que me importaban. […] Simplemente te acercabas para pedir una firma, conversar, continuar en un café y en mi caso, invitarles a una fotografía. Así fui coleccionando “mariposas”, Borges fue el primero y poquito tiempo después vinieron Cortazar, Savator, Soriano”.
La dictadura militar en Argentina hizo que el fotógrafo tuviera que exiliarse, París fue la ciudad que eligió Mordzinski para ello, sobre esta elección Cortázar fue fundamental. El fotógrafo nos contó:
“Era el París de Cortázar, a los pocos meses de haber llegado en Francia me proponen hacer una exposición y yo vivía como creía que lo hacían los artistas […] sin teléfono, baño común, sin cocina. A los 18 años viniendo del obscurantismo me parecía el lugar perfecto para hacer realidad nuestros sueños. […] De una manera muy inocente y con impulso de juventud en la guía telefónica busqué el nombre de Julio Cortázar, le marqué y me atendió el contestador. […] Volví al teléfono público y le dije ‘Hola me llamo Daniel, no soy nadie. Pero mañana inauguraré mi primera exposición y sería el pibe más feliz de la vida si vas tú. Te dejo la dirección´. Y Julio vino, así lo conocí. Nos hicimos amigos”.
Las exploraciones de Mordzinski caen fuera del lugar común de los autores junto a sus libreros, ¿Cuántas veces no hemos visto esta imagen gastada? Mordzinski se adentra en la vida de los autores y les propone fotografías que indaguen sobre su personalidad y en relación con su obra. Tal vez, una de aquellas imágenes que muestran dicha potencia es Marina Perezagua tirada en el mar.
“Ya había leído a Marina, yo no quería caer en el chiste de hacerle una foto en el agua pero me contó que su madre era capitán de la marina mercante y que ella era nadadora y había cruzado el estrecho de Gibraltar a nado. […] Salimos a plena mar y con esa generosidad de Marina, se tiró al mar y desde el barco hicimos unas fotos increíbles. Siempre creí que para sacar a un escritor de esa pose acartonada es proponerles otra pose. Una mega pose”, dice el capturador de imágenes.
Las imágenes que nos regala Mordzinski se convierten en vestigios materiales de sus afectos, es un lector fascinado y enamorado de las magias escriturales de sus retratados. En esa potencia afectiva desea guardarlos para sí, así la fotografía le permite el éxito a sus deseos: coleccionar a sus ídolos.
“En esa ecuación matemática, lo que intento hacer es que en lugar de dos sean tres. Que sea mi mirada de fotógrafo y la de quien estoy fotografiando. Y una tercera mirada que solo es posible cuando dos personas se respetan para que en vez de hacer una foto en el desayuno, Marina Perezagua me doné tres horas para ir a la mar. En mi trabajo no hay lucro, el 99% de las fotos que hago no me las pide nadie, yo las hago porque las necesito”, nos cuenta Mordzinski.
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