El ocaso de las dinastías en el deporte profesional, en especial de la NFL, son en la mayoría de los casos un proceso rápido, sin avisar, que normalmente coincide con el surgimiento de la siguiente potencia reinante en el deporte y sólo en ocasiones contadas, es un atardecer lento y paulatino, con tiempo de aún ponerse a prueba con el heredero del trono. Si bien los Packers de Vince Lombardi o los Steelers de los 70 entregaron la corona en un chispazo de temporada a temporada, los Niners de Joe Montana en los 80 todavía pusieron a prueba su dominio a principios de la siguiente década ante los Giants que ganaron el Super Bowl XXV o los Cowboys que terminarían con tres Trofeos Lombardi en cuatro años, alcanzándole a la Bahía de San Francisco para cerrar con broche de oro su dominio en el Super Bowl XXIX ante San Diego, aunque con Steve Young en los controles.
A 20 años de ese cierre dinástico, el Super Bowl XLIX se presenta como una oportunidad similar para los New England Patriots, quienes parece que su dominio en los últimos quince años está pronto a terminar, mientras que para los Seattle Seahawks es la oportunidad simbólica de recibir la estafeta que dice “dinastía” con el primer bicampeonato en diez años, curiosamente, todavía propiedad de los Patriotas.
Y hablando de sucesiones, otro de los focos importantes del juego se encenderá en los “sidelines”, pues Pete Carroll, entrenador en jefe de los actuales campeones Seahawks es el inmediato predecesor de Bill Belichick en el conjunto campeón de la Conferencia Americana, siendo el primer head coach en enfrentar a un otrora equipo desde que “Chucky” John Gruden enfrentó a los Raiders, del lado de los Bucaneros, donde por cierto, apabulló a los “Malosos” en el Super Bowl XXXVIII, 48-21.
Por otro lado, los Pats regresarán a “la escena del crimen” donde perdieron su único juego del 2007, dejando la “Temporada Perfecta” en exclusiva de Delfines. En aquella ocasión, los Giants, a quien por cierto, Bill Belichick fue staff de coacheo, los derrotaron con la mítica jugada del casco en una tercera oportunidad. La redención no será perfecta, pero redención al fin.
Arizona será entonces hasta el domingo 1 de febrero, el epicentro del mundo deportivo y el desierto abre sus puertas a otra épica historia que va desde Moisés quien comenzó su travesía con rumbo a la “Tierra Prometida” o un Principito que encontró en una serpiente la forma de regresar a su flor. Principios y fines que se cruzan al igual que los Patriotas y los Halcones Marinos lo harán en University of Phoenix Stadium en el Super Bowl XLIX.
Omar García