Burgtheatre @ Festival Internacional Cervantino

La vida como un lienzo Burgtheatre Dorian Grey Teatro Cervantes

Por Agustín Peña

La historia es conocida, Dorian mantenía una vida disipada, por decir poco, y el retrato sumaba las consecuencias. ¿Cuánta gente no imagina el comportamiento de este ser repugnante si se le viera caminar como si nada? Así es este montaje, actor y espectadores habitamos dentro del cuadro, su sufrimiento, cada arruga, cada imperfección y cada conflicto personal. De momento las escenas cotidianas de la vida, y el paso del tiempo, son mostradas como instantáneas suspendidas de manera fragmentaria, ese otro mundo donde sí ocurren cosas, donde sí pasa el tiempo. Constantemente esta pieza nos reta a entrar y salir del lienzo o de la vida, ese “switch” ocurre en cada momento que Dorian contempla su rostro real en el cuadro y nos lo avienta magnificado. El vértigo sobreviene con la tremenda y extraordinaria actuación y el original trazo escénico, mas semejante a una coreografía, donde el conflicto y el trabajo aereo son lo principal. De hecho, el actor no toca el suelo en ningún momento si no es para caer al vacío, su vida transcurre en una especie de limbo, de movimiento entre un plano y otro, siempre frontales, siempre como un cuadro. De hecho, la escenografía es una composición de lienzos reales en pequeño, mediano y gran formato, superpuestos unos ante otros en primero, segundo y tercer plano, en un modo aparentemente desordenado, pero que siempre responde a un tipo de escena proyectada en los mismos gracias al video mapping. Aquí es totalmente narrativo el uso de la tecnología, usada completamente en función del texto, llevado a lo contemporáneo, y en función de la actuación.

En el escenario vimos una galería, en cuyos lienzos se reprodujo la vida de un hombre disuelto, cuyo cuerpo se descomponía en el trayecto de un lienzo a otro.

Notable, por cuestiones dramáticas, que tanto los personajes retratados en las video-pinturas, como el actor en escena, se reconectaban emotiva y temporalmente por las lágrimas, confrontativo, contagiaba el mismo acto casi como un deseo.

Markus Meyer es un prodigio en el escenario, con esa capacidad de interpretar a todos los personajes: Dorian Grey, Lord Henry, Basil Hallward, James Vane y demás que aparecen literalmente en estos lienzos para sugerir que es el espectador que se asoma desde el marco del cuadro a observar la realidad.

FOTOS: Christa Cowrie / FIC

 

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